Comentarios a la Nota de Página 12: Acerca de la dicotomía ambientalismo/desarrollo económico
En mi opinión la nota está incorrectamente planteada. La cuestión no pasa por si la gente vive mejor o peor en un contexto rico en biodiversidad, cuya respuesta es obvia. El problema de fondo es tomar conciencia de qué es lo que está destruyendo la biodiversidad.
Por lejos nos encontraremos en que la mayor amenaza es el cambio climático, causado por la sobresaturación de gases de efecto invernadero en la atmósfera (GEI). Esto está destruyendo ecosistemas en una cantidad inmensamente superior a la que pudiera atribuirse a los desmontes. Lo estamos sufriendo en el Amazonas, en Australia, en California y este año especialmente en todo el Cono Sur.
Respecto a la mitigación del cambio climático, cabe plantearse: ¿Son realmente los bosques los mejores limpiadores de la atmósfera? Un bosque actúa como limpiador eficaz solamente cuando está creciendo (ninguno acumula a sus pies una cobertura infinita de carbono). Una vez que se estabiliza, su balance ambiental pasa a ser neutro. Hay plantas que nacen y crecen capturando carbono, que coexisten con otras que mueren y se descomponen, proceso en el cual liberan su carbono a la atmósfera en forma de metano. Si se les da utilidad para que no emitan ese carbono capturado, un bosque de 150 m3/ha de pino, por ejemplo, genera en 20 años 90 toneladas de biomasa de base seca, que en términos de carbono representan 2,03 tn/ha-año. Este valor podría compararse con un uso alimenticio/energético de la tierra, por ejemplo, la caña de azúcar, que incluyendo el rastrojo puede producir 92 tn/ha de biomasa, equivalente a 13,8 tn/ha de biomasa seca y a 6,21 tn/ha-año de carbono, tres veces superior a lo capturado por un bosque de pinos.
Otro aspecto no menos controvertido de la nota es la referencia al impacto del deterioro ambiental en la calidad de vida de las poblaciones asociadas, en especial a la de pueblos originarios y criollos cuya forma de vida dependía del monte. Para semejante afirmación habría que comenzar evaluando cómo vivía realmente esa gente en ese contexto. A fines del siglo XIX y principios del XX se produjo una emigración masiva de gente que vivía del monte para trabajar en actividades productivas. Las primeras oleadas tenían una expectativa promedio de vida que escasamente superaba los treinta años, estaban sumidos en la pobreza y sus niveles de salud y educación eran deplorables. La siguiente generación presentaba ya avances significativos tanto en calidad de empleo, educación y sanidad, entre otros indicadores. En la tercera generación las expectativas de vida ya se habían equilibrado con el resto de la población, e incluso se destacaban descendientes que habían logrado títulos universitarios y trabajaban en las cadenas productivas que acogieron a sus abuelos.
Se puede perfectamente trabajar inteligentemente la tierra, respetando y cuidando simultáneamente los espacios necesarios para no alterar o afectar la biodiversidad.
La preservación de los bosques requiere la urgente mitigación del cambio climático, combatiendo su principal causa que es el vertido de GEI en la atmósfera. El punto de partida es la urgente descarbonización de la matriz energética mundial asociada a un uso más eficiente de la energía. El desafío pasa también por la promoción de estilos de vista menos consumistas y más amigables con el medio ambiente.