Como corderos en medio de lobos

Como corderos en medio de lobos

Me contaban el otro día como unos lobos se querían comer a un cordero. Unos lobos de los muchos que hay hoy en las empresas que tienen hambre de poder, gran ambición y pocos escrúpulos en ejercer una autoridad injusta.

No les importa ser ellos mismos unos corderos, que sumisos y cobardes ante el «super lobo», actúan como marionetas, no tienen unos verdaderos principios y una personalidad capaz para rechazar lo injusto, anteponiendo su ambición, su sillón o esas promesas que lo mismo nunca se cumplen.

Me ha recordado al Evangelio del otro día (Lc 10, 1-9): «Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias...» ¡Pero no tengáis miedo!

Nuestra cobardía y falta de coraje, ha permitido que los lobos se crezcan con sus amenazas, venganzas y prepotencia. 

Dios nos envía como corderos en medio de lobos, porque sabe que los dones concedidos nos bastan para vencerlos. «¿De qué tenéis miedo si yo siempre estaré a vuestro lado?».

Nuestros principios, nuestros valores pueden hacer reflexionar y amansar a las fieras. Pero para ello tenemos que ser valientes y confiar en que estamos en ese sitio, en ese lugar, en esa empresa, porque hemos sido enviados para ser luz. No sabemos cómo hacerlo y dudamos de nuestro éxito, pero debemos saber que Dios nos envía y no elige precisamente a los capacitados, sino que capacita a los elegidos.

Alguien decía: "somos muy limitados, cometemos errores y hacemos chapuzas, pero después pasa Dios arreglando lo que hemos hecho mal y confirmando lo que hemos hecho bien. Y eso nos debe dar una gran tranquilidad: vamos solos, pero no abandonados. Él siempre va con nosotros: por delante y por detrás".

Tenemos miedo y no nos damos cuenta de que un humilde David venció al gigante y poderoso Goliat.

¿Cuántos lobos y gigantes como Goliat hay en las empresas que abusan del sencillo David? ¿Cuántos lobos se cruzan con nosotros y nos llegan a insultar? Pero cuando se defiende el bien, la onda da siempre en su blanco. 

Solo así se separará el bien del mal... Y llegará el momento en que se verá qué ha hecho y qué no ha hecho cada uno con sus enormes talentos, con esas grandes capacidades, con los «super poderes». 

Y lo mismo es mañana cuando se nos pregunte: ¿Qué has hecho, a quién y cómo?

No podemos quedarnos cruzados de brazos o mirar para otro lado. Debemos ser luz, salir al paso, acallar una crítica, defender lo justo, dar la cara ante los lobos con el riesgo de que nos increpen, de que nos aparten del grupo, de que nos humillen.  Allá donde reina la oscuridad debemos poner luz.

Debemos vencer el mal a fuerza de bien, allá donde estemos, mostrando al mundo la fuerza de nuestros principios, de nuestra alegría, de la esperanza, de La Palabra, de nuestra Fe.


Otros artículos: El podio de los triunfadores

El hombre-lobo existe. También la mujer-loba. Yo conozco a algunas personas que se ajustan a esta degeneración que les acerca al lobo; pero sin las cosas benéficas que la especie animal. El animal lobo cumple una misión en la naturaleza. El hombre-lobo no sirve para nada bueno.

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