¿Con quién te has ido encontrando en tu camino?
Seguro que en tu día a día, como a lo largo de la vida de cada uno, nos hemos ido encontrando personas que han dejado una huella importante en nosotros. Esas personas han quedado grabadas en nuestro corazón y gracias a muchas de ellas, nuestra vida encontró sentido en el caminar, cambió de rumbo o nos permitió estudiar más a fondo las diferentes opciones hacia las importantes decisiones.
Familia, amigos, compañeros, pero incluso a veces simples desconocidos que con un simple gesto, una mirada, una palabra, una frase o una opinión, han abierto nuestros ojos y han logrado que nuestro corazón latiera con mucha más fuerza porque hemos sentido acogida, comprensión, consuelo, ternura.
¡Cuántas veces uno va buscando respuestas y las obtiene de quien menos se las espera! Puede ser el panadero, esa persona que se ha sentado a tu lado en el autobús, la señora que has ayudado a cruzar la calle, ese compañero al que nunca habías dirigido la palabra o tal vez ese niño que se ha acercado a ti y te ha enseñado el dibujo que quiere regalar a su papá.
Recibimos cantidad de señales y mensajes, pero también nosotros los dejamos a nuestro paso, siendo muy importante abrir bien nuestros oídos y cuidar mucho nuestras palabras, porque siempre serán huella, luz y semillas para hacer crecer aquello que tardaba en fructificar y que necesitaba ese abono particular.
Las personas que se cruzan en nuestro camino no vienen por casualidad, como tampoco es casualidad que tú estés frente a ellas. Cada persona que te encuentras es una oportunidad para escuchar, para aprender, para ayudar, para animar, para aconsejar, para dar aliento, cariño o tender la mano.
¡Qué diferente enfoque tenemos de los demás, cuando hemos puesto interés en conocerlos! Las circunstancias son las mismas, pero la manera de entenderlas es muy diferente cuando sabemos los porqués. Lo vemos con esas personas que nos caían mal y que tan solo viéndolas en otro ambiente o situación, empiezan a caernos bien. Personas a las que cuestionamos y que cuando la vida nos hace ponernos en su lugar, sentimos haber ofendido o menospreciado. De ahí la importancia de aprender a comprender.
No podemos volver a intentar hacerlo mejor que lo hicimos, pero sí podemos hacerlo mejor a partir de ahora.
Tenemos que acercarnos a los demás porque no se puede opinar de nadie sin conocerle. La única manera de saber por qué obra de una determinada manera una persona, es acercarse y conocerle. Prejuzgamos, juzgamos y sentenciamos, sin dedicar el tiempo que merece cualquiera para entender las circunstancias de su comportamiento.
¡Qué diferente es ver las cosas desde otra perspectiva, con los ojos del otro, en el lugar del otro, con la mente del otro, procurando comprender y mirándolas con cariño. Así es la única forma de ver como son en realidad las personas que se cruzan en nuestro camino.
Y es que solo se ve bien con el corazón. Hay que ver lo invisible entrando dentro de cada uno y descubriendo lo que esconde en su interior. Es necesario salir de nosotros mismos, de esos pensamientos que nos distraen o nos confunden.
Cuando alguien se acerca a nosotros o nosotros nos acercamos a él, tenemos que salir de nuestro cuerpo, de nuestra mente y de nuestra comodidad para estar receptivos, despiertos, atentos y generosos, para que ese acercamiento haga fluir la grandeza que tenemos las personas para compartir nuestros nuestros dones, virtudes y conocimientos.
Recuerda que cuando encuentres a alguien en tu camino puede tener un mensaje para ti o puede necesitar un mensaje tuyo, el mensaje que estaba esperando.
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