Conducimos de acuerdo a nuestro estado emocional (alegre, enfadado, deprimido, etc.)

Conducimos de acuerdo a nuestro estado emocional (alegre, enfadado, deprimido, etc.)

La conducción es una actividad que implica una alta capacidad de concentración y atención en el entorno. Es necesario estar alerta y tomar decisiones rápidas y precisas para garantizar la seguridad de los ocupantes del vehículo y de otros conductores en la carretera. Sin embargo, cuando nuestras emociones entran en juego, podemos perder la objetividad y tomar decisiones impulsivas que ponen en riesgo nuestra seguridad y la de los demás.

Cualquier situación relacionada con el tráfico, como conducir en hora punta, un atasco o adelantar a otro vehículo, puede generar emociones intensas en el conductor. La ira, el miedo, la tristeza o la felicidad son algunas de las emociones que pueden influir en nuestra forma de conducir. Por ejemplo, si estamos en un atasco y llegamos tarde a una cita importante, es probable que sintamos ira y frustración, lo que puede llevarnos a tomar decisiones arriesgadas, como adelantar por el arcén o ignorar las normas de tráfico.

Las emociones también pueden influir en nuestra capacidad para tomar decisiones racionales y resolver problemas. Cuando estamos estresados o ansiosos, nuestra capacidad de concentración y atención disminuye, lo que nos hace más propensos a cometer errores y accidentes en la carretera.

Por el contrario, las emociones positivas como la felicidad y la alegría pueden ayudarnos a estar más alerta y tomar decisiones más rápidas y precisas. Cuando nos sentimos bien, nuestra capacidad de concentración y atención aumenta, lo que nos hace más seguros y eficientes al volante.

Es importante tener en cuenta que nuestras emociones influyen en nuestros pensamientos y viceversa. Por lo tanto, es esencial aprender a reconocer nuestras emociones y controlarlas para garantizar una conducción segura y responsable.

Las emociones se originan en el sistema límbico y pueden clasificarse en varias categorías. Las emociones primarias, como la tristeza, la felicidad, el miedo y la ira, son aquellas que experimentamos en respuesta a un estímulo. Las emociones secundarias, por otro lado, están relacionadas con normas sociales y morales y dependen del grado en que afecten a la persona. Las emociones positivas o negativas pueden ser saludables o tóxicas, mientras que las emociones ambiguas son aquellas que no provocan ni emociones positivas ni negativas. También hay emociones estéticas y sociales que están relacionadas con la apreciación del arte y las relaciones humanas, respectivamente.

Las emociones son una parte integral de nuestra vida, pero a veces pueden ser difíciles de manejar. Cuando estamos inundados por una emoción fuerte como la ira, el miedo o la tristeza, puede ser difícil pensar con claridad y tomar decisiones sabias. Afortunadamente, hay varias técnicas y estrategias que puedes usar para controlar tus emociones y manejarlas de manera efectiva.

Las técnicas fisiológicas se enfocan en el cuerpo y su respuesta a diferentes estímulos. La técnica más conocida es la relajación progresiva, que implica tensar y relajar los músculos para reducir la ansiedad y el estrés. Otras técnicas fisiológicas incluyen la respiración profunda, la meditación y la yoga. Estas técnicas ayudan a reducir la frecuencia cardíaca y la presión arterial, mejorar la calidad del sueño y disminuir el dolor.

Pongamos el ejemplo del miedo. El cerebro responde automáticamente a esa emoción con un aumento del ritmo respiratorio, un aumento del ritmo cardiaco y un aumento de la tensión muscular. Se pueden contrarrestar estas respuestas fisiológicas controlando la respiración.

Control de la respiración: consiste en buscar un lugar tranquilo, adoptar una postura cómoda y respirar normalmente. Luego, se inhala lentamente por la nariz contando hasta cinco, permitiendo que el pecho y el abdomen se expandan, y finalmente se exhala el aire por la boca contando de nuevo hasta cinco.

Relajación muscular progresiva: La relajación muscular ayuda a liberar la tensión acumulada en el cuerpo y de esa manera controlar las emociones. Buscar un lugar tranquilo. Sentarse y ponerse cómodo. Se puede empezar por los pies o por la cabeza para ir relajando los grupos musculares. Comenzar, por ejemplo, por la cabeza tensando los músculos de la frente, levantar las cejas tanto como se pueda, mantenerse así cinco segundos, luego relajar y volver a la posición normal. Luego fruncir el ceño y relajarlo. A continuación cerrar los ojos con fuerza y relajarlos. A continuación los mofletes y la boca. Y así sucesivamente con todos los grupos musculares del cuerpo. Este método se llama relajación progresiva de Jacobson y se pueden encontrar fácilmente tutoriales para poder llevarla a cabo.

Meditación consciente o mindfulness: El mindfulness mejora la concentración y permite aceptar las emociones sin juzgarlas y así sentirnos más equilibrados. Buscar un lugar tranquilo y cómodo. Respirar profundamente algunas veces y centrarse en lo que ves y en los detalles de tu entorno. Después de un tiempo centrándote en lo que ves cierra los ojos. Enfócate en lo que oyes. Luego céntrate en lo que sientes, si estás cómodo, si te aprieta la ropa, en cómo sientes el aire, si hace frío o calor, etc. Por último céntrate en tu respiración, céntrate en ella durante varios minutos. Observa tus pensamientos a medida que te centras en la respiración, respirando lenta y pausadamente. Cuando surja un pensamiento, no lo juzgues ni a él ni a ti. Deja que surja y que se desvanezca y focaliza tu atención de vuelta a la respiración. La meta es ser consciente plenamente del momento presente sin especular sobre el futuro ni juzgar el pasado. Después de pasar tiempo centrado y focalizado en tu respiración lleva, de nuevo, tu atención al exterior: primero a lo que sientes, luego a lo que oyes y por último a lo que ves.

Ejercicio físico: Cuando hacemos ejercicio físico se liberan unas sustancias químicas llamadas endorfinas que mejoran el estado de ánimo. Incluso un ejercicio moderado como caminar, la jardinería o lavar el coche pueden tener estos beneficios.

Las técnicas cognitivas, por otro lado, se enfocan en los procesos mentales y cómo éstos afectan nuestra salud mental. La terapia cognitiva se basa en el hecho de que los pensamientos negativos pueden llevar a emociones negativas y, por lo tanto, a problemas de salud mental. La terapia cognitiva ayuda a identificar y cambiar los patrones de pensamiento negativos, lo que puede mejorar la salud mental y emocional.

Distracción: Desgraciada o afortunadamente no podemos pensar en dos cosas a la vez. Luego... si pensamos en otra cosa perderá fuerza el pensamiento negativo que nos está provocando la emoción consiguiente. Ejemplos de técnicas de este estilo pueden ser contar hacia atrás de tres en tres, realizar un pasatiempo, ordenar el armario, u otras como leer, escuchar música, cocinar, etc.

Parada de pensamiento: Se trata de parar los pensamientos negativos que nos provocan las emociones negativas y después sustituirlos por pensamientos más adecuados. Se pueden usar palabras como “stop”, “basta”, “para”, etc.

Ensayo mental: Consiste en imaginar una situación vivida de manera inapropiada o una situación futura temida, efectuando un ensayo mental y visualizando que esa situación se desarrolla con normalidad y de forma exitosa poniendo en práctica bien sean los pensamientos adecuados o las conductas apropiadas.


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COMO DESARROLLAR CONCIENCIA ESPIRITUAL Con el patinete eléctrico 1- velocidad aconsejable 20 kms 2- aceleraciones suaves y progresivas, igual máxima comodidad y seguridad 3- ceder el paso a todos los peatones posibles en tú trayecto, igual a máximos actos de conciencia 4- agradece a los conductores que te ceden el paso, igual a educación espiritual 5- tu relajación y evolución será progresiva a más tiempo más actos de conciencia, igual a pura inteligencia.

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