¿Contratarías a un abogado valiente?
Sofía Martin Leyton
Hay ocasiones en que cuando una manada de búfalos se da cuenta de que leones han atacado a uno de ellos, se reúnen, se organizan en línea o en círculo y vuelven a rescatar al herido o, si ya murió, a expulsar a los atacantes. Es tanta su determinación, en un instinto que pareciera devenir en autoconciencia de su fortaleza, que los depredadores no tienen más opción que huir. ¿Hay bajas? Sí, a veces. ¿Es permanente la paz? No.
Vámonos a los humanos: ¿qué le pasa a nuestra desarrollada, organizada sociedad moderna, que en un cómodo “no es mi problema” o “esto es pan de cada día”, aletargada entre la desidia, la resignación y el miedo, permite que los delincuentes se adueñen de nuestras calles, de nuestras instituciones y de nuestra vida?
La primera semana de marzo, un reconocido abogado peruano me comentó que consideraba muy valiente a una abogada a la que no conocía bien personalmente. Una semana después, la misma abogada caminaba por las calles aledañas al terminal de buses de Valparaíso.
Había cobrado un cheque y caminaba a otro banco con la cartera en el hombro izquierdo llena de billetes (ahorrémonos los detalles del porqué), para ir a depositarlos a dos cuadras. Otro detalle: de su hombro derecho colgaba una mochila de género con su preciado Mac.
Quien haya caminado por ese bellísimo lugar, sabe que hay manzanas y manzanas cuyas veredas están llenas de vendedores de frutas, verduras y de comercio informal de todo tipo de productos. Entre banco y banco compró dos matas gigantes de albahaca, que llevaba en la mano. A media cuadra, una vendedora de cebollas con su sonrisa desdentada, alabó el perfume y le pidió unas hojas, que luego guardó en su brassier.
Al cruzar la calle para llegar al segundo banco, ya a pocos metros, vio una pareja de unos 30 años, mujer y hombre, altos, delgados y rubios, con sus mochilas, paseando con inocente caminar, cuando dos chilenos se acercaban por atrás, dudaron, se alejaron y volvieron a la carga, directo a abrir la mochila de la turista.
La reacción fue inmediata y la cartera llena de billetes con su Mac gritaron con voz militar “HEEY”; los gringos se dieron vuelta, no vieron nada que les llamara la atención y continuaron su pacífico andar.
¿Valiente o negligente? Mientras los extranjeros se alejaban, uno de los ladrones increpaba a la abogada y su racimo de albahaca con un par de insultos y preguntándole si quería que le robaran a ella, pero ya caminando rápidamente en dirección contraria.
No tranquila con su actuar —y lo que, al contarles la historia, algunos han llamado impulsividad y exposición al peligro— la abogada se devolvió media cuadra para advertirles a las casi víctimas lo que les había ocurrido, que estuvieran alerta y que se pusieran la mochila al frente, lo que hicieron al instante.
Ignoremos la falta de policía uniformada porque necesita un ensayo o un reportaje propios y reflexionemos sobre la arista profesional.
La pregunta se la hice a dos abogados que tienen todo mi respeto —el primero en los finales de sus 50, conservador; el segundo, de 53, liberal—, cambiando en el relato el género: ¿querrías a ese abogado en tu equipo? ¿lo contratarías?
Abogado, Notario e Intermediario de Seguros en Alfaro, Barrera & Asociados
5 añosNo me parece que sea particularmente valiente, simplemente se manejó en el sentido que nadie sabia el contenido de su cartera y debía aparentar normalidad. Pero si se podría calificar de imprudente. Estaba arriesgando varios bienes valiosos y exponiéndose, al andar con tal cantidad de dinero y computadora en ese lugar Quererla en el equipo??? ... Si. Pero no por su imprudencia