COVID-19: SOBRE CIUDADES, TECNOLOGÍA Y DENSIDAD (I)
La tentación de la segregación en contraposición a la densidad urbana por miedo a las pandemias futuras, así como de poner coto al uso de la tecnología como respuesta al miedo al ‘Gran Hermano’ pueden parecer respuestas atractivas en la situación actual. Sin embargo, ninguna de ellas es una buena idea, y especialmente para proteger a los más débiles que trabajan en sectores tradicionales y más expuestos al contacto. Las ciudades deben liderar la experimentación con nuevas soluciones que sigan aprovechando la densidad como ingrediente fundamental del bienestar urbano frente a la segregación, así como poner sobre la mesa la necesidad de un pacto socio-digital que ponga los límites y establezca las condiciones de uso de la tecnología que sirvan de ejemplo a la comunidad internacional ante las señales de repliegue en la gobernanza global.
La solución a este dilema aparente (tecno-optimismo vs tecno-pesimismo y densidad vs dispersión) no es ni poner barreras al desarrollo digital ni volver al medio rural. Por un lado, las ciudades tienen la oportunidad de demostrar que es posible un punto intermedio entre los tecno-optimistas y los tecno-pesimistas que ponga límites al uso de la tecnología (que se borren los datos al cabo de un tiempo o la creación de agencias que verifiquen la neutralidad, etc.), justamente para proteger a los más débiles ante el más que probable descalabro del empleo en sectores tradicionales como consecuencia de la crisis de la automatización. Y por el otro, mostrar que la densidad (cercanía entre los factores productivos) seguirá siendo más positiva que la expansión demográfica sobre el territorio si conseguimos que la teoría de redes y la ciencia de la complejidad a escala urbana nos desvele patrones para tomar decisiones sobre cómo usar la tecnología para apuntalar el control de pandemias y/o a la mejora en la provisión de determinados servicios desde una perspectiva pública.