COVID-19 y educación
¿Qué ha supuesto el COVID-19 para la educación?
El 14 de marzo de 2020 el Gobierno Español declaró el estado de alarma para afrontar la situación de emergencia sanitaria provocada por la rápida evolución de la pandemia. El mayor impacto de las restricciones por la falta de contacto con los principales ámbitos de socialización se ha dado sobre la infancia y la adolescencia. (Socías, Brage y Nevot, 2020)
Se suspendieron las clases sine die en los centros educativos con la finalidad de evitar el número de contagios por coronavirus. Es por ello que los maestros tuvieron que adaptar sus clases a una modalidad no presencial, por la que se guía a los alumnos y se les solicita la realización de diferentes proyectos para continuar con los contenidos del curso. Tras este nuevo paradigma, ha habido muchos colegios que han optado por el uso de los medios informáticos y "son muchas las razones que, a día de hoy, hacen pensar que la posibilidad y la deseabilidad de una informatización de la educación es más que cuestionable" (Gómez, 2020, p. 1). Surgiendo así un debate frente a la desigualdad social que este cambio puede suponer.
A este factor se suma el hecho de que, tal y como Richard E. Clark (1983) afirma, el uso de las nuevas tecnologías no influye directamente en el estudiante, sino que únicamente proporciona instrucciones. Es el medio por el que se accede al conocimiento y por ello no puede ser considerado como único recurso.
Asimismo, es fundamental señalar que uno de los fines que persigue la educación es el desarrollo de la autonomía, lo que “significa llegar a ser capaz de pensar por sí mismo con sentido crítico, teniendo en cuenta muchos puntos de vista, tanto en el ámbito moral como en el intelectual” (Kamii, 1970, p.2). Es decir, es necesaria una educación integral y, según Loris Magaluzzi, la forma de hacerlo es siendo investigadores en nuestro propio entorno, tanto alumnos como maestros. (Hoyuelos, 2004)
La situación de confinamiento a la que la sociedad española se ha visto sometida es a su vez una oportunidad para que familia y escuela encuentren caminos de interacción, ya que ambos elementos son irreemplazables y fundamentales en el proceso educativo. (Torío López, 2004)
¿Será el momento de arrinconar los pupitres y salir al patio a aprender del contacto directo con el entorno? ¿Será el momento de incluir a las familias en el aprendizaje de los alumnos?
Escritora, Expositora, Formación a educadores desde las Neuropsicología y Neuroeducación . Dedicada a la docencia e investigación Terapia virtual a jóvenes Regulación emocional Instagram: @psiconaty_
1 añoHola Clara buenos días me interesaría comunicarme contigo si es posible. Realizo investigaciones en Argentina sobre la misma temática. Si estas interesada en compartir publicaciones y conocimiento. Saludos