#COVID19 Santiago de Chile - "Cuarentena" día 2
Ayer en la noche estaba muy enojada, me sentía mal y cansada. Hoy desperté y ese enojo se convirtió en empatía, el malestar en mi rival y el cansancio en fuerza.
Pareciera que los hechos avanzan más rápido que los días y estar al 100% física y mentalmente se hace difícil.
Aunque parece mentira, algunos aún no se enteran de que estamos bajo una crisis global gravísima y que el mundo que conocíamos hasta hoy, ya no lo será más.
De alguna manera, eso me reconforta. No veníamos haciendo las cosas bien. Perdimos el norte y nos estábamos volviendo una sociedad absolutamente egoísta, juzgadora, oportunista y ambiciosa. Esto último en el mal sentido de la palabra.
Por otra parte, el mundo está perdiendo “lentamente” su sabiduría.
Día a día (en su mayoría) mueren adultos y personas de la tercera edad. Algo gravísimo para la sociedad porque estas personas son las que nos entregan conocimientos y herramientas a nosotros los más jóvenes. Ellos son los palitos que se ponen a las plantas (nosotros) para que crezcamos en la dirección correcta.
Aparentemente pasaremos de ser un mundo “viejo” a un mundo “joven”.
¿Qué hacemos?
Ya sabemos cuáles son las medidas preventivas. En google podemos encontrar todo tipo de información para adaptarnos a nuestras nuevas vidas y a lo que nos está obligando esta crisis. Métodos de trabajo en línea y entretención “conectada” pero hay un segmento que no está “on line”.
En este momento en Chile y el mundo hay un gran número de adultos mayores encerrados en sus casas, prisioneros de sus miedos y pensamientos. Recibiendo información solo a través de medios tradicionales.
Algunos están solos, sin familia y muchos no tienen ni idea de interactuar en redes sociales, tampoco saben usar Netflix o buscar en google cosas para entretenerse.
Mi intención no es dar cátedras moralistas, solo quiero intentar motivarlos e invitarlos a que usemos nuestros dones y conocimientos en beneficio de la humanidad. Dejar atrás el “nada es gratis” y reemplazarlo por amor, empatía y ganas de construir un mundo mejor.
Al igual que ustedes, yo pago cuentas, tengo que comer y compromisos financieros a los que responder. Tengo una familia de la que preocuparme y sueños por cumplir, pero si no atinamos pronto, seremos víctimas de nuestro egoísmo y quedará muy poco para construir.
Dediquemos algo de nuestro tiempo diario a pensar creativamente como podemos ayudar a los que no tienen nuestras mismas herramientas. A entregar nuestro conocimiento en favor de los que lo necesitan y por sobretodo, a comunicar responsablemente.
Puedes llevarle revistas a ese vecino viejito que está solo, intercambiar libros con tus vecinos; si es que puedes verlos, enseñarle a tus abuelitos a usar las redes sociales o Netflix; generar iniciativas de ayuda y entretención con los vecinos; turnarse en el cuidado de los niños para poder trabajar, etc.
No necesitamos una bolita mágica para saber lo que nos espera en las próximas 2 semanas. Solo tenemos que leer los medios de nuestros amigos europeos para predecir lo que viene y esperar a que logren crear una vacuna lo antes posible para este mal.
Tomemos real conciencia y reemplacemos la palabra “paranoia” por “responsabilidad social”.
Paremos, reflexionemos, empaticemos y pongámonos a crear para seguir.