Crónica de la vacuna anti-COVID (31-01-21). La “vacuna del Brexit” provoca un conflicto con la UE.
En este artículo se analizan las tensiones que se han vivido esta semana entre el ejecutivo de la Unión Europea y la compañía sueco-británica Astra-Zeneca por el anuncio de ésta de retrasar al entrega de vacunas pactada. También se analiza cuál es la situación de la vacuna de Sanofi.
Tensiones
Si hay una vacuna que está situada, por esos azares de la historia, en mitad de las tiranteces que el Brexit está provocando entre el Reino Unido y la Unión Europea esa es la que ha desarrollado Astra-Zeneca (AZ) en colaboración con la universidad de Oxford. Este preparado fue aprobada (con autorización provisional) por la U.E, el pasado viernes, 29, para su administración en el ámbito comunitario.
Recordemos que, a diferencia de las vacunas ya aprobadas -las de Pfizer y Moderna-, la de AZ no se basa en la tecnología del ARN mensajero, sino en la del vector viral (como la rusa Sputnik V), es decir en un adenovirus.
La idea de la compañía era, según su CEO, Pascal Soriot, fabricar vacunas más baratas que cualquiera de sus grandes competidores farmacéuticos (menos de 3 euro la dosis). En este sentido, llegó a un acuerdo con la UE de suministrarle 400 millones de dosis. Hasta aquí, todo impecable.
Pero el viernes de la semana pasada (día 22), la compañía hizo público un comunicado donde decía que de las 80 millones de dosis prometidas sólo podría entregar 31 millones. Aunque la vacuna no estaba aprobada, como este retraso de sumaba a los ya anunciados de Pfizer y Moderna, la noticia cayó como un jarro de agua fría en los países de la Unión Europea. Esto es debido a que esta vacuna es esencial para acelerar los plazos de vacunación en el continente.
El lunes, 25, Stella Kyriakides, Comisaria de Salud de la UE, insinuó que AZ estaba vendiendo a otros países las dosis comprometidas a la Unión Europea. Las sospechas de que parte de los viales inicialmente asignados a la UE podrían ir a parar a Tailandia, para cubrir un turbio contrato de entregas a una compañía perteneciente a la familia real de aquel país, explica esta suspicacia.
El miércoles, 27, la guerra entre AstraZeneca y la Comisión Europea era ya completamente pública. Era el desenlace de tres días de golpes bajos y tensión alta. En una demostración de cómo iba aumentando la escalada, ese miércoles una fuente comunitaria se mostraba todavía más contundente al ser preguntada por esta cuestión. “La información de aduanas no miente. Puedo ver que las dosis han sido enviadas a muchos países”. Kyriakides profundizó en este mensaje en un rueda de prensa esa misma tarde: “Ninguna empresa debería tener la ilusión de que no sepamos lo que está ocurriendo”. "Tenemos conocimiento de la producción de las dosis, dónde se produjeron y, si se han enviado a algún lugar, dónde están", señaló la chipriota, que pidió a la farmacéutica que, por lo tanto, fuera transparente de forma voluntaria.
El jueves, 28, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, amenazó más o menos veladamente con aplicar el artículo 122 de los tratados de funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) que permitiría a los países miembros bloquear las exportaciones de vacunas fuera de UE.
El viernes, 29 la UE hizo público que a partir del día siguiente las farmacéuticas que quieran exportar dosis de sus vacunas fuera de la Unión Europea van tener que solicitar la autorización por parte de los Estados miembros, que deberán consultar con la Comisión Europea. Era la culminación de una semana de tensiones entre el ejecutivo de la UE y Astra-Zeneca. Auque la UE ha anunciado que “no es una prohibición”. Se hizo público el contrato firmado entre las dos partes, pero con las cláusulas fundamentales tachadas. Pero el culmen llegó en la noche de ese día cuando la UE tomó la decisión –luego retirada- de activar uno de los puntos más delicados del acuerdo del Brexit: el protocolo de Irlanda del norte. Al pretender imponer un control de las exportaciones de vacunas desde la República de Irlanda, socio comunitario, al territorio no norirlandés se revivo la amenaza de resucitar la frontera invisible que divide la isla. Bruselas retrocedió en el empeño, finalmente. No solo para frenar el movimiento sino para calmar los recelos del gobierno británico ante el anuncio del sistema de supervisión de exportaciones impuestos a las farmacéuticas. Londres vio en esta medida el peligro de que se paralizara le suministró de dosis comprometido con Pfizer desde sus plantas de Bélgica.
En resumen, un fallo de producción en una sola planta de AZ en Bélgica ha producido un retraso de las vacunas destinadas a Europa, poniendo en peligro el ya ralentizado ritmo de vacunación. Tras comunicar el problema europeo, ahora la farmacéutica dice que ha identificado problemas de producción similares en lugares como EEUU y Australia en las últimas semanas.
Así, pues, las espadas quedan en alto hasta que no se recupere el ritmo de entregas.
Francia: Sanofi producirá vacunas de sus rivales.
La creciente sensación de fracaso nacional en el país de Pasteur por la incapacidad de producir una vacuna Covid-19 viable se ha visto agravada por la decisión de su mayor compañía farmacéutica (Sanofi) de producir dosis desarrolladas por sus rivales, Pfizer y Biontech.
Las instalaciones de Sanofi en Frankfurt se utilizarán este verano para ayudar a producir 125 millones de dosis para Biontech, de Alemania, y la estadounidense Pfizer después de que la firma francesa fracasara en su búsqueda para desarrollar un tratamiento funcional y fuera presionada por el presidente Macron para aliviar la escasez de vacunas en Europa.