Crisis climática: ¿de qué lado estás?
Durante estos últimos días estamos inundados por noticias que tienen que ver con records de altas temperaturas en distintos lugares del planeta.
¿Qué tiene que ocurrir para caer en la cuenta de lo que está sucediendo? En general solemos recurrir al dato científico como fundamento seguro para la toma de decisiones. En este caso, hace ya varios años, los científicos que componen el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU) vienen alertando sobre las consecuencias que tiene y tendrá la crisis climática. La cual, dicho sea de paso, tiene como causa principal “la actividad humana” y un sistema de producción y consumo que promueve el deterioro del ambiente y el uso abusivo de los bienes naturales.
¿Salven al planeta? En realidad, el planeta seguramente va a subsistir a pesar de todo lo que hacemos con él. Lo que no sabemos es si vamos a subsistir en él los seres humanos y no humanos que necesitamos ciertas condiciones para que sea viable nuestra vida.
Todos deberíamos hacer algo. No quedarnos como espectadores pasivos. ¡Esto no es una serie más de Netflix! Un zappíng de noticias del mundo del espectáculo. Tampoco la coartada de un grupo de enajenados que quieren boicotear la idea vigente de progreso y de desarrollo humano.
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Las grandes potencias se reúnen anualmente en las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Ciertamente, estas reuniones tienden a poner de manifiesto la dificultad para la toma de decisiones con impacto real en las causas y consecuencias de la crisis climática. Los principios de acuerdo suelen encontrar una muralla infranqueable cuando afectan los intereses económicos particulares. ¡Qué incapacidad para mirar un poco más allá del momento presente! ¿Puede haber algún argumento racional profundo que pueda justificar la postergación del cuidado de nuestra casa común? Desde una mirada sistémica, no existe “lo nuestro y lo de los otros”. Todos habitamos el mismo planeta. Lo que afecta a unos, afecta a otros.
Mientras tanto, los ciudadanos de a pie, no podemos quedarnos esperando pasivamente a que se produzca el milagro, o el salvataje que tal vez puedan traernos las innovaciones tecnológicas. Todos estamos llamados a la acción. Por ejemplo, utilizando el poder que tenemos como consumidores. Ejercer el pensamiento crítico para discernir que productos y hábitos de consumo promueven el cuidado del planeta, y cuáles en cambio, siguen perpetuando el daño, generando una hipoteca impagable para las generaciones que vienen detrás nuestro.
No se trata de ideologías o de posicionamientos políticos. Cuando el calor hierva nuestros cerebros, no importará si somos capitalistas o comunistas, de izquierda o derecha. Estamos hablando de una cuestión humana básica referida al instinto de supervivencia. ¡Despertemos de una vez!
Asuntos Públicos
1 añoTotalmente de acuerdo, Fer! En la Argentina desde CIARA-CEC y CarBio bregamos por acelerar la transición energética. Sería más fácil y económico darle escala a los biocombustibles, como hizo Brasil; recién ahora aparecen -más por la limitación de divisas que por la concientización de lo firmado en Paris y en cada COP- tímidas iniciativas para profundizar ese paso. La falta de conciencia ambiental pero, más aún, la carencia de un pensamiento estratégico, nos llevan por el camino de la mediocridad. Por otra parte, los más jóvenes, que son mucho más concientes de la salud planetaria, ni consideran que el modelo de consumo -con su consecuente sistema de descarte- es uno de los causantes. Miran con desdén a los responsables de los procesos productivos y a sus trabajadores, cuando ellos son los consumidores que financian lo que ellos mismos critican. Si efectivamente vamos a una catástrofe -es cosa de científicos determinarlo-, no va a ser fácil evitarla.