¿Cuál será el futuro de la traducción de textos con la IA?
Hace una semana tuve la oportunidad de asistir a una presentación de un libro sobre poesía del autor japonés Shuntaro Tanikawa, que había sido seleccionado y traducido al español. A la presentación asisitieron la traductora del libro, Cristina Rascón, La Dra. Satomi Miura que se especializa en cultura japonesa y la Mtra. Radina Dimitrova quien es también traductora y especialista en cultura china.
Una de las preguntas que se hicieron al final de la jornada fue ¿Cómo impacta el uso de la Inteligencia Artificial su profesión como traductoras? Fue interesante encontrar diferentes perspectivas entre las presentadoras, que con diferentes trasfondos y credenciales nos enuncian las expectativas que dejamos sobre las nuevas tecnologías y remarcan también riesgos y preocupaciones que recaen sobre ellas.
Hay especialistas como Cristina que no utilizan la Inteligencia artificial como una herramienta para su trabajo, sin embargo, no descarta su inminente presencia y la forma en que ha acaparado la práctica de muchos profesionales, incluida la interpretación y la traducción.
La Dra. Satomi mencionó que la IA puede impulsar herramientas que faciliten el trabajo y que el nuevo rol de los traductores será enfocado a verificar la fidelidad y la calidad de la traducción. Comenta lo difícil que es resistirse a las tecnologías ya que presentan nuevas formas de adaptarnos en las diferentes prácticas.
La Mtra. Radina precisó que la tecnología es más eficaz para realizar traducciones con los textos técnicos, académicos y ensayos, categorías que suelen ser mejor pagadas dentro de la profesión. Para la literatura y poesía puede que el rol de la IA sea menos eficiente, ya que requieren más de conocimiento del autor y su obra, interpretación, incluso técnica para traducir ritmo, expresiones idiomáticas, humor, referencias a cultura popular de un lugar particular, entre otras cosas. Sin embargo, suelen ser categorías que no están remuneradas de la misma forma e incluso son subestimadas en el nivel de complejidad, a pesar de que son textos a los que accede un porcentaje mayor de la población. El uso anticipado de la IA como un reemplazo de traductores de estas categorías podría afectar la forma en que se remunera a quienes tienen una formación especializada y que además la IA todavía no es lo suficientemente certera para este tipo de actividades donde la interpretación bajo un contexto es clave.
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A mi parecer la Inteligencia Artificial en este momento es una herramienta sobreestimada que los usuarios estamos incorporando cada vez más a nuestras vidas sin demasiadas preguntas hacia el contenido que genera. Olvidamos que herramientas de LLM (Large Language Models) como Gemini o ChatGPT presentan alucinaciones que no son tan fáciles de detectar. Nuestros acercamientos actuales con la IA son a través de una interfaz que funciona -para nosotros- como una caja negra, en la que únicamente vemos el resultado de lo que hemos solicitado y no tenemos información sobre los datos con los que se ha entrenado, los sesgos que puede tener y la eficiencia en que construye respuestas verídicas y comprobables. De forma bien utilizada puede ayudar a optimizar procesos repetitivos y ser un aliado eficaz en la práctica de la traducción o interpretación.
Lo ideal es que en toda práctica pueda ser un acompañamiento de herramientas tecnológicas con las personas especialistas en el tema a tratar, esto se vuelve crucial para las situaciones donde la ética es clave en la formación de profesionistas como derecho o salud. Seguramente en algunos años muchas actividades evolucionen o se transformen con la IA, siendo nuevas habilidades necesarias para las exigencias de ese nuevo momento.
Es importante abordar la Inteligencia artificial con responsabilidad, desde una práctica ética y cuestionando las limitaciones que todavía tiene, por lo que es importante que tal como nos entusiasmamos por nuevos alcances, no perdamos la capacidad de preguntarnos las implicaciones y riesgos que tiene.