Cuando la felicidad es una operación compleja
Ante la pregunta sobre qué deseamos, hay una expresión que a muchos nos sale de memoria y que pareciera que con solo mencionarla está todo explicado, "ser feliz". A veces, sabemos de lo que estamos hablando pero en otras ocasiones este concepto se vuelve tan abstracto que nubla nuestro entendimiento y lo vemos inalcanzable. Podemos interpretar la felicidad como una vivencia subjetiva de plenitud que supone una construcción y una búsqueda constante. No es algo express que viene contenido en un producto manufacturado, ni algo que dependa de las personas que nos rodean. Por lo tanto, la felicidad como presagio es un camino a descubrir, y para eso nos compromete a conocernos. De no generar este hábito, fácilmente nos podemos confundir con lo que el sentido común propone.
Te invito a que reflexiones si la concepción que tienes de felicidad es tan metafórica que no puedes bajarla a la tierra. De ser así, te animo a que escribas en una hoja las ramificaciones concretas y simples que este anhelo tiene en tu vida y que quizás las tomes a la deriva. Por ejemplo, la felicidad se puede reflejar cuando estas en silencio, cuando lees, cuando estas con tú familia, cuando escuchas música, cuando tenes una charla profunda con un amigo, cuando haces deporte, cuando estas en contacto con la naturaleza, cuando respiras conscientemente, cuando haces servicio, etc. Consignarlo de esta manera, nos motiva a ver que la felicidad es algo que podemos cultivar en lo cotidiano consolidándola como una estado verosímil para nuestro interior.