Cuando la ignorancia y falta de objetividad son el peor enemigo de un sector

Tengo la fortuna de dirigir desde 2015 Dental Residency, una compañía que ha trabajado exclusivamente para residencias de personas mayores y/o dependientes, en diferentes Comunidades Autónomas.

Tengo la fortuna de haber visitado personalmente más de 300 residencias y haber prestado servicio a cerca de 600, atendiendo a decenas de miles de residentes.

Siento el deber y el derecho a opinar objetivamente de la responsabilidad de los centros en la crisis del COVID-19.

Lo que más me ha sorprendido es que se exija a las residencias a atender unas obligaciones que no les competen. ¿Acaso se exige al sector bancario que asuma riesgos frente a las necesidades económicas de los ciudadanos? No lo hacemos porque tenemos asumido y sabemos que no les compete. ¿Acaso se exige a las farmacias que dispongan de stock de mascarillas para todos los ciudadanos? No lo hacemos porque tenemos asumido y sabemos que no les compete, ni depende de ellos.

Entonces, ¿por qué exigimos a las residencias de mayores que actúen como hospitales? ¿por qué les exigimos que trabajen como si dispusieran de todos los EPI necesarios? ¿por qué les exigimos que sus instalaciones estén preparadas para una pandemia impredecible? Lo hacemos porque tenemos asumido que siempre son los culpables y creemos saber que les compete. La sociedad está equivocada: una residencia no debe ser un hospital, ni se le ha exigido serlo; una residencia no decide sobre la capacidad de compra de EPI; una residencia no puede predecir una pandemia.

Las residencias deben de cumplir con una normativa extensa y muy exigente, una normativa pensada, redactada e inspeccionada por la Administración. Y la cumplen, doy fe. ¿Hay excepciones? Evidentemente. Dental Residency nos hemos negado a prestar servicio, por las condiciones de trabajo, a 2 residencias en estoy 5 años; sí, únicamente a 2.

En más del 99% de las residencias que he podido visitar y colaborar, siempre me ha emocionado la dedicación hacía sus usuarios, mayoritariamente personas dependientes, que hacen muy difícil el trato y reconocimiento. Hablo de la prestación que realizan los trabajadores de las residencias, independientemente de la tipología de las mismas (público o privada), independientemente de la propiedad y dirección de las mismas, independientemente de los recursos de las mismas. Los trabajadores, el colectivo que atienden a las personas, merecen todo mi respeto y admiración.

A lo largo de estas últimas semanas me ha emocionado y desesperado recibir multitud de comunicaciones, por parte de residencias (independientes y, también, grandes grupos de residencias) solicitándome, rogándome que les informara si disponíamos de EPI que pudiéramos entregarles. Les entregamos todos nuestros guantes y mascarillas, incluso hemos comprado material para entregárselo posteriormente a residencias.

Les exigimos que sean centros sanitarios y ellos, al no serlo, no pueden acceder en mismas condiciones que Dental Residency a la compra de EPI. Nosotros si podemos, porqué sí somos un centro sanitario.

Hace 5 apasionados años que voy conociendo este sector y cada día tengo más claro el increíble avance que han llevado a cabo en calidad asistencial, con pocos recursos y mucho esfuerzo.

Entiendo que pocos nos acordemos de aplaudirles, también, cada noche, pero me niego a aceptar que les señalen. Reto e invito a todos aquellos que lo hacen a pasearse por más de 300 residencias y, tras el derecho de la objetividad, intenten no emocionarse y admirarles.