Cuando la innovación es útil para las empresas
Es una paradoja interesante asumir que para poder proyectar con estrategia el desarrollo de una empresa debamos realizar instantaneas de su realidad, para acto seguido proyectar estáticamente unas líneas a seguir que serán válidas seguro para esa fotografía concreta, pero que teniendo en cuenta que los contextos competitivos son vivos y a veces extraordinariamente cambiantes, lo que quizás ya en un corto plazo se estableció como hoja de ruta para la consecución de unos objetivos, requiera una nueva instantanea sobre la que pintar líneas de futuro, sobre todo con vistas a no lanzar la empresa a un largo plazo donde los objetivos que fueron marcados se encuentren muy desalineados con la tendencia de ese nuevo momento.
Como es lógico este ejercicio de revisión continua de las instantaneas de una empresa requiere por lo menos de dos cuestiones, la primera asumir que el pensamiento estratégico es algo que la Dirección de una empresa debe activar en su ADN para asegurar un ejercicio continuado sobre las fotos fijas durante el tiempo y segundo dotarse de herramientas que aseguren una buena capacidad para virar rápido el rumbo establecido con el objetivo de "estar competitivo" continuamente.
Sin duda la Innovación es una de esas herramientas clave, que empleadas de manera coordinada y con una correcta metodología, permite la alerta y la reorientación rápida hacia una situación de mercado que haya hecho cambiar la tendencia y que pueda amenazar con dejarnos por detrás de nuestros competidores.
En la mayoría de las estrategias competitivas las decisiones van orientadas a si la empresa debe competir por precio o por la propuesta de valor, es decir por el valor de calidad, funcionalidad, estatus, novedad o cualquiera de esos atributos que hacen que el cliente elija tu producto o servicio antes que el de la competencia, aun pudiendo ser más caro.
Sea por una forma u otra, lo que resulta evidente es que para llegar a uno de esos estadios la innovación debe estar presente de forma continua, bien porque para ser más barato que la competencia es necesario innovar en los procesos productivos o de servicio, para reducir costes que permitan sin dilapidar los márgenes reducir el precio; bien porque para alcanzar una buena propuesta de valor que encaje con la expectativa de compra de los clientes has requerido de ideas nuevas y una alerta continua de sus necesidades/deseos.
Llegados a este punto es donde la innovación alcanza su razón de ser dentro de las empresas. El estatismo de planes estratégicos puede provocar inacción en líneas o áreas que con los cambios de tendencia provoquen movimientos en un sentido u otro de la competencia (mejora de su precio o mejora de su valor) y nos encauce a una deriva o remolque competitivo. Para ello la innovación se presenta como una baza imprescindible y muy tangible para complementar y hacer virar las estrategias en caso de ser necesario.