Cuando se cierra una puerta, se pone una mesa

Pocas cosas en la vida son fáciles desde el principio. Corrijo, pocas cosas que merezcan la pena son fáciles desde el principio. Estos días vivo rodeada de gente que intenta (intentamos) superar retos personales y/o profesionales. 

Y lo digo yo escribiendo sobre una mesa “nueva” de 1859. Hace ahora un año en uno de nuestros fines de semana en el pueblo nos cruzamos con una puerta que había cumplido su misión como tal y tras una reforma iba a ser “jubilada”. Más de 150 años ejerciendo de puerta eran ya un peso que no podía superarse. Ella afrontaba el final de vida y nosotros estábamos muy ilusionados con el inicio de otra nueva en una casa que íbamos a estrenar en breve. Se cruzaron nuestros caminos y algo surgió.

“¿Por qué no hacemos una mesa de la puerta?” Dije en alto. Tengo la suerte de compartir la vida con una persona a la que los retos le motivan por encima de todo, David. Empezamos a visualizar la nueva vida de la puerta, de nuestra mesa. Habría que ampliarla, lijarla, conseguir solventar los huecos de los cuarterones, buscar patas… trasladarla a Madrid, montarla…

Han sido meses, digo meses, de trabajo. Herramientas de todo tipo e investigación de unos neófitos en la materia que sólo aportaban a esta aventura las ganas. Hemos descubierto lo que es el epoxi, las diferentes resinas, cómo se suelda y que si aprietas un poco hasta una mesa de 2 metros entra en nuestra furgoneta.

Estos meses hemos contado con la ayuda de internet (gracias a todos los que compartís vuestro conocimiento), de más de 50 años de experiencia en un taller del “jefe” de los Domínguez y del impulso de todos los que han trabajado en esta madera en generaciones anteriores. Es alucinante pensar cómo elaboraban puertas como esta, imperfecta, con sus cuarterones irregulares y sin un solo clavo. Sólo madera maciza, encajada y perfectamente trabajada. Hemos superado obstáculos y más que una frustración superada gracias al trabajo en equipo e incluso a unos hijos, padres, familiares, amigos y vecinos que nos animaban con un “está quedando muy bien”.

Hoy nuestra mesa puerta/mesa es el bien más preciado de nuestra casa, en el que nos sentamos y compartimos con la familia y amigos conversaciones, proyectos y esfuerzos pensando en honrar a quienes la crearon, a los que le dieron nueva vida y a quienes la disfrutarán.