Cuidado con el teletrabajo
Mucho se habla del teletrabajo, de las maravillas que vienen para quedarse, el presencialismo en el puesto de trabajo está destinado a mudarse y a mutar su piel para adaptarse a una realidad que parece está más cerca que nunca. Lamentablemente, ha sido una realidad que no nos ha invitado a una transición del todo placentera.
Las numerosas ventajas que tiene trabajar desde casa son incuestionables, aquí el dilema radica en la balanza que mide el beneficio personal y empresarial. ¿Realmente estamos preparados para este cambio? No hay que mirar en la superficie para responder a esta pregunta, hay que observar profundamente cambios que pueden predecirse que se manifestarán individual y escalonadamente. Así, un trabajador puede ver un beneficio instantáneo, no tener que coger el transporte público para desplazarse, no soportar desesperantes atascos, no perder una hora de su vida en el cambio de su casa a la oficina, no tendrá que aguantar tan directamente al jefe o al compañero que no le agrada. Todos estos beneficios momentáneos pueden camuflar aspectos negativos que van a florecer cuando el empleado sea consciente donde se ha metido. Por ello, hay cuestiones que hay que resolver antes de empezar a disfrutar de las mieles del teletrabajo.
¿Estamos emocionalmente preparados para el teletrabajo? ¿Realmente, somos conscientes de las consecuencias a nivel personal que acarrea esta modalidad de trabajo? Parece que pongo un mundo negro con todas las ventajas que tiene este sistema, pero no hay que olvidar que el ser humano es un sistema en sí mismo, un sistema perfeccionado durante millones de años para realizar una serie de tareas en momentos y contextos determinados, y con tareas me refiero a las propias que tiene incorporadas en su sistema funcional.
No es nuevo afirmar que somos seres sociales, y necesitamos del contacto humano para sentirnos personas, realizados, respaldados, pertenencientes a un grupo. Un trabajo presencial tiene estos elementos que una persona necesita. Pues no nos engañemos, la felicidad de una persona está en interactuar con otra persona, ya sea familia, amigos o compañeros de trabajo, el resto es complementario.
Existen estudios que confirman, que una persona tiene la necesidad de mantener conversaciones profundas, reducen el estrés, la ansiedad, aumentan las hormonas de la felicidad y sobretodo crea un vínculo con la persona que recibe la profundidad de la conversación y si se añade un feedback también de esta persona, entonces, creamos una conexión interpersonal, estamos ante una posible amistad con futuras experiencias que hagan que se generen las emociones que hemos mencionado antes.
Pero una organización, no la hace atractiva, el simple hecho de mantener conversaciones profundas, quedar con compañeros de trabajo al final de la jornada, para tomar algo en un bar y hablar y desahogarse, es otro ejemplo de contacto social que genera bienestar.
Pueden parecer asuntos superfluos, carentes de importancia, pero piensa en ello como en un vaso vacío que vas rellenando de agua, gota a gota experiencia a experiencia vas rellenándolo, pues bien las gotas que he mencionado antes si tenemos que trabajar desde casa ¿dónde están ahora? Habrá que crear otras gotas que sustituyan a las anteriores, gotas artificiales lejos de la naturalidad.
Más problemas se esconden en este paraíso, mujeres que tengas problemas en el hogar que usan el trabajo como una vía de escape, un bálsamo para el ambiente que está viviendo y que ahora se verán obligadas a encerrarse en su cárcel e inventar un nuevo bálsamo, si es que puede inventarlo, pero claro ojos que no ven....
Continuamos con la regulación, la inexistencia de esta provoca un vacío legal, puede ser utilizado por empresas u organizaciones para exprimir a sus trabajadores, y flexibilizar sus jornadas (flexibilidad negativa). Antes mencionaba si estábamos emocionalmente preparados, pero ahora, tenemos la cuestión de si estamos intelectual y moralmente maduros, para llevar estas funciones con éxito y sin excedernos de nuestros cometidos . La línea que cruza, entre la máxima rentabilidad de la hora de trabajo, y la explotación excesiva de los recursos humanos de la empresa, se puede romper con demasiada facilidad, sin una regulación clara, habrá que aprender a prueba y error, y no hace falta evidenciar quién será los castigados en este asunto.
Esté claro, que se van a poner remedios, que no va a ser este cambio tan drástico como el Covid-19 está haciendo que parezca, pero es mejor ir trabajando estas cuestiones desde ya, si sabemos los problemas que pueden traer ¿por qué no ir estudiando posibilidades? al igual que tener prevención de riesgos laborales en el puesto de trabajo, porque no crear una prevención de riesgos de teletrabajo, que den las herramientas y los recursos suficientes a los profesionales para saber actuar en consideración a los estímulos que están recibiendo y a los sentimientos que se están despertando por jornadas de trabajo en sus hogares.
Alejandro Gil Ramos
Senior Talent Acquisition Specialist en Covermanager
4 añosAdemás de la regulación, es muy importante destacar que lo que estamos haciendo ahora no es teletrabajo , ya que, hay muchos condicionantes que dificultan el desarrollo normal de una jornada de teletrabajo al uso. De todas maneras, también depende de las facilidades que cada compañía puede aportar a sus trabajadores.