Día 11: Allá por 2016 - El reto #19x19aprendizajes
Laura Diez, José Luis Cabezas y yo en 2017 en El Salvador.

Día 11: Allá por 2016 - El reto #19x19aprendizajes

Este post será breve. Quizás también el que menos hable de mi recorrido profesional. Además, aunque hablo del año 2016, lo iniciaré retomando unas cifras del post anterior sobre la tasa de violencia en El Salvador en 2015.

El año 2015, fue el año con las mayores tasas de violencia registradas en El Salvador en toda su historia. Solo para que os hagáis una idea, y os pido disculpas por lo dura de las cifras y del siguiente párrafo, el promedio anual de muertes en El Salvador durante los años que duró su guerra civil (1979-1992), fue de 5769 muertes al año. Solo en 2015, el número total de muertes ascendió a 6.656 homicidios. Cada día, durante cada uno de los 365 días del año, fueron asesinadas un promedio de 18 personas.

Estábamos en 2016 y yo había trabajado los últimos tres años de forma cercana con policía, Ministerio de Seguridad Pública y, además, con los equipos municipales de los municipios más violentos del país, San Salvador y Zacatecoluca. 

Además, había realizado una investigación entre 2014 y 2015, también de primera mano, sobre la desaparición de personas a mano de pandillas y los cementerios clandestinos en El Salvador. Técnicamente, me pasé varios meses leyendo archivos oficiales de la Fiscalía General de la República sobre los cementerios clandestinos y, lo que fue más complicado personalmente, leyendo las notas personales y repasando las fotografías y croquis realizados de primera mano, por el equipo forense responsable de las excavaciones. De este trabajo salieron mi tesis de maestría, y varios artículos publicados en revistas online de la región. Si quieren leer un artículo breve (no académico), que publiqué al respecto  en un medio online especializado en política y asuntos regionales latinoamericanos, Asuntos del Sur, pueden leerlo aquí: https://bit.ly/pelsjjrv

El conocimiento de primera mano de la situación real que se estaba viviendo, sumada a la experiencia de tener siempre a alguien cercano víctima en primera persona de esa violencia, me hacían dudar de mi presencia en el país.

Y entonces, en 2015, volvimos a quedarnos embarazados. Leo, mi primer hijo, ya tenía 4 años y Nur, nació en febrero de 2016. Mi esposa Laia, también cooperante trabajaba con Naciones Unidas en el país, también en proyectos de violencia hacia las mujeres y feminicidios. Debido a complicaciones, pasó 6 de los 9 meses de embarazo en cama, sin poder levantarse. Demasiada violencia alrededor, y demasiado tiempo para pensar. El mismo que tuve yo para replantearme algunas cosas.

Aprendizaje #15:

No se a vosotros y vosotras, a mí, sí me cambió la vida en 2012 tener mi primer hijo. En todos los sentidos, excepto en el profesional. Habían pasado 4 años y seguíamos en el país, trabajando como siempre, en lo de siempre. Viviendo en la burbuja en la que solemos vivir los cooperantes en la ciudad, en los barrios “bien”, en casas “bien”, moviéndonos en coches “bien” y piensas que todo está bien. Pero cuando trabajas cada día con violencia, aunque tu no la hayas vivido nunca en primera persona, te afecta. Te afecta cuando la sufren las personas queridas que te rodean, te afecta cuando trabajas de primera mano con los datos de violencia que no salen en los periódicos. Te afecta cuando piensas que pasaría, si un día vas en coche y te ves en medio de un tiroteo o de un asalto con tus hijos en el coche, o si el autobús que les trae de la escuela es el blanco. 

Cada persona que se ha dedicado a esto lo vive de modo diferente. Yo, en mi caso, aprendí que llega el momento en que tus aspiraciones personales y profesionales, desaparecen o dejan de tener sentido tal cual antes lo tenían, en el momento que suponen un riesgo real para tu familia de sufrir las graves consecuencias de la violencia en primera persona. Nuestros hijos no merecían verse arrastrados a esa posibilidad por mucho que nosotros amásemos lo que hacíamos allí. Laia lo compartía.

Había llegado el momento de dejar 10 años atrás. Llegué a El Salvador el 01 de septiembre de 2006 y me marché el 15 de agosto de 2016, ejecuté una cartera de más de 10 millones de euros en proyectos, realicé operaciones en 8 países, estuve en el terremoto de Haití, trabajé en 3 organizaciones, tuve a mi cargo más de 50 personas, fuí técnico, luego coordinador, luego Jefe de Misión y finalmente funcionario público de AECID. Cursé más de 2100 horas de formación especializada en mi sector, la mitad de ellas, en un máster internacional en México y dos postgrados universitarios, y comencé un doctorado.

Y ahora en 2016, comenzaba un nuevo camino, que no sería fácil, y que implicaría toda una reinvención profesional, aunque siempre en el tercer sector. 

Eso os lo cuento a partir de mañana.

Nota: La foto que ilustra este post es muy especial para mí. Es de 2017, en uno de mis viajes de regreso a El Salvador, ya como consultor e investigador de doctorado. En ella están mi primera “jefa” en el país (2006), mi amiga y compañera Laura, junto a mi último “jefe” allí (2013-2016), mi queridísimo compañero Jose Luis.

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