Día internacional de Concienciación sobre el Ruido 2019

El último miércoles de abril, desde hace más de 20 años, se viene celebrando este "Día del ruido". Cada año, desde hace ya unos cuantos, planeo alguna actividad para este día, con la intención de contribuir a crear conciencia en la materia. Porque sé de qué estamos hablando, porque sé de riesgos, porque sé de salud pública, porque sé de medio ambiente. Porque, además, llevo años asistiendo a reuniones en las que se ponen de manifiesto las dificultades de gestionar este contaminante, y las dificultades de implementar soluciones eficaces. Además, son muchas las ocasiones en las que he visto cómo el ruido puede terminar por amargar la vida a una persona. Y todo ello, me hace ser muy consciente, y estar muy concienciado. Respecto al ruido de hoy, y sobre todo, respecto al ruido de mañana.

Por eso, llevo años esforzándome en hacer divulgación y concienciación, más que sobre ruido, sobre contaminación acústica, e intentando, cada año, subirme al carro del "día del ruido". Y todos los años me cabreo cuando ese día veo en prensa y televisiones gilipolleces y anecdotario variado, que, en lugar de concienciar sobre materia acústica, contribuyen a minimizar la importancia de este contaminante. Muchos años recibo llamadas de última hora para ir a hacer el friqui a la tele en 3 minutitos con un sonómetro en la mano. Lo siento, ahí no estoy.

Afortunadamente, el ruido no es cáncer, ni ébola, ni gripe aviar.
Y aún así, es un problema de salud pública.
No se trata sólo de un problema de molestia

Afortunadamente, el ruido no es cáncer, ni ébola, ni gripe aviar. Y aún así, es un problema de salud pública. No se trata sólo de un problema de molestias. El ruido es un estresor ambiental reconocido por la Organización Mundial de la Salud. El segundo, después de la calidad del aire. Y esto significa, que en un barrio silencioso hay menos estrés, más descanso efectivo, menos ingresos hospitalarios, menos problemas cardíacos, por lo tanto, más salud y más bienestar. Pero, es que, además, el nivel de ruido no va sólo, así que, es un indicador de calidad medioambiental.

Claro que mucho ruido puede causar una sordera. Tanto en trabajos ruidosos, como por abusar de dispositivos de reproducción sonora. Pero, en el caso del ruido ambiental, los niveles de ruido no son tan elevados como para lesionar el oído. Sí lo son, para afectar al sueño. El ruido puede llegar a despertarte, o puede provocar que tardes más en dormirte, y además puede alterar las fases del sueño, provocando que el sueño no sea reparador, o lo sea en menor medida. Sólo a veces somos conscientes de esto, pero de aquí derivan parte de los efectos sobre la salud del ruido.

Además, la contaminación acústica puede ser motivo de estrés y ansiedad. El ruido del bar o del taller de debajo de tu casa, el ruido del piano del vecino, el ruido de las pistas de baloncesto frente a tu casa, el ruido del paddle, de las motos, del botellón, de la terraza, de las obras pueden irte minando poco a poco, día tras día. Lo que puede empezar como un problema de molestia, se va transformando en un problema serio, que no afecta por igual a todas las personas de un mismo barrio, incluso de una misma casa. Pero no hay que minimizar su importancia, sobre todo, si tenemos en cuenta que en muchas ocasiones la respuesta subjetiva de una persona puede verse agravada por la falta de sensibilidad, empatía o transparencia de los responsables de la gestión del ruido.

En las ciudades se acumulan fácilmente muchos de los problemas asociados al ruido. Por esto resulta necesario planificar la acústica de la ciudad. Es fundamental que los ayuntamientos cuenten con profesionales que sepan de acústica. Profesionales que no vean un mapa de ruido como un mero trámite. Profesionales que puedan poner cordura acústica al planeamiento urbanístico. Porque en los ayuntamientos ya suele haber alguien que sabe de movilidad, de licencias, de urbanismo, incluso de calidad del agua, residuos o eficiencia energética, pero, casi nunca hay alguien que sepa de ruido. Alguien que no se dedique solamente a gestionar quejas, o a realizar mediciones, sino que se preocupe de ir planificando las mejoras para que en el futuro la ciudad sea más silenciosa y más sana. Por supuesto que es necesario gestionar las quejas de hoy, medir el ruido de las actividades, y buscar soluciones a cada una de ellas. Pero debemos tener en cuenta que el ruido de dentro de 20 años se está gestando hoy, y, por lo tanto, es ahora cuando deben abordarse las soluciones.

Para conseguir esto, resulta necesario que la opinión pública y los responsables políticos sean conscientes de la envergadura del problema. Por ello, en 2019 sigue siendo necesario el Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido.