¿Dónde estoy?

¿Dónde estoy?

¿ Dónde te fuiste ?

¿ Dónde estoy ?

Se preguntaba bajamente Paloma,

un instante después que su amado

dejara para siempre aquel envidiado hogar,

donde alguna vez sus paredes

desprendieron irónicamente

calor de felicidad y sueños.


Aquel fascinante vestido

que deslumbró a todos los invitados de la fiesta,

horas después, vistió sin pasión

el suelo de su alcoba, y sobre él,

caían un sinfín de lágrimas.......


Este raro amanecer no olía a café y caricias,

fueron el alcohol y el tabaco

quienes tiñeron drásticamente

cada rincón de la casa.


¡No puedes dejarme!

Si me decías, que era quien siempre soñaste

y que cuidarías de mí hasta la eternidad!

¿ Fue verdadero tu amor?

No puedes hacerme esto!

Dime donde estoy!


Esas bellas piernas que danzaron

durante toda la noche se arrastraron con vejez

hasta las últimas huellas

que él había dejado en la puerta,

a las seis am de aquel absurdo Viernes.


La razón comenzaba también a despedirse

invitando a que Paloma conociese por un instante

la tan temida locura, aquella que llevó a su amado

despedirse de ella eternamente

una hora después de abandonar el hogar.


Mientras ella esperaba

con su rostro despintado y un temblor en su cuerpo.

Muy cerca comenzó a escucharse

un batir de alas y una repentina brisa

arrastró hacía su piel, blancas plumas,

que él le hizo llegar para sentir su cuerpo por última vez.


Javier Ernesto Ruiz. 

Derechos reservados


(imagen de la red)

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