DE "CASOS CLÍNICOS" A PERSONAS: LAS EMOCIONES COMO PILAR ESENCIAL EN LA ATENCIÓN HOSPITALARIA

DE "CASOS CLÍNICOS" A PERSONAS: LAS EMOCIONES COMO PILAR ESENCIAL EN LA ATENCIÓN HOSPITALARIA

Durante esta semana me pregunte :

¿Qué sucede con la despersonalización del paciente?

Al parece ser una realidad que ocurre en muchos entornos hospitalarios. Esto se manifiesta cuando los pacientes son tratados más como "casos" clínicos que como personas con derechos y necesidades emocionales. Este enfoque es particularmente preocupante en contextos donde los pacientes enfrentan situaciones de alta vulnerabilidad. Para muchos, ingresar a un centro de salud no es una elección, sino una necesidad que genera miedo y ansiedad, especialmente cuando enfrentan incertidumbre sobre su cuerpo y estado de salud.

En la práctica clínica, es común observar situaciones en las que el enfoque en los aspectos técnicos deja a la persona en segundo plano. Por ejemplo, al hospitalizar a un paciente, no siempre se prioriza su acompañamiento inicial. Mientras algunos profesionales organizan aspectos administrativos o técnicos, el paciente puede permanecer solo durante largos minutos en un espacio desconocido, sin saber qué hacer ni a quién dirigirse. Estas situaciones no reflejan una falta de habilidades técnicas, sino más bien una ausencia de atención integral que considere la contención emocional como un aspecto esencial.

El estrés y la automatización de las tareas parecen influir significativamente en la capacidad de los profesionales de la salud para reconocer y responder a las emociones, tanto propias como ajenas. En entornos hospitalarios, las interacciones a menudo se centran exclusivamente en cumplir objetivos técnicos, lo que lleva a ignorar el impacto emocional del entorno. Por ejemplo, he observado en la entrega de turnos cómo se hacen comentarios inapropiados sobre los pacientes, sin considerar que estos podrían estar escuchando desde una habitación cercana. En otras ocasiones, incluso durante la entrega de turno frente al propio paciente, se discute sobre él o ella como si no estuviera presente. Este tipo de conductas no solo afectan el respeto hacia el paciente, sino que también deterioran la confianza en la relación profesional-paciente.

Además, la presión institucional por cumplir con indicadores técnicos parece contribuir al descuido de las interacciones humanas. Esto podría llevar a que algunos profesionales pierdan de vista el contexto completo, olvidando reflexionar sobre las implicaciones emocionales de su comportamiento.

Es válido preguntarse por qué el entorno emocional del paciente tiende a ser ignorado en contextos hospitalarios. El estrés asociado a la alta demanda de estos espacios puede debilitar la memoria contextual, haciendo que se olviden aspectos esenciales como la proximidad del paciente. Además, la falta de habilidades para identificar y manejar las propias emociones limita la capacidad de los profesionales para observar el entorno de manera crítica e integral.

En entornos de alta complejidad, los protocolos suelen detallar minuciosamente los procedimientos técnicos, mientras que la contención emocional queda relegada a términos generales como "atención integral". Sin embargo, estas palabras no siempre se traducen en acciones concretas, lo que refleja una carencia en la cultura organizacional para promover el respeto y la empatía como valores fundamentales.

Desde mi perspectiva, hoy la solución a estas problemáticas no se limita solo a fortalecer la educación emocional durante la formación profesional. También es necesario transformar los entornos clínicos para crear una cultura organizacional que valore la contención emocional, no solo hacia los pacientes, sino también hacia los propios profesionales de la salud. Esto implica generar espacios donde el autocuidado, la reflexión y el acompañamiento sean prácticas visibles y habituales.

El desafío consiste en construir entornos donde la atención integral sea un compromiso de todos los actores involucrados, desde los directivos hasta quienes reciben a los pacientes en la puerta del centro de salud. Solo mediante este cambio cultural será posible garantizar que el respeto, la empatía y la contención emocional se conviertan en pilares fundamentales en la atención de salud.

¿Estas experiencias se reflejan también en sus centros de salud? ¿Cómo podemos fomentar una cultura que priorice la contención emocional y la humanización del cuidado en la atención de salud?

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