De Daniel a Danna: La vida de una chica trans
Artículo publicado en tvpacifico.com.mx
La infancia de Daniel Samaniego no fue fácil, desde pequeño se le consideró andrógino: sus rasgos eran delicados, sus pestañas muy largas, sus ojos muy grandes, era un niño “bonito”.
En una sociedad cada vez más controlada por estereotipos, de un hombre se espera una figura varonil, masculina, que sea “guapo”, no “bello”, pero la belleza no sólo está en el rostro sino en el interior de las personas, y en el interior de Daniel se escondía no algo sino alguien tan bello como sus sentimientos: Danna, la mujer que siempre quiso ser, la mujer que desde "niño" sentía que debía ser.
“Desde niña, desde que tengo memoria siempre quise ser mujer, siempre lo tenía en mi cabecita, siempre fue como la vida de Daniel, pero había un mundo de Danna en mi mente”, comentó ella, ahora a sus 30 años.
Se describe a sí misma como una “chica trans” y lo hace con orgullo, su transición, como la de muchos otros jóvenes que nacen con identidades diferentes a las que dicta su cuerpo estuvo marcada por burlas de parte de sus compañeros en la escuela y por exigencias de partes de sus padres respecto a su comportamiento.
“Camina diferente, camina varonil porque así no caminan los hombres, así no se sientan los hombres”, recordó claramente como la reprimían sus familiares.
Vivir en un cuerpo que no sientes propio es algo sumamente confuso para una niña o un niño, sobre todo porque, según Danna, ella siempre sintió que su forma de ser y actuar era natural.
Desde pequeña jugó con las muñecas de su hermana, usó su maquillaje, incluso su ropa, y cuando llegó a la adolescencia se volvió evidente que la sociedad no aprobaba su comportamiento, ni siquiera sus familiares lograban entenderla.
“Sufría rechazo en la escuela, rechazo en la casa, y me preguntaba entones ¿dónde pertenezco? ¿Cuál es mi lugar?”, dijo Danna, originaria de Ciudad Obregón.
El acoso y la soledad llegó a ser tanta que en algún punto de su vida llegó a pensar en la muerte como una solución, pero el miedo a no morir era aún más aterrador que los insultos y las burlas, que el desapego familiar, así que se encomendó a Dios en busca de una solución.
“Yo decía por qué a mí, si yo soy una buena persona, si no he hecho nada malo, no he matado a nadie”, expresó. “Entonces llegué a preguntarle a Dios, si crees que yo estoy mal, que no debería ser, entonces quítame la vida, pero yo nunca lo intenté y aquí sigo, así que eso me dio esperanza”.
Desgraciadamente, hay muchos otros jóvenes que no encuentran luz en medio de la oscuridad de las críticas y prejuicios, de los maltratos y humillaciones, que pierden toda fe y esperanza y recurren al suicidio.
“La gente es muy mala y no mide lo que hace, no sabe lo que puede provocar, la gente es muy fría y no sabe por lo que están pasando otros, no saben qué tanto están sufriendo y cuántas veces no hemos visto el resultado de esa ‘carrilla’, de esas ‘bromas’”, dijo con un tono devastador, con genuina empatía hacia aquellos que han pasado por ese lamentable camino.
Para sobrevivir, para salir adelante, durante su adolescencia Danna encontró refugio en la cultura “dark”, en la música electrónica, en un mundo donde maquillarse, usar medias de red y tutús, y vestirse entallada de negro era normal, era aceptado.
“Me llevaba en ese ambiente porque ahí era donde yo sentí que encajaba más, porque mi inquietud nunca fue el hecho de que me gustaran los niños, sino el verme como mujer, el verme femenina y ahí podía serlo sin que me juzgaran”.
A pesar de que deseaba expresa su lado femenino de tiempo completo, la sociedad parecía seguir en su contra y llegó un punto en que casi se dio por vencida. A sus 22 años decidió dejar todo atrás, enterrar a Danna muy dentro de su ser y vivir como hombre, como Daniel. Compró ropa muy masculina y de moda, no escatimó en marcas, si iba a vestir como hombre lo haría como en las revistas y sería un “hombre guapo”.
“Sabía que me veía bien de niño, pero caí en una depresión terrible y entonces dije ‘No, no es lo mío, yo soy mujer y me afecta estar creciendo y madurando como hombre, yo quiero envejecer como mujer”.
A partir de ahí comenzó a vestir de mujer y a sus 23 años inició su transición a través de la inyección de hormonas femeninas para cambiar su cuerpo y convertirse en la Danna que ella veía al espejo desde niña.
“Tomar la decisión no fue fácil”, expresó. “Es difícil que te entienda la sociedad y es difícil aceptarte, porque crees que te vas a ver ridícula porque eres muy tosca, porque naciste hombre, y en algún punto se te hace hasta imposible que puedas llegar a ser como te sientes”.
Su primer año de transición fue particularmente frustrante, pues aún presentaba rasgos andróginos y su estatura no le ayudaba, pues midiendo 1.79 cm no pasaba desapercibida.
Recomendado por LinkedIn
Para su familia tampoco fue fácil, conforme las hormonas femeninas se acumulaban en el cuerpo de Danna los cambios eran cada vez más notorios: su tez era más delicada y sus pezones empezaron a brotar de forma evidente.
“Hubo un rechazo al principio, no querían que me hormonizara porque con los cambios era obvio que ya no era un juego el vestirme de mujer, sino que realmente quería ser mujer y eso no es fácil de aceptar para ningún padre”, comentó.
El proceso fue largo y si en algo Danna hace hincapié es en la importancia de apoyarse con ayuda profesional de psicólogos o psiquiatras durante el proceso de transición, pues existe mucho información fraudulenta y peligrosa sobre el uso de hormonas, además que los efectos del estrógeno no sólo se viven de forma externa sino también interna.
"Hay que ir con un psicólogo o un psiquiatra no para que te digan si eres o no mujer, no, sino porque es necesario tener ese apoyo que te ayude a ver que qué sentimientos son síntomas de las hormonas, porque te hacen sentir muy vulnerable y sensible, y cuáles son sentimientos tuyos durante la transición, sino puedes caer en una depresión muy grande”, enfatizó.
Danna se graduó de la carrera de Negocios Internacionales en el Instituto Tecnológico Superior de Cajeme e intentó incorporarse a la vida laboral como asistente en una empresa, pero se encontró con la misma crueldad que vivió en su infancia y en la universidad. Durante años se desempeñó como maquillista, donde encontró aceptación por parte de la comunidad estilista.
Hubo momentos en los que se sintió decaída, pero la vida la fue llevando por un camino diferente: en Obregón cada vez más personas parecían fascinarse por su transformación, pues de aquél chico a quien despectivamente algunos llamaban “joto” poco quedaba, ella era ahora una mujer: alta, delgada y hermosa.
Así fue como por curiosidad algunos medios empezaron a buscarla para hablar sobre identidad de género y preferencias sexuales en programas de televisión; a partir de ahí nació una nueva inquietud en su vida profesional y ahora estudia la licenciatura de Comunicación en la Universidad Vizcaya de las Américas.
Fue en ese momento cuando sus padres comenzaron a aceptarla como mujer, cuando la vieron por primera vez en televisión hablando seriamente del tema a nombre de la comunidad transgénero; fue entonces cuando se sintieron orgullosos de su labor y reconocieron, como lo han dicho ya en varias entrevistas, que ella siempre fue mujer.
A sus 27 años, ya con el apoyo completo de su familia, dio el siguiente paso en su transición y decidió someterse a cirugías estéticas. Primero: senos nuevos.
“Lo pedía y lo anhelaba como un carro nuevo, prefería eso a cualquier cosa, mi sueño era tener ‘boobies’ para sentirme mujer”, narró Danna emocionada, quien luego confesó años después haber hecho un cambio en sus implantes y reducir una copa para verse más natural y no tan voluptuosa.
Se quitó la manzana de Adán, le limaron la mandíbula y la frente, le quitaron las bolsas de Bichat para afilar así su rostro, se operó la nariz, levantó las cejas, bajaron su línea de cabello, se operó las cuerdas vocales para hacer su voz más femenina y finalmente el cambio más drástico fue la remoción de cuatro costillas para obtener un torso con mayor cintura y crear de esta manera una silueta más femenina.
“Siempre viví discriminación, desde la primaria hasta la universidad, lo raro es que ahora como trans ya paso desapercibida ante la sociedad, yo creo porque ya no se dan cuenta y me dejaron de molestar”, comenta Danna.
A pesar de que, como ella lo menciona, logra pasar completamente desapercibida como mujer transgénero, pues luce tan bella como cualquier otra mujer, Danna nunca ha negado ni esconde sus orígenes trans, al contrario, se siente orgullosa de ellos y no duda en corregir a aquellos que la confunden con una mujer biológica. Incluso participó en el certamen Miss Trans Nacional 2017, representando a Sonora, donde quedó en segundo lugar como suplemente.
“Yo siempre quise participar porque es el primer certamen en el que se le da el valor a la mujer trans, no es el hombre vestido de mujer que va por la corona gay, y así de valioso lo tomé”, expresó.
Actualmente, la pregunta del millón para Danna es ¿cuándo se realizará su reasignación de sexo? Sin embargo, ella no tiene prisa, pues es una operación complicada, en muchos casos poco exitosa y que tiene severas repercusiones psicológicas si no se realiza con un buen sistema de apoyo.
“Sí llegué a pensar que iba a vivir mucha discriminación por no hacerme esa operación, pero nunca debes de hacer algo como esto por darle gusto a la gente”, comentó. “Creo que las operaciones que me hice fueron porque quería verme totalmente como me siento, pero también tuve que aprender a quererme a mí misma y hoy sinceramente no creo que valga la pena ponerme en riesgo”.
El camino ha sido largo y su lucha aún no termina, pues como chica trans Danna ha adoptado todo lo bueno de ser mujer, pero también ha sufrido lo malo: los “piropos” que lejos de ser dulces son denigrantes, y lo peor, la violencia física y verbal a la que muchas otras mujeres deben enfrentarse en una sociedad machista.
Ante esta dualidad, ella ha encontrado su vocación concientizando a la sociedad sobre la comunidad transgénero y sobre violencia de género, de la cual desgraciadamente también ha sido víctima como mujer. Su canal de YouTube está por lanzarse muy pronto y su página de Facebook “Danna Samaniego” ya está abierta al público para hablar sobre éstos y muchos otros temas que van desde cuestiones de belleza y salud hasta sexualidad.
“Me siento muy realizada como mujer, gracias a Dios he logrado todos mis objetivos, ya no necesito pedirle más a la vida para sentirme más mujer, me siento ya muy conforme y lo que siguen son nuevos retos, externos a mi identidad”, expresó serena y entusiasmada.
Como Danna existen muchos otros chicos y chicas que han tenido o tienen que enfrentar este tipo de dificultades y problemas que surgen, no de ellos mismos, sino de la sociedad que reacia al cambio los juzga y discrimina olvidando que, ante todo, son humanos; ya sea heterosexual, homosexual, bisexual, transexual, transgénero, o simplemente “un poco diferente”. ¿Acaso la felicidad no es un derecho de todos?
Analista de Inteligencia de Negocios en Axtel
7 añosExcelente artículo.