De la Cortedad del Decir

De la Cortedad del Decir

Uno de los conceptos troncales de la poesía y la filosofía moderna es el de lo Inefable: la realidad que supera las convenciones cognitivas que erigimos para experimentarla, y para comunicar posteriormente esa experiencia. Lo que antes se restringía al terreno de la mística religiosa y la Ontología, a partir del siglo XX, con el avance tecnológico, la globalización y los nuevos descubrimientos y teorías científicas se extiende a lo que se consideraba el mundo al alcance de nuestra observación directa y, por lo tanto, fiable.

Somos conscientes de que podemos alcanzar un conocimiento más profundo, fiable y que está disponible para mucha más gente que el soñado por cualquiera de nuestras generaciones precedentes. Pero tenemos que pagar el precio de aprender a lidiar con la incertidumbre de que quizá las respuestas de hoy no sean infalibles ni imperecederas ni tampoco cómodas.

Y eso hace que mucha gente busque refugio en dogmatismos de todo tipo no basados en lo que sabemos sino en lo que refuerza nuestra 'propiocepción', o al menos calman nuestra inseguridad.

¿Y todo esto, a cuento de qué viene?

A que esos dogmatismos no se reducen a negacionismos o ideologías políticas: también son los miles de lugares comunes que construimos para ubicarnos mejor y a veces que logran todo lo contrario. En términos de comunicación, serían esas pequeñas falacias de autoridad, esos ‘memes’, que asumimos y replicamos sin mucho espíritu crítico al escribir sobre cualquier tema porque nos sentimos cómodos con ellos y nos ahorran el esfuerzo y el tiempo de ponerlos a prueba antes de construir cualquier argumento a partir de ellos.

Aunque sean 'autoprejuicios' que juegan en nuestra propia contra.

Es la base de la propaganda, sí, que es a su vez una fuente de desconfianza e incertidumbre en una especie de pescadilla que se muerde la cola.

Lo que nadie se esperaba, o quizá sí, es que este ‘problema’ cognitivo que tenemos a raíz de cómo hemos desarrollado nuestra arquitectura social y mental, haya pasado en apenas una década a ser un negocio que mueve billones de euros porque se ha descubierto, o eso se cree, la forma de ‘hackearlo’ a través de algoritmos.

La historia del contenido en Internet es bastnte simple: hemos pasado de la Cultura del #hashtag, en la que tú tienes más o menos control sobre qué conversaciones quieres participar, ver y ser visible, a la del algoritmo, en la que un proceso automatizado –perdonadme si me resisto un poco aún a llamarlo Inteligencia Artificial– lo decide por ti.

Y esto va más allá de que una Red Social nos diga qué comprar o a quién votar. Es que delimita nuestra percepción de la noosfera. De, para entendernos, la realidad entendida como un constructo de conocimiento global con el que interactuamos cada día.

¿Suena apocalíptico y abstracto? Bueno, seguid leyendo. 

Se puede decir que sólo son modas, o se podía antes de que escándalos como el de Cambridge Analaytics nos pusieran ejemplos de cómo funcionan los algoritmos à la hora de decirnos, no tanto qué pensar, sino sobre qué hablar y cómo hacerlo para encajar.

Sabemos que hay cada vez una mayor tendencia a combatir esto, a evitar esta distorsión y modular el papel de los algoritmos. Esto significa construir un modelo que recupere el papel del #hashtag y el algoritmo tenga menor poder sobre nuestras acciones. Lo cual implica repensar un modelo de negocio clave en la Cuarta Revolución Industrial.

Porque, evidentemente, alguien tiene que ganar con esto. Y aquí entramos en una especie de carrera tecnológica con dos grandes favoritos:

  1. Google, que es sinónimo de posicionamiento en redes y marketing digital ‘multiplataforma’ –fuera del ámbito de las redes sociales–.
  2. Las SuperApps. ¿Qué es eso? Una red social que sabe que quiere ser una noosfera y no necesita tanto dirigir lo que decide una persona sino ser el lugar principal en el que lo hace.

Imaginad una red en la que puedes acceder y compartir todo tipo de contenidos, recibir toda la información relevante que necesitas para tu desempeño diario en todas las facetas de tu vida, y realizar todo tipo de gestiones: desde a ofrecer tus servicios a contratar, a comprar bienes, a realizar operaciones financieras y gestiones administrativas… Y todo sin salir de una única aplicación, en la que puedes subir tus podcasts, tus directos, tus stories… y segmentar perfectamente quién te lee y cómo te lee.

¿Eso existe? Sí. Está la china WeChat, que es la plantilla que intenta seguir torpemente Facebook, y también LinkedIn aunque con más éxito, al menos en lo que a usabilidad se refiere, aunque se centre en el entorno profesional.

Si os fijáis en cómo ha evolucionado la historia de las redes sociales, las más segmentadas hacia públicos y/o formatos muy concretos –Tik Tok, Twitch, ClubHouse– no tiene una vida muy larga antes de ser fagocitadas por otras que copina 'incorporan' funcionalidades similares.

Se les llama KillerApps y un ejemplo claro es Instagram, Y precisamente estas KillerApps, como es el caso de Instagram, son satélites a su vez de otras SuperApps, como Facebook, que todavía está buscando la forma de integrar todas las plataformas que se ha comprado en una SuperApp.

Aunque hay rarezas, como Twitter, que siguen ahí por su veteranía y ocupa un nicho muy bien definido e inatacable: el de la Cultura del Zasca, ha pasado el tiempo de las redes sociales convencionales –incluso Google fracasó–.

Las SuperApps marcan el camino a medio y largo plazo. Un camino que logra nuevo impulso por la urgencia de reescribir el papel de los algoritmos en la creación, difusión e interacción con los contenidos.

Ahora bien: qué me responderíais si os digo que en esta carrera compiten empresas españolas.

Supongo que me diríais que vivimos en un país en el que la digitalización es poner líneas de fibra más que aprovechar el 5G


O en el que las startups se valoran por su éxito en captar fondos y no por aportar valor social. Sólo así se entiende que nuestros únicos unicornios ‘marca España’ en un lustro sean empresas de reparto de comida que nuestro siempre a la vanguardia Diálogo Social quieran utilizar de excusa para cerrar la puerta a las plataformas digitales.

De estos lugares (no tan)comunes hay que salir aunque sea desbrozando un camino de tópicos que nadie se molesta en despejar con hechos, Y el hecho es que existe una empresa valenciana que ha creado una SuperApp que en apenas un año ha logrado 100.000 descargas.

Lo cual no está mal para un proyecto sin el respaldo de gigantes tecnológicos y que desafía todas las convenciones de esas redes sociales ‘de moda’ y efímeras de las que hablaba:

Una red dirigida a todo tipo de usuarios pero pensando en la segmentación según sus objetivos –empresas o particulares–, radicalmente multimedia –con video y podcasting–, una interesante implementación del SEO en Google y un control absoluto del usuario en la construcción de su red y los contenidos, evitando trampas habituales como el “follow for follow” o la cultura del Like que contamina incluso plataformas como LinkedIn.

Y con una capacidad y ambición para construir una SuperApp no teledirigida por algoritmos que debería ser tomada muy en cuenta por los gurús de estas cosas y por las Administraciones Públicas tan preocupadas por 'digitalizar' España.

Esta empresa, no lo he dicho, se llama Launchyoo. Y responde más al signo de los tiempos de lo que nuestros autoprejuicios nos dejan pensar.

EDUARD FÀBREGAS GIMENO

Escritor y creativo en lenguaje espacio/tiempo.

3 años

Importantísima e indispensable reflexión, sobre estos medios que ya hoy en día nos conducen de la mano hasta nuestro pensamiento, si no empezamos a atender que queremos comunicar , cómo, por que y a quien, y en que espacio podemos decidir hacerlo para escapar entre comillas de estos logaritmos; si es que es posible hacerlo; en la misma red. Muy a la par de tus acertados comentarios podríamos incluir para la reflexión en profundidad el libro de Shoshana Zuboff; ya convertido en best seller "La era del capitalismo de la vigilancia", o el documental "El dilema de las redes sociales", para darnos cuenta de la profunda y acertada que es tu reflexión aportada y en este espacio genialmente creado por tu persona. Muchas gracias por este articulo Javier Esteban. Un placer seguirte. Feliz domingo!!

Jesús Fernández Freire

ingeniero de caminos canales y puertos en Universidad de Cantabria

3 años

Muy interesante. En especial, dos cosas. La primera se apunta en la carta: el mapeo cognitivo de la persona/usuaria para configurar una realidad a su medida orientada a objetivos inconfesables. La segunda que sí se expresa, la revolucionaria interfaz que pretende interponerse entre la persona/usuaria y la realidad con los mismos fines inconfesables. Youtube, Twitter, Instagram sobreviven por el momento a los vaivenes de sus propietarias y de los gobiernos mas concienciados.

Sandra Gali 😉

Content Generator • Copy • Coaching x Valores • Facilitadora Transformación Binnakle Serious Game

3 años

Suena a “la alienacion de la conciencia” o a #Auxley epico... apocaliptico es ya intrinseco de la evolucion desde que la humanidad ae autoproclamo “especie superior” por gracia divina o terricola.... #NoWayOut asi que...

Para nada suena apocalíptico y abstracto porque es algo real y cercano aunque ciertamente lo son en su trasfondo los aspectos que abordas. Más bien enhorabuena por haber sacado todo y haberlo explicado magistralmente. WeChat, un ejemplo muy ilustrativo y el cual tuve que usar forzosamente en China. Es presente desde hace ya años. Y esto, además, forma parte de una de las cuestiones que pueden poner en riesgo la esencia humana. En nuestras manos queda qué queremos. Gracias Javier Esteban.

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