De la expectativa a la perspectiva
La tarde se enciende lenta y evidente, caminamos hacia el auditorio escuchando en silencio a nuestras expectativas que se amontonan Y cuando los caminantes nos agrupamos en la entrada, descubro en los comentarios cercanos, observaciones parecidas, salidas de un congreso espontáneo de curiosos a punto de cruzar una frontera.
Empezamos a saborear nuestras incógnitas.
TEDx, al menos el de Río de la Plata, es un plenario de ideas llegadas de sitios y relatos tan diferentes que en algún punto se tocan, se rozan y hasta se parecen.
“Cambiar el mundo, una idea a la vez”, dirá, luego, uno de los oradores; como postulando el espíritu mancomunado de todos.
Y acá surge mi primer aprendizaje: no importa de dónde lleguen, ni quiénes sean, ni que aborden temáticas tan disímiles.
En todos los casos, aparecen puntos de contacto entre una charla y las anteriores, o posteriores. Chispazos de una conexión visible e inesperada.
Inmediata segunda enseñanza; en 18 minutos estas personas crean sentido y dan significado a una realidad paralela que construye de manera diferente, enfrentando, resolviendo y superando falencias que parecían insalvables.
Mientras en nuestro mundo de 10.000 personas, observando absorbiendo, nos convertimos de a poco en una feria ecléctica e inclusiva. Por esas ocho horas las diferencias de cualquier índole quedan abolidas y pospuestas hasta regresar al mundo de lo real irreal.
Ahí dentro, como en una nave invulnerable, lo cotidiano se queda afuera, aunque la realidad atraviesa las puertas, se huele en las miradas y nos interpela ante cada propuesta. ¿Es posible cambiar el mundo?
Los que exponen lo están haciendo, y ahí aparece otro aprendizaje: existen, los “héroes anónimos”, los que se ocupan con coraje el mundo que los circunda, se hacen responsables y encuentran soluciones donde sólo había impedimentos.
Cuando termina ese planeta de inquietos se dispersa, lo cotidiano regresa a su sitio y me queda un sabor a convicción, a certeza. Si deseamos con autenticidad transformar la realidad de nuestro país, superarnos, construir una sociedad equitativa, tenemos que abandonar los mecanismos y métodos utilizados hasta acá.
Llamar a esta gente y tantos otros como ellos y aprender de cómo lo hacen, de qué herramientas son esenciales y transferir semejante estrategia espontánea a cada área que necesite mejora y superación.
Me queda claro que no existen los “superhéroes salvadores”, desde ninguna ideología, sino mujeres y hombres comunes, semejantes a nosotros, logrando pequeñas victorias extraordinarias.
Si hacemos la suma, colocando el poder y los recursos donde se debe, para multiplicarlo por todo el territorio, entonces lo imposible se vuelve posible.
Funciona, ellos lo están haciendo diariamente, antes de decirlo.
Luis María Palacios
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