De la sobreinformación al "Business": convertir datos en decisiones con sentido

De la sobreinformación al "Business": convertir datos en decisiones con sentido

Imaginemos un negocio de Fitness boutique, especializado en entrenamientos personalizados y nutrición deportiva. Este centro es capaz de acumular una inmensa cantidad de datos a diario: los tiempos de entrenamiento de cada cliente, su frecuencia cardíaca, su consumo calórico, sus niveles de estrés, sus PRs (récords personales) y mucho más… Un mar de cifras que, en bruto, no sirven de nada. Antes de correr a ajustar programas, rutinas o planes alimenticios, hay que dar sentido a toda esa información. Sin una interpretación adecuada, solo tenemos números vacíos.

Somos... las historias (o datos) que nos contamos.

Vivimos inmersos en la era de la sobreabundancia informativa. Cada día generamos millones de datos: cifras de ventas, métricas de tráfico web, reseñas de clientes, indicadores financieros, registros de entrenamiento en el Smartwatch… Todo un océano interminable de ceros y unos. Y sin embargo, es indispensable detenerse un momento y preguntar: ¿esta montaña de datos nos hace más sabios o nos puede llevar a una confusión constante?

La respuesta es más compleja de lo que parece. Muchos confunden datos con información y conocimiento. Pero los datos, por sí solos, apenas tienen valor. Son señales fáciles de almacenar, pero sin la intervención humana no pasan de ser simple materia prima. Solo al contextualizarlos, filtrarlos y conectarlos con nuestra experiencia emergen como información con sentido. Y para llegar al conocimiento auténtico, necesitamos todavía algo más: una mente experta y consciente que interprete, cuestione y aplique esos hallazgos a la toma de decisiones. Sin esa persona con criterio, la información se queda corta y el conocimiento simplemente no existe.

En el mundo empresarial, esta distinción es crucial. Un documento con cientos de filas de ventas históricas es solo un repositorio de datos. Cuando las analizamos, buscamos patrones, entendemos los motivos detrás de las fluctuaciones y relacionamos esos números con el mercado real, entonces obtenemos información. Y cuando alguien -un analista, un líder de equipo, un entrenador de fitness o un profesional que conecta tecnología con negocio- usa esa información para proponer una estrategia que mejore la situación, hemos alcanzado el conocimiento. Este conocimiento es un activo intangible, valioso e imprescindible, pero difícil de gestionar porque reside en la mente de las personas.

La tres Aes de los datos

Con esta base, el siguiente paso que debemos tratar es aprender a tratar los datos de manera inteligente. Aquí entran las “Tres A”: Acess (Acceso), Accuracy (Precisión) y Analysis (Análisis):

  • Acceso: Primero, debemos contar con las fuentes adecuadas. ¿Cómo conseguimos los datos que necesitamos? ¿Están disponibles ya, o hay que generarlos desde cero? ¿Podemos fiarnos de su procedencia?
  • Precisión: No todos los datos son fiables. Antes de utilizarlos, hay que examinar su exactitud, actualidad y relevancia. Preguntémonos: ¿estos datos reflejan la realidad o pueden estar sesgados? ¿Son datos limpios o están contaminados?
  • Análisis: Finalmente, incluso con datos precisos, hay que interpretarlos sin prejuicios, buscando patrones y conexiones inesperadas. El análisis no debe reforzar nuestras ideas preconcebidas, sino abrir la puerta a nuevas perspectivas.

La E de los datos

No podemos obviar una responsabilidad ineludible. Cuando trabajamos con datos, no solo debemos preocuparnos por su accesibilidad, calidad, precisión e interpretación, sino también por cómo los obtenemos, manejamos y aplicamos. La ética de los datos se ha convertido en un pilar fundamental en un mundo donde la información fluye con rapidez y las decisiones basadas en datos pueden tener un impacto profundo en las personas.

Preguntas como ¿Estamos recopilando estos datos con el consentimiento adecuado? ¿Los utilizamos para los fines originales que prometimos? ¿Podrían estos datos perpetuar sesgos o desigualdades existentes? son imprescindibles.

La transparencia, la privacidad y el respeto a las personas que generan esos datos deben ser el eje de cualquier estrategia basada en ellos. Un mal uso de los datos no solo puede comprometer la confianza de los clientes y los grupos de interés, sino también desvirtuar las decisiones tomadas. La ética tiene que ser el marco que garantiza que los datos realmente impulsen un impacto positivo y sostenible.

Business Fitness

Ahora volvamos al Centro boutique. Su equipo -un entrenador principal, un asesor nutricional y un analista de resultados- aplica las Tres A para convertir datos sueltos en información clara:

¿Qué ejercicios impulsan el progreso?

¿Qué planes alimenticios logran mejoras tangibles?

¿Qué estímulos motivan más a los clientes?

Con esa información, son capaces de diseñar programas que sean integrales, coherentes y eficaces. Sin embargo, la tarea no acaba ahí. La clave del conocimiento está en transmitir estos hallazgos a todos los entrenadores del centro, quienes los van a aplicar en cada sesión. Así, cada cliente aprovecha al máximo su tiempo y dedicación en el gimnasio.

Esta misma lógica se puede trasladar al “Business Fitness”: la capacidad de una empresa para entrenar y refinar sus procesos de forma continua, tal como un atleta pule su rutina. Una organización que esté "en forma" revisa sus métricas, identifica puntos débiles, comprende por qué existen y, con conocimiento humano, diseña estrategias que la vuelven más fuerte. Aquí, los datos revelan las debilidades, la información explica las causas y el conocimiento propone la solución. Es un ciclo virtuoso en el que las empresas, como los atletas, se vuelven más resilientes y efectivas.

Al final, las mejores decisiones no provienen de una avalancha de datos sin procesar, sino de la interpretación creativa y bien fundamentada que las personas hacen de ellos. Una sola persona puede generar ideas a partir de la información que maneja, pero un equipo diverso y multidisciplinar multiplicará la capacidad de innovar gracias a la inteligencia colectiva, abriendo caminos y soluciones que nadie imaginaría en solitario.

Al igual que un atleta no se hace campeón solo acumulando datos de su rendimiento, una empresa no se vuelve competitiva sumando métricas sin sentido. La clave es transformar los datos en información valiosa, y esta información en conocimiento accionable. Con las Tres A como guía y el factor humano como catalizador, podemos pasar de la sobreinformación a decisiones realmente inteligentes. Así, en vez de ahogarnos en datos, aprendemos a nadar con soltura en un mar de oportunidades hacia nuestros objetivos más relevantes.

¡Nos vemos en la próxima Newsletter!

Manel Mazaira

BDM | Health & Wellness | Agile Coaching | PDD IESE

2 semanas

A las tres A le sumamos en el artículo un aspecto totalmente esencial: la E de los datos, la ética de los datos

Jose Feliciano Álvarez Doallo

Area Manager en AltaFit Gym Club | Lcdo. Cafyd (INEF)

2 semanas

Del Big data que más parece a veces un síndrome de Diógenes de informacion...a un Human data model que integre los datos con unas habilidades, objetivos o necesidades incluso aporte identidad a esa marca que intentas desarrollar como negocio.. Gracias Manel Mazaira!!

Begoña López (Walking)

Comunicación Corporativa-Multimedia. Hago tu verdad fascinante.

2 semanas

Me encanta el análisis que has desarrollado, Manel Mazaira. Los datos son nada sin la interpretación y la posterior acción. Feliz viernes. 😊✨

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