De lo microscópico a lo global
Pocas cosas hay que ejemplifiquen tanto la interconexión de todo y todos como el Covid-19. Un virus microscópico que afecta a nuestro organismo interno, que es capaz de tener un efecto en toda la escala de sistema en tan sólo unas pocas semanas. Desde desarrollar una enfermedad en tu propio cuerpo, es decir, afectar al organismo interno, hasta a nivel global cerrando países y fronteras. Pasando por la afectación de relaciones de pareja, familias, grupos, equipos, departamentos, organizaciones, países y continentes hasta ser una pandemia a escala mundial.
Si, ahora es un momento caótico para todos, y es normal que nos volvamos egoístas y miremos por nuestra seguridad personal, eso es inevitable que se dé en nuestra sociedad. Pero también podemos aprovechar para poner el foco en otro lugar, por ejemplo el de parar y ver dónde hacemos pie, qué valores queremos mantener o incorporar en la toma de decisiones, aunque sea en acciones cotidianas como ir a la compra o qué compartir por las redes. Tratando de no fijarnos tanto en lo que los demás hacen, y ser ejemplo nosotros.
Yo he tenido varios dilemas y múltiples pensamientos durante estos días, que además me han hecho cambiar de opinión en varias ocasiones, cosa que denota la naturaleza cambiante de la situación actual. Y más cuando la información es tan confusa y nueva para todos.
Pero el mensaje que realmente quiero trasladar es el siguiente. Si lo miro con suficiente perspectiva, tengo que confiar en la vida, en que todo saldrá como tiene que salir, y todos aprenderemos lo que tengamos que aprender. El virus no nos coloca en un punto final de nada, sino en un lugar distinto del que estábamos. Por lo que soltemos el apego a querer estar donde estábamos lo antes posible para que nos permita ver y avanzar hacia donde sí podamos.
"Tu peor batalla es entre lo que sabes y lo que sientes".
- Anónimo -
Dicho ésto, puedo ser yo el que critique o tenga un gesto egoísta por miedo, en un momento dado, pero tratemos de que no sea ahora, pues ahora se necesita apoyo. La democracia se trata de eso, delegamos la responsabilidad en otros para tomar ciertas decisiones porque confiamos en que así funcionaremos mejor. Nosotros somos parte de esa democracia, incluso aunque no hayamos votado.
Entonces, seamos apoyo, aunque sea durante estos momentos difíciles. No podemos borrarnos del sistema al que pertenecemos cuando las cosas no van bien para nosotros. Y si lo hacemos, sepamos rectificar lo antes posible, y no pongamos tanto foco en los errores o en las situaciones excepcionales, porque sin querer las magnificamos. Como si quisiésemos que la excepción sea lo normal. Ahora pongamos foco en lo que queremos que haya, paz, cordialidad, compañerismo, entendimiento, respeto, ayuda, unidad, compasión… Empecemos entonces por nosotros, con nuestras relaciones, tengámoslas desde la paz, unidad, respeto, compasión...
Cuando haya pasado todo, ¿quién quiero haber sido, el que apoya o el que genera más tensión y dudas?.
"La compasión sólo es posible, cuando la comprensión está presente"
- Thich Nhat Hanh -
Expongo una metáfora que creo que es muy gráfica. Imagina un sendero y un carro tirado por un caballo, con un campesino que lleva una valiosa carga, pero que de pronto, se ha quedado atascado al borde de un precipicio con el animal sufriendo por mantenerse en pie. El campesino, está preocupado por el carro, la carga y el animal. Y bajo esa presión decide soltar el carro, para salvar al animal. Pierde el carro y la carga. Pero se salva él y al caballo.
Si le hubiera pasado a otra persona, seguramente habría tomado otra decisión, o quizá la misma con un resultado distinto. Quizá un jóven fuerte habría intentado empujar el carro para colocarlo de nuevo en el camino. Otro habría tirado con todas sus fuerzas del animal y del carro para tratar de salvarlo todo. Un ingeniero quizá habría calculado el tiempo que tenía y trazado un plan para amarrar la carga mientras el caballo aguantase. Y de hecho con tiempo y más personas, las decisiones podrían haber sido muchas e incluso mejores. Pero el caso es que el que estaba allí en ese momento era el campesino, y de nada sirve quejarse de su decisión, en todo caso, ya compartiremos con él los aprendizajes del incidente cuando todo haya pasado y si él quiere.
En estos momentos el tiempo corre en nuestra contra, con lo que si no estamos todos a una, obedeciendo a la autoridad competente, sea cual sea en el momento y lugar que nos encontremos, podemos ser el que ponga palos en las ruedas y no el que toma las mejores decisiones para el conjunto de la sociedad.
Puedo entender entonces, que surja lo peor y lo mejor de cada uno. Por eso, si alguien se da cuenta de que lo que le está saliendo no viene desde un lugar equilibrado, mejor tomarse el tiempo necesario para ver qué me está ocurriendo para pensar o sentir eso.
Algunas preguntas que me han ayudado a mí han sido:
¿Quién quiero ser yo en un futuro?
¿Qué valores están alineados con quien quiero ser?
¿Si hago esto o aquello, estoy siendo coherente con el yo que quiero ser?¿Y con los valores que quiero vivir?
¿A quién estoy teniendo en cuenta con esta decisión, o transmitiendo esta información?
¿Lo que hago y decido va en línea con quién soy y lo que vengo haciendo?¿Estoy cambiando algo o mucho de quién venía siendo? ¿Tiene sentido ese cambio?
¿Desde dónde me nace esa necesidad?
¿Cómo lo están viendo los demás?
"Del apego surge el sufrimiento;
del apego surge el miedo.
Para aquel que está libre del apego, ni hay dolor y mucho menos miedo"
- Buda -
Cuando estuve hace unos años en Nepal, en un monasterio budista tibetano, tuve la oportunidad de recibir clases de filosofía budista por parte de Tenzin, uno de los monjes. Sus teorías sobre el corazón compasivo a veces me quedaban un poco lejanas, así que aproveché para preguntar lo siguiente:
Si alguien mata a una persona muy cercana, ¿cómo puedes sentir compasión por esa persona?
Su respuesta fue: claro que es muy complicado yendo a un extremo como éste. Pero creemos en que la vida nos habrá puesto ese suceso para aprender, incluso en esa situación tan extrema, a sentir compasión y estar en paz con esa persona, aunque nos lleve años de sufrimiento y dolor.
Entonces me explicó su ejemplo personal del Tibet, pues él era hijo de una familia de refugiados que emigró de Tibet a Nepal porque China, estaba lentamente ocupando sus territorios. Claro que algunos, incluso siendo monjes, no eran capaces de aguantar y se inmolaban desde su pasión por lo que creían que era una causa justa. Pero olvidaban la parte de la compasión, que tiene que ver no sólo con uno mismo, sino tiene en cuenta al resto de la humanidad. Aún así, frente a una misma situación, cada uno tiene un proceso distinto y es libre para escoger cómo lo quiere vivir.
Frente a esta respuesta y el convencimiento de Tenzin, me quedé mudo y pensativo. Es de las enseñanzas que me ha acompañado siempre desde entonces, especialmente en momentos de adversidad.
Así que resumiendo, empaticemos en la medida que podamos, tengamos paciencia y recuperémosla si la perdemos lo antes posible. Tengamos comprensión y compasión por nosotros y con los demás. Y si podemos, no juzguemos lo que la vida nos ha puesto delante, más bien veámoslo desde una perspectiva lo más amplia posible, y sintamos con curiosidad qué nos quiere decir realmente esta pandemia, en este momento y en estas circunstancias.
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