De qué hablamos cuando hablamos de cannabis.
Ciencia e investigación.
Mucho se habla de la enorme oportunidad que tiene Uruguay con la industria cannábica, pero todo se desvanece cuando se nombra, al lado, la palabra "marihuana"; como cuando en la escuela nadie podía decir "teta" y ser tomado en serio.
Hablemos en serio. Hasta donde sé, y seguramente estoy desinformado sobre algún nuevo proyecto, la industria cannábica está esperando la autorización, ya hace un tiempo, para invertir en universidades e institutos públicos más de 1.5 millones de dólares en investigación y desarrollo en los próximos doce meses.
¿En qué tipo de proyectos? En proyectos, que según el Dr. Patrick Moyna, ex-decano de Facultad de Química (1990-1998), en una devolución como integrante del CIESPE (Comité de Evaluación y Seguimiento de Programas de Innovación - ANII), observó que los proyectos no estaban buscando un fin en sí mismo, pero realizando una etapa inevitable, aun cuando luego intentara llegar a productos patentables. Por los rumores de pasillos, sé que las otras investigaciones presentadas siguen líneas parecidas. En este sentido: los proyectos de investigación difícilmente arrojen resultados comercializables a corto plazo.
La verdadera ganancia de esos proyectos estará a largo plazo, cuando se haya desarrollado a fondo las caracterizaciones fitoquímicas y metabolómicas, además de cuantificar y clasificar los resultados de distintos métodos de extracción. O sea, es una inversión en conocimiento que no solo alimentará las empresas que financian los proyectos, pero sobre todo se habrá fundado los cimientos científicos para una nueva industria, capacitando nuestros profesionales.
¿Con qué tipo de profesionales? Con científicos que trabajan en instituciones públicas, algunos de ellos extranjeros que vinieron a desarrollarse al Uruguay, otros uruguayos que, después de una larga carrera académica en el exterior, decidieron volver a casa para volcar su conocimiento, y otros, que siempre aguantaron al pie del cañón, apostando por el desarrollo científico del país.
La industria del cannabis en Uruguay, después de 5 años de aprendizaje y profesionalización, está pronta para despegar. ¿Estará libre de fracasos? Claro que no, hay mucho conocimiento por importar y desarrollar antes de lograr éxitos.
Este sector no solo está pensando proyectos buenos para su empresa o la industria, además está pensando en proyectos buenos para el país.
Mientras países como Israel y Canadá invierten en demostrar científicamente los beneficios del uso del cannabis, con gran éxito y excelentes resultados, Uruguay invierte en los problemas del uso abusivo.
Se debe celebrar que el gobierno decida impulsar iniciativas para advertir del riesgo del consumo de marihuana. Hay que ser cuidadoso. Pero para poder medir el impacto del uso recreativo, se debe antes, empíricamente, poder contestar otras pregunta: ¿todos los perfiles de plantas son adictivos?; ¿cuál es el rango de seguridad de cada planta?; ¿qué es lo que están fumando? ¿Alguien se preguntó esto? (perdón, Carver) ¿De qué hablamos cuando hablamos de marihuana?
Mientras países como Israel y Canadá invierten en demostrar científicamente los beneficios del uso del cannabis, con gran éxito y excelentes resultados, en ciertas dosis y por ciertos medios, en distintas concentraciones y combinando ciertos perfiles de cannabinoides y terpenos, Uruguay invierte en lo opuesto.
El país invierte en demostrar el problema y no la oportunidad. ¿Por qué?
Por suerte hay un sector privado, y gran parte del público, dispuesto a colaborar.
Estamos frente a una enorme ventana para generar conocimiento y valor agregado en el Uruguay. Necesitamos dar nuestros primeros pasos.
Cuando hablemos de marihuana o cannabis, ya es hora de hablar en serio.