De un emprendedor imperfecto a otro: cómo dejar de dudar y empezar a ganar
¿Alguna vez has sentido que ves otros emprendimientos que están avanzando con la presentación de sus productos o servicios y tú sigues preguntándote si deberías cambiar el color de tu logo por enésima vez?
¡Bienvenido al club! Aquí estamos los que pasamos horas decidiendo si la tipografía Arial nos representa lo suficiente o si debemos escribir “Hola, amigos” o “¡Hola, emprendedores!” en nuestros posts. Sí, somos los emprendedores imperfectos, y a mucha honra, pero no te preocupes, ¡eso está genial!
Como emprendedor que ha caminado por el mismo sendero de dudas y procrastinación, hoy quiero darte un consejo sincero, sin filtros: deja de esperar a que todo sea perfecto y empieza a ganar, aunque sea con acciones “a lo que venga”. Porque, créeme, tu competencia no está esperando a tener el plan maestro; están allá afuera, tomando acción.
Mi primera campaña fue un desastre (y aprendí más que nunca)
Déjame contarte una pequeña historia. Mi primera campaña publicitaria fue tan desastrosa que ni mi mamá le dio like (¡lo tuve que decir, mamá!). Me preocupé tanto por que todo fuera perfecto que terminé lanzando algo tan aburrido como un tutorial de cómo hervir agua en tetera clásica.
¿Resultado? Un silencio digital más frío que un iceberg.
¿Sabes lo que aprendí? Que esperar a la perfección no solo es frustrante, ¡sino que además no funciona! No necesitamos ser perfectos para conectar con nuestros clientes, necesitamos ser auténticos y… bueno, ¡aparecer en escena!
El “Momento Perfecto” no existe (y los unicornios tampoco)
Esperar el momento perfecto es como esperar que un unicornio te traiga café a la cama cantando villancicos. Suena lindo, pero no va a pasar. Si sigues esperando a que todo sea ideal, terminarás atrapado en el valle de los “y todavía no”:
Mientras estás en ese valle tomando tu “y todavía no”, otros emprendedores están lanzando sus negocios, aprendiendo de sus errores y avanzando. No porque sean más inteligentes o más talentosos, sino porque se atrevieron a dar el primer paso, aunque no sabían si sería el correcto.
¿Y si meto la pata? ¡Felicidades! Eres humano
Una de las mayores preocupaciones es el miedo al error. Todos tememos lanzar algo y que el mundo entero (o peor, nuestros conocidos) lo critique. Pero déjame decirte algo: meter la pata es parte del proceso. No hay manera de evitarlo, así que, ¿por qué no abrazar los errores y aprender de ellos?
Cada error te acerca más a hacerlo bien la próxima vez. Piensa en los errores como pequeños tutores privados que vienen a enseñarte algo nuevo. ¿Publicaste algo y nadie reaccionó? ¡Genial! Ya sabes que necesitas cambiar el enfoque. ¿Tu producto no vendió nada? Perfecto, ahora sabes lo que NO quiere tu audiencia. Cada fallo te afina como emprendedor.
Acción imperfecta: el superpoder de los emprendedores reales
La acción imperfecta es como el superpoder secreto que nadie te cuenta. Te da resultados más rápido que cualquier plan elaborado. Es mejor hacer algo ahora, aunque sea un poco caótico, que esperar seis meses a tener algo que parezca salido de una agencia top.
¿Quieres ejemplos?
Porque, al final, tus clientes no buscan perfección; buscan soluciones reales y personas auténticas.
La verdad que nadie te dice
Mira, te lo digo con todo el cariño del mundo: nadie tiene todo resuelto. Ni los emprendedores más exitosos. Todos improvisan, todos meten la pata y todos, absolutamente todos, empezaron con algo que hoy probablemente les da vergüenza. La diferencia es que ellos dejaron de dudar y empezaron a actuar.
¿Mi consejo final?
Empieza hoy mismo. Sí, ¡hoy! ¿Qué es lo peor que puede pasar? Que no salga perfecto, ¡y eso está bien! La próxima vez será mejor. Y la siguiente, mejor aún.
Así que sal ahí fuera y hazlo. No porque estés listo al 100%, sino porque estás cansado de esperar. Porque este 2025 no merece más excusas, merece tu valentía y tu acción.
De un emprendedor imperfecto a otro: hazlo, equivócate y sigue avanzando. ¡Te prometo que el futuro te lo agradecerá! ¿Te animas a dar el primer paso imperfecto? ¡Vamos, yo sé que sí puedes!