¿Debería Biden dejar paso a otro candidato?
Estrategia, táctica o todo lo contrario ¿Debería Biden dejar paso a otro candidato?
La Historia, con mayúsculas, habría sido muy diferente si Roosevelt no hubiera sido el presidente de los EE.UU. que tuvo que lidiar con la crisis del 29 o la IIWW. Hay, en estos momentos, muchos paralelismos con aquel momento histórico a los que se suman nuevas distorsiones en el juego político y geoestratégico a largo plazo.
Es un momento "cruce de caminos", algo que sucede en la historia de cuando en cuando para fijar tendencia a largo plazo; un juego de alto riesgo que se juega en las élites económicas (no me refiero a los técnicos altamente especializados que gestionan las empresas, difunden conocimiento o desarrollan nuevas tecnologías, sino a los propietarios de empresas, instituciones y centros de conocimiento e investigación).
Las élites se encuentran divididas. Los clásicos —defensores de las desregulaciones, del papel sumiso del Estado, sus gobiernos y las instituciones internacionales a sus intereses— y una nueva generación de "oligarcas", propietarios de industrias de nuevo cuño (tecnológicas) que son conscientes del caos devastador al que nos enfrentaremos todos, ellos incluidos, si no se aplica una cierta dosis de racionalidad, regulación y vigilancia.
Y Biden, ¿qué debería hacer? Con todo lo que está en juego, en mi modesta opinión, debería, desde la responsabilidad y el compromiso con la democracia burguesa y sus valores, dejar paso a un nuevo candidato demócrata.
Roosevelt sería un buen ejemplo. El icónico presidente norteamericano fue consciente de que su enfermedad minaba su liderazgo. No por sus capacidades políticas e inteligencia, sino por la imagen proyectada en un momento en que los votantes, aterrorizados, desbordados por la realidad y heridos en sus economías, necesitaban un liderazgo sólido, fuerte y determinado. Roosevelt ocultó su discapacidad de manera obsesiva, soportando el dolor hasta el último momento.
Buena parte de los medios económicos norteamericanos, alineados con las élites de la nueva economía digital, la tecnología y sus creadores de conocimiento , se posicionan en esta línea. El capitalismo debe ser reformado, adaptado y ser consciente de que, de seguir esta deriva codiciosa y táctica, puede colapsar.
Por el momento, todos apuestan por una reforma como la mejor opción estratégica. De otro modo, podríamos enfrentarnos a una demolición devastadora cuyas consecuencias sufriremos todos, más temprano que tarde, ya seamos súbditos, asalariados, técnicos altamente especializados, accionistas minoritarios o propietarios.