Decir Gracias, Un Arma Poderosa en el Cerebro de un Niño
Decir Gracias, Un Arma Poderosa en el Cerebro de un Niño
Transmitir a los niños la importancia de decir “gracias”, “por favor”, “buenos días” o “buenas noches” es algo más que un simple acto de cortesía; implica emociones, valores sociales y, sobre todo, reciprocidad.
Para construir una sociedad basada en el respeto mutuo, donde la ciudadanía y la consideración marcan la diferencia, es necesario dedicar tiempo a estos pequeños hábitos sociales, a aquellos que a veces no dan la importancia que merecen. Porque vivir juntos se basa en última instancia en la armonía, en estas interacciones de calidad basadas en la tolerancia que cada niño debe iniciar, y esto desde una edad temprana.
Un error que cometen muchas familias es presentarles a los niños estos estándares de cortesía cuando comienzan a hablar. Sin embargo, es interesante saber que el “cerebro social” de un bebé es extremadamente receptivo a cualquier estimulación, tono de voz o incluso expresiones faciales de su padre o madre.
Lo creas o no, podemos educar a nuestros hijos a una edad temprana. Sus habilidades son casi insospechadas, y uno debe aprovechar esta gran sensibilidad desde el punto de vista emocional. Lee el resto de este artículo y obtén más información al respecto.
Los neurocientíficos nos recuerdan que el sistema neural de un niño está genéticamente programado para “conectarse” con otros. Es algo mágico e intenso. Incluso las actividades más rutinarias, como alimentar a nuestros hijos, bañarlos o vestirlos, se convierten en grabados cerebrales que de una forma u otra dan forma a la respuesta emocional que este niño tendrá en el futuro.
Quizás un niño de 3 años a quien los padres han enseñado a decir “gracias”, “por favor” o “buenos días”, no comprenderá completamente el valor de la reciprocidad y el respeto en estas palabras. Sin embargo, todo esto crea un sustrato adecuado y maravilloso para que las raíces sean fuertes y profundas.
Finalmente, la edad mágica es entre 2 y 7, y esta es la que JEAN PIAGET llama “el estado de la inteligencia intuitiva“; Es en este momento que los niños, aunque condicionados al mundo adulto, serán cada vez más sensibles a la noción de respeto y a sentir este universo que va más allá de sus propias necesidades para descubrir la empatía, el sentido de la justicia y, por supuesto, la reciprocidad.
Reciprocidad, un valor con peso social
Cuando un niño finalmente descubre cómo se desarrollan las cosas cuando comienza una oración con “por favor” y termina con “gracias”, las cosas cambian para siempre para él; comienza a adoptar esta norma pro-social establecida por adultos que le da refuerzos positivos debido a su buen comportamiento.
Sin embargo, tarde o temprano, el niño se dará cuenta del verdadero efecto de tratar a los demás con respeto, así como la forma en que este comportamiento puede volverse positivamente hacia él a través de la reciprocidad.
Es algo excepcional, una conducta que tendrá que ser adoptada para siempre, porque tratar a los demás con respeto, también es respetarse a uno mismo, es actuar de acuerdo con valores y un sentido de supervivencia basada en un pilar de peso social y emocional: reciprocidad.