DECLARO LO QUE PIENSO

DECLARO LO QUE PIENSO

Tristemente, en la Industria del Seguro, donde me he desarrollado durante 25 años, en más de una oportunidad al momento de revisar las tasas, con lo que se calculan los costos o primas de seguros, he escuchado este decir: “PARA QUE DEJAR PLATA SOBRE LA MESA”. ¿Qué significa esto?, simple, significa que no hay que cobrar menos si se puede cobrar más; o más informal y claro, mejor cobrar más si pasa piola. Y claro, en muchas oportunidades el cliente final no sabe ni tiene la posibilidad de saber como se compone técnicamente el cálculo de una tasa para determinar el costo final de su Póliza de Seguro. No quiero generalizar, ciertamente he conocido muchos profesionales de primer nivel técnico y muy probos, pero también me he encontrado con ejecutivos con un esquema ético absolutamente adaptado en función de maximizar los beneficios o utilidades de sus Empresas.

Intuyo que la práctica recién descrita o prácticas de índole similar, que por cierto no comparto ni practico, se debe replicar en otras industrias; desde esta perspectiva, recogiendo también los casos de colusión y corrupción que en los últimos tiempos se han descubierto en Chile, se ha afectado al cliente final, a la gran parte del País que hoy y desde el viernes pasado, con cacerola en mano dice ME CANSÉ.

El mundo Empresarial, en parte, también es responsable de la gran crisis que nuestro País está viviendo, pues, además de insistir en un sistema que claramente estaba desgastado, tampoco contó con la capacidad de leer lo que, desde hace bastante tiempo, era evidente que ocurriría.

Luego del terremoto del año 2010, al revisar los casos de los saqueos conocidos por todos, me percaté que no fue el llamado “lumpen” los que saquearon, quizás el lumpen fué quienes abrieron las puertas o las cortinas de los locales, pero la gran mayoría de saqueadores fueron personas que, de un momento a otro, en una circunstancia muy especial como la posibilidad que da un terremoto, sintió el derecho de “cobrar lo que es suyo”, “cobrar lo que le han quitado”, “tomar venganza”; por tanto, seguramente esas personas pensaron, “me corresponde”. A casi diez años del 24/F, este cuadro se repite, pero de forma varias veces amplificada.

¿Qué pasó?, ¿por qué la falta de lectura?; para mi, dos posibilidades: la primera, incapacidad de lectura; la segunda, aun cuando el malestar era conocido, se desestimó, pues se creyó que era muy difícil que la gran masa pudiera salirse del sistema y, sin duda, por el poco interés hacia las personas.

Me inclino por la segunda postura, es decir, para la clase dirigente chilena su interés por años no fueron las personas, los intereses fueron concentrados en el individualismo y el egoísmo. 

En distintas entrevistas realizadas por los medios de comunicación en estos días, se ha planteado la falta de sintonía entre la clase política con el resto del país, la clase media y las personas más postergadas; me atrevería plantear que también hay una falta de sintonía entre una parte del empresariado con el resto del país que, hasta hace menos de una semana, dependía casi totalmente de las Empresas y el sistema económico impuesto; sin embargo, el viernes pasado y en pocas horas, por si no han caído en la cuenta, el poder o capital económico perdió absoluto valor, adquiriendo el capital social todo el poder.

Más de alguien pensará que esta situación, cuando vuelva a la “normalidad”, seguirá con la misma estructura, con algunos ajustes por cierto, pero misma estructura finalmente; sin embargo hay que entender que la nueva generación, de a poco ha mostrado que ya no depende del todo del sistema de consumo de la manera a la que estábamos acostumbrados ver. La nueva generación se transporta en bicicletas y por opción, prefiere consumir alimentos orgánicos, cada vez comen menos carne, si pueden, compran ropa de segunda mano por el puro hecho de disminuir la producción industrial, pues la industria textil consume una cantidad importante de recurso hídrico, además de presumir que, detrás de la fabricación de una prenda de vestir, hay explotación de niños en distintas latitudes.

Pienso que nada será igual, pero, a menos que se instaure un régimen totalitario como infelizmente ocurrió en nuestro país hace un poco más de cuarenta años atrás, vendrá un cambio para bien, pues existirá la obligación de que, quienes estén al mando de las decisiones políticas, sociales y empresariales, para poder estar ahí y subsistir, necesariamente deberán hacerlo desde la generosidad, honestidad, de la inteligencia y la empatía, generando ecosistemas que sean más equitativos, que provoque mejor calidad de vida a todos.

El mundo de las Empresas, los negocios, el mundo de los ejecutivos y profesionales también puede aportar con una mirada distinta, sin que sea el único foco la maximización de los ingresos; manteniendo marcos éticos bien definidos e irrenunciables, con un actuar consistente al discurso, pensando en los demás entendiendo que todos son necesarios, unos con otros.

Quiero pensar y asumir que no estamos en guerra, quiero un país más equilibrado, generoso y como dijo una prima muy querida para mí, un Chile más Amoroso.

Mientras tanto, seguiré al igual que toda mi gran familia tocando una cacerola, hasta que este cambio llegue lo más pronto posible.

Nelson Penrroz

Jefe de operaciones en PH4 Servicios

4 años

Excelente análisis, saludos

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