DEFECTOS DEL VINO: ¿UN DEBATE SOBRE LA BELLEZA EN LA IMPERFECCIÓN?
El vino es un producto complejo, fruto de múltiples procesos bioquímicos que pueden resultar en productos de gran calidad o, en algunos casos, defectuosos. Definir qué es un defecto en el vino no es sencillo, ya que muchas imperfecciones pueden ser apreciadas por ciertos consumidores.
Sois muchos quienes preguntáis en los cursos sobre los defectos del vino. Es normal, es algo que preocupa, y el primer síntoma para confirmar que alguien es un experto (con experiencia) es que es capaz de detectar un defecto en el vino. Pero el tema es mucho más amplio, como todo lo relacionado con el vino, y por eso nos decidimos a hacer el curso específico de defectos con nuestro querido Tao Platón (candidato a MW). Como él mismo declara "La naturaleza del vino y su disfrute son cuestiones complicadas y matizables, de ahí que la definición de defecto tenga que huir de cualquier componente subjetivo. Por lo tanto, podríamos decir que un vino es defectuoso cuando las imperfecciones dominan y se vuelven desagradables para cualquier consumidor. Nótese el matiz para cualquier consumidor".
Curiosamente, defectos como la oxidación o el Brettanomyces, dependiendo de su concentración, pueden aportar complejidad y carácter, lo que introduce un componente subjetivo en el juicio. Al fin y al cabo, la percepción del vino está influenciada por la cultura y la experiencia de cada bebedor. De hecho, filosofías como el wabi-sabi japonés, que celebra la belleza en lo imperfecto, o el concepto español de "la arruga es bella" reflejan cómo las imperfecciones pueden ser vistas de manera positiva.
Sin embargo, algunos defectos son claramente indeseables, como el TCA (olor a corcho), que afecta aproximadamente al 6% de los vinos según el International Wine Challenge. Este defecto es el más común, seguido de problemas de reducción, oxidación y otros microbiológicos. Aunque algunos vinicultores pueden intentar aprovechar estos defectos para dar personalidad a sus vinos, el debate continúa: ¿es posible que un vino con defectos pueda aún ser mejor sin ellos? ¿O aportan los defectos una singularidad que podría perderse con la perfección?
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Los defectos en el vino no solo afectan su calidad, sino que también plantean preguntas sobre la autenticidad del producto. En un mercado cada vez más globalizado, donde las técnicas de vinificación son replicables, ¿qué significa realmente tener un vino auténtico? La respuesta podría residir en la capacidad de aceptar y apreciar los defectos como parte de la historia y la singularidad de cada vino. Un vino que presenta una ligera reducción, por ejemplo, puede narrar la historia de su elaboración y reflejar las condiciones particulares de su entorno.
Lo que está claro es que, en algunos casos, los defectos homogenizan los vinos, haciendo que pierdan su identidad de origen. Aunque el tema sigue siendo objeto de discusión, quedan cuestiones ¿son los defectos algo que puede embellecer el vino o, por el contrario, lo reducen a una experiencia estandarizada? El debate está abierto…