Del paradigma tecnocrático eficientista al paradigma del desarrollo humano integral sostenible: pensamiento del papa Francisco.
En la carta encíclica Laudato Sí (2015), el papa Francisco, realiza una dramática descripción de una crisis social y ambiental que es vivida por la humanidad. Su relato es tan estremecedor que le asigna un nivel de urgencia tal que ya no es posible acudir a la cómoda indiferencia frente a ella, tan propia de nuestro actual modo de obrar.
En efecto, el ser humano, la política, la economía, y en general, la sociedad, están inmersos en un paradigma dominante, homogéneo, unidimensional y reduccionista: el paradigma tecnocrático eficientista. (LS, 106). Un paradigma que en división semántica hace referencia a tres dimensiones:
§ La “tecné” o conversión de la técnica en la forma privilegiada de la razón con carácter exclusivamente instrumental.
§ El “cratos” que explica que todo lo humano y los social es objeto de dominación y de poder por la técnica, y
§ La eficiencia, en palabras del papa, - el “becerro de oro” de nuestros tiempos– que condiciona valores fundamentales como la democracia, la justicia, la libertad, la familia y la creación.
El paradigma tecnocrático eficientista, continua el papa Francisco, “es un paradigma de comprensión que condiciona la vida de las personas y el funcionamiento de la sociedad.” (LS, 107), y por lo tanto “… ejerce su dominio sobre la economía y la política.” (LS, 109)
En lo económico, este paradigma dominante genera la transformación de tres principios positivos, o al menos neutros, de una economía de mercado: la propiedad privada, la competencia y el mercadeo, en dimensiones de dominación y de exclusión: la acumulación y profunda concentración de la riqueza, las limitaciones al fair play, y la inducción al consumo compulsivo.
En lo cultural, caben destacar otros impactos negativos: la ausencia de un sentido humano y social de la ciencia y la tecnología, otorgándole a ellas una finalidad y uso en sí mismas; transformación de los seres humanos en “dioses insatisfechos”.
En lo político, el paradigma tecnocrático eficientista genera lo que algunos autores denominan las “formas patológicas del estado, del mercado y de la sociedad civil”: los estados autoritarios, el neoliberalismo despótico, y el populismo.
Pero el papa Francisco, fiel a su mirada esperanzadora propone: “una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático.” (LS, 11)
Porque el aumento endémico y sistémico de las desigualdades y de la explotación del planeta, que es mayor con respecto al aumento de la renta y de la riqueza, consecuencia del paradigma tecnocrático, no son una fatalidad, ni tampoco una constante histórica.
Al nuevo paradigma lo denomina el desarrollo humano integral sostenible que conduce a un bien común que se realiza: en el respeto a la persona humana con derechos básicos e inalienables ordenados a su desarrollo integral; en desplazar el consumismo por la solidaridad y la austeridad; en la búsqueda del bienestar y el desarrollo de los grupos intermedios (la familia, por ejemplo) desde el principio de subsidiaridad; en la paz social que implica estabilidad, seguridad y justicia, y en la solidaridad intergeneracional. (Nos. 156 a 162)
Está en nuestras manos superar la indiferencia y hacer realidad este nuevo paradigma dominante en la ciencia y la tecnología, en la economía y en la política, y más importante aún, en nuestra vida cotidiana.
Coordinador para América Latina y el Caribe
3 añosSí. El mundo comienza a hablar más que de desarrollo, de vida plena; digna y feliz.