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¿Les ha pasado que, cuando van por la calle caminando, de pronto dos ritmos de velocidad de caminata se juntan aleatoriamente de tal manera que te colocas detrás de una persona y puede pensarse que las estas persiguiendo? En unas ocasiones eres tu quien va adelante y puedes llegar a sentir incomodidad si sientes que otro cristiano (a) anda detrás tuyo de manera persistente. O viceversa.
Para que se produzca esta situación las dos personas deben tener la misma dirección y un ritmo de caminata parecido, de tal manera que ninguno sobrepasa, se mantiene la distancia y si el recorrido se comparte por un relativamete largo recorrido, la situacion se vuelve mas vergonzosa.
Tal situacion normalmente finaliza cuando una de las partes, casi siempre quien va adelante, disminuye su ritmo y pone fin a este encuentro casual pero incomodo.
Lo que no es normal es que varias situaciones de estas se te apiñen en una semana en donde, de pronto, en esquinas aleatorias, te vuelves "perseguidor" involuntario de las huellas de mujeres que caminan delante tuyo y que sea muy dificil adelantarles el paso. Y que además, esten vestidas con pantalones ceñidos y sean voluptuosas. Situacion tan extraña como bochornosa.
Tampoco es normal que avisores a 50 metros que vas (¡de nuevo!) a caer en tal situacion y decidas cambiar de acera de manera abrupta, en mitad de cuadra donde nisiquiera hay cebras, cosa que poco suelo hacer en España, país que respeta mucho sus pasos peatonales. De pronto la mujer que intentas evitar caer en la anotada involuntaria persecución, corre para pasarte a tu acera y quedar, de nuevo, en posicion delante de mi, lo que me convierte, al menos por la posicion espacial de los cuerpos, en posicion de perseguidor. No es normal que situaciones como estas se repitan día a día.
Cotidianamente voy a pie desde mi casa de refugio en Fundación Cepaim, en Alicante España a mi lugar de estudio. Lo hago en una caminata firme y vigorosa para sacar el mayor provecho de los beneficios cardiovasculares de tal acción. Verme entonces en repetidas y anidadas situaciones como esta me alarman un poco pues la situación donde la mujer que intento no perseguir cambia, en rapida carrera, de acera para repetir la posicion incomoda, me causa temor, susceptibilidad.
La situación sería asunto menor si no estuviera en pais extraño como solicitante de asilo. Y más aun, si no fueran autoridades corruptas las que me tienen en este exilio forzado, a las que he denunciado. Con alto presupuesto y dinero (no es pleonasmo pues diferencio claramente entre una cosa y otra) como para dañar mi imagen. Sería un asunto menor si no hubieran, en reciente pasado, alterado mis equipos para que aparecieran objetos sexuales, partes anatomicas femeninas, armas y contenidos de violencia en mis aplicaciones que manejan algoritmos.
Tampoco sería relevante mi relato si no existiera una reserva del pais que acoge al refugiado y que tiene la potestad de no recibirlo si considera que es un peligro para sus connacionales.
Recomendado por LinkedIn
Puede ser que esté susceptible. Tambien puede que no.
Lo cierto es que enfrentar a un monstruo corrupto desde la humilde condicion de ciudadano se asemeja a un elefante versus una hormiga. Es obvio a donde están las mayores oportunidades de daño. Sin embargo hay fuerzas que dejan, tanto a hormiga y elefante en condiciones iguales: en ambos cuerpos, sin importar su tamaño, opera la ley de la gravedad y no pueden escapar de ella. En eso son iguales.
En mi relacion de desigualdad con mis perseguidores en Colombia hay una fuerza que me quipara e incluso me deja en franca ventaja. La fuerza que me protege se llama verdad.
Solo con ella como estandarte asumo mi pelea contra mi seguridad juridica, fisica y moral como refugiado.
Esperemos que la primavera llegue y el asunto no pase a mayores.