Descomoditizar el país

Descomoditizar el país

Muchos hemos escuchado en varias ocasiones el término “commodity”, pero pocos sabemos su significado y el impacto en la economía global, más aún cuando se trata del sector agrícola.

¿Pero qué es realmente un commodity? Un commodity es una materia prima intercambiable directamente con dinero, la cual es estandarizada y no se diferencia dependiendo de su origen o de quien la produce. Los principales commodities en agricultura son el maíz, soja, algodón, trigo, azúcar, cacao, café, girasol, madera, otros.

La competitividad en commodities como el maíz, la soja, el girasol, el trigo y el azúcar, está ligada directamente al desarrollo tecnológico de los diferentes factores de producción empleados (genética, insumos, mecanización, riego). Estos commodities en su mayoría son producidos a gran escala por países como Argentina, Brasil, Estados Unidos o Colombia que son altamente eficientes por el nivel de apertura que tienen a tecnologías de punta; no así, países como el nuestro que cuenta con leyes restrictivas y tiene una visión romantizada que limita la evolución de la agricultura hacia una actividad empresarial.

Limitar el acceso a la tecnología y al capital para la inversión en agricultura es renunciar al desarrollo de la principal fuente de divisas, empleo y soberanía que tiene el país.

Dicho esto, ¿a qué nos referimos con descomoditizar el país?

Los países pequeños y de baja penetración tecnológica debemos competir en el área en la que somos fuertes: en la diferenciación. No por nada tenemos cacaos especiales, café gourmet, frutas tropicales, palma híbrida, balsa, rosas, orito y demás productos que ocupan un espacio muy importante en el mercado y que son diferenciables por sus cualidades organolépticas o porque no pueden ser cultivados en otros sitios por ubicación geográfica, como la balsa. Ventajosamente la lista es larga.

Ecuador jamás será competitivo en la producción de maíz y no se debe a la incapacidad de nuestros agricultores, sino porque no tenemos la tecnología, la topografía ni el área necesaria para ser competitivos. Por ejemplo, para un productor de maíz en Charapotó solo el costo de la cosecha representa 3 dólares por quintal, mientras que el productor brasilero, con sus cosechadoras autopropulsadas y grandes planicies, incurrirá en apenas una sexta parte de ese costo.  Esto sin contar con el potencial genético de los híbridos de última generación que se usan en Brasil, por sobre los híbridos del Ecuador.

Ahora ¿qué hacemos con el productor de Charapotó, si no es competitivo en maíz? Pues ahí está planteado el primer gran reto de un país autodenominado agrícola. Debemos impulsar a la migración hacia cultivos que puedan ser diferenciados en el mercado o lograr diferenciar nuestro maíz del que se comercializa internacionalmente en las bolsas de productos, mediante certificaciones orgánicas, FairTrade, No GMO´s, etc, que pudiesen ser acogidas en el mercado. Para esto debemos corregir varios aspectos, no solo como Gobierno, sino como sociedad y como productores: Afinar la cadena de comercialización para evitar que un producto pase por 3 – 4 manos antes de llegar al consumidor final, fomentar la asociatividad para hacer economías de escala, generar modelos integrados de transferencia de tecnología a productores, desarrollo de procesos de transformación agroindustrial, facilitar el acceso a los factores de producción más determinantes (riego, genética, mecanización, etc) y mejorar las condiciones crediticias para la agricultura, pero este último, es tema para otro post.

Byron.


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