Descubriendo la cara menos oscura del otoño.
El otoño ya llegó, con sus colores rojos, marrones y amarillos. Nos traerá días de lluvia, de viento fresco, noches más largas, días más cortos y también sus temidos efectos asociados. Pero…
¿Te has parado a pensar por qué tiene tan mala fama?
Intentando arrojar un poco de luz y Justicia Divina sobre esta hermosa estación que acabamos de comenzar, escribo este artículo para animarte a vivir los próximos meses con otra perspectiva, un poco más amable y alegre. ¡Menudo reto… A ver si lo consigo!
Desde el punto de vista fisiológico, son muchos los estudios realizados por importantes Universidades de todo el mundo al respecto. Casi todos apuntan hacia el mismo lugar: serotonina, melatonina, cortisol… Todos estos nombres que ya forman parte de nuestra familia, – bendito Dr. House – son los de las hormonas que tienen que ver con el sol, las horas de luz que recibimos, la felicidad o el cansancio. Es decir, éstos parecen ser la causa fisiológica del jet lag otoñal.
Desde el punto de vista psicológico, se han llevado a cabo casi los mismos estudios y teorías, no demasiado concluyentes, acerca de las causas posibles del estado mustio de los mediterráneos cuando llega el temido mes de octubre.
Comenzamos por la vuelta a la rutina que contrasta terriblemente con el recién finalizado período vacacional, en el que todo es descanso, fiesta, falta de preocupaciones, largas horas de sol en las que da tiempo a salir a la calle y tomarse unas cañas en las terracitas, ver a los amigos, hacer deporte al aire libre hasta casi las doce de la noche, comer helados por la calle hasta las tantas para combatir el calor, etc. etc. etc.
Además la vuelta al cole de los nenes, con la que a algunos padres os entra la llorirrisa. Por un lado los nenes os dejan un poco más tranquilos y no tenéis que hacer carambolas para dejarlos con los abuelos, los tíos, primos, campamentos, vacaciones partidas, etc. Hasta aquí todo bien. Pero, pero, pero -mira que me acuerdo de Mayra Gómez Kemp últimamente- llega la cuesta de septiembre: libros, cuadernos, bolígrafos, lápices, gomas de borrar, carpetas, uniformes, calcetines, “mamá quiero una mochila nueva como la de mi amigo Felipe”, “pero niño, ¿qué demonios has hecho con el compás y la calculadora que te compramos el año pasado?” y así un sinfín de típicas situaciones que se van presentando a lo largo de todo el mes de septiembre y que os hacen llegar a octubre completamente extenuados y sin un euro en el bolsillo.
Y para qué hablar del cambio horario que se produce cada año en el mes de octubre. ¿Es que no había otro mes con mejor fama? A esto le llamo yo: “hacer leña del árbol caído.” A los que les gusta la nocturnidad, podrán celebrar su cita anual con el Déjà vu el domingo 25 a las 3 de la mañana. Como ventaja, tendremos un fin de semana con una hora más. ¡Toma ya! Como desventaja, el cambio de horario nos vuelve medio tarumbas durante unos días, o incluso semanas, a unos cuantos. Y no tenemos hambre cuando hay que comer, y no tenemos sueño cuando hay que dormir, y no queremos levantarnos cuando hay que levantarse... Y así un día, y otro día y otro día hasta que te haces al nuevo horario de invierno.
Ha llegado el momento de darle una oportunidad al otoño
Seguro que se te ocurren algunas otras razones, pero no creo que sean demasiado importantes. Entonces, hombre, visto así… Tampoco es para tanto.
¡Venga, va! Hagamos un pequeño esfuerzo entre todos para desmitificar a esta estación del año. ¡Si es que a la pobre la hicieron simple desde su nacimiento! Fíjate en las otras estaciones: prImAvErA, vErAnO, InvIErnO… qué riqueza de vocales, ¡oye! Y al pobre otoño ¿qué? OtOñO Nota: haced el favor de no sacar vuestra vena poética justo en este momento y no comencéis a buscar rimas.
Siguiendo con mi declaración de intenciones inicial, concreto que mi propósito en este artículo es convertir el mustio OtOñO en un OOOOOtOOOOOOOñOOOOOO, el mes ¡ooooohhhhhhhh! Veamos cómo lo hacemos. Al gusto de Jack el Destripador: “vayamos por partes”
Los niños:
Lo primero de todo es no transmitirles nuestro poco cariño por este mes. Es un mes genial para salir a la Naturaleza, para enseñarles cosas y hacer que jueguen con las texturas y colores de las hojas. Déjales que salgan al parque, al campo y que creen con todos los colores que ofrece esta estación.
Para que el cambio horario sea menos duro para ellos, intenta ir adelantando paulatinamente sus horarios. Con 10 minutos de adelanto a la semana será suficiente y les ayudarás a no tener que afrontar el cambio de una forma tan brusca. Este consejo también vale para los papás.
¡Ah, y cuidado con los resfriados!
El jardín:
La naturaleza, como ya sabemos, es muy sabia. La madre Tierra sabe cómo regenerarse y alimentarse a sí misma. Piensa en el precioso proceso que comienza cada otoño. A veces vamos por la vida con tanta prisa que nos perdemos cosas maravillosas.
Los árboles perderán sus hojas, que caerán al suelo y tras su descomposición se convertirán en nutrientes. Comienza un proceso de letargo, de recogimiento, de descanso, en el que el Reino Vegetal prepara su gran apogeo que tendrá lugar la próxima primavera. Es el mejor momento del año para trasplantar y sembrar. Es decir: crear vida futura.
Seguro que en los 89 días y 20 horas que tendrá la estación que acaba de comenzar, paseas en algún momento por un parque, un bosque o la montaña. Intenta observar y mirar a tu alrededor con esta nueva perspectiva. Para mí es una “cura de humildad” en la que me doy cuenta de lo mucho que he perdido mi esencia y lo pequeña que soy en comparación con algo tan grande, tan equilibrado, tan sabio y tan hermoso como la Naturaleza.
La casa:
Hablemos de nuevo de renovación, de nuevas energías, de eliminar todo aquello que ya no usamos y dar paso a todo lo nuevo que está por llegar. Es el momento de cambiar la ropa de verano por la de invierno. Aprovecha este momento para deshacerte de todo aquello que te sobra, sea ropa, sean muebles, sean papeles… Todo fuera. Deja que tu casa se llene con este nuevo aire fresco y quítale peso, dale movimiento. Aprovecha para renovar la pintura, cambia los cuadros de sitio, dale un nuevo aire a tu alrededor. Buena idea hacerlo también en tu despacho.
Cuerpo y alma:
Como acabamos de ver en el jardín, el otoño es la época de siembra, es decir la época en la que planificar y comenzar proyectos desde la raíz que verán sus frutos en un futuro no muy lejano.
El equinoccio es un momento de equilibrio. El día tiene una duración igual a la noche en todos los puntos de la Tierra. Es un momento de exactitud. El sol sale exactamente por el Este y se pone exactamente por el Oeste.
Respecto a nuestro cuerpo, la piel es nuestro órgano más grande, luego tiene sentido cuidarnos por dentro, pero también por fuera. Igual que los árboles pierden sus hojas, debemos empezar por eliminar la piel muerta para dar paso a la frescura de las nuevas células. En el otoño la piel aparece visiblemente más seca, con menos luminosidad y agotada después del largo verano. Las marcas de la edad se hacen más visibles y el tono, tras desaparecer nuestro adorado bronceado, se torna gris y apagado. Un buen consejo es comenzar por la exfoliación, para después continuar con una hidratación profunda y reparadora.
Muy ligado a ello, hablemos también de la alimentación. Haciendo mención una vez más a la sabiduría de la Naturaleza, la recomendación es consumir productos de temporada. Ha pasado el verano, la estación de los excesos y de profundo desgaste para las células de nuestro organismo por dedicarle menos horas al sueño, la falta de humedad, la exposición al calor, tantas horas de sol, la sal del mar, el cloro de la piscina... Frutas como las peras, manzanas, membrillos, caquis, pomelos, aguacates, mandarinas, granadas, mangos, chirimoyas, naranjas y kiwis, y verduras como la calabaza, calabacín, boniato, berenjena, pimiento, zanahoria, puerro, acelga, nabo, coliflor, hinojo, rábano, col, lombarda, espinaca, brécol y apio irán apareciendo en nuestras tiendas y supermercados según avance el otoño para ayudarnos a recuperar nuestro organismo. ¿Te fijas en qué tienen en común todos ellos? Son especialmente ricos en antioxidantes. Una gran farmacia natural para llevar a nuestras mesas.
En conclusión:
Otoño no es tan malo, lo mires por donde lo mires.
Es una oportunidad de renovación, de sembrar nuevos proyectos y de recogernos en nuestro yo interior. ¿Qué tal si aprendemos un poco de la Naturaleza y volvemos a conectarnos con nuestras raíces?
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GRACIAS!!