“Descubriendo Palabras” - Capítulo 8 -
Seremos capaces de oir el mandato de la música y sus pasiones?
¿Somos capaces?
Entonces hagámoslo. Privilegiemos la palabra, la música, el sentimiento, el énfasis y sus implicancias, la vida y sus representaciones magistrales, el encuentro del gesto con la calma y la certeza de sus manifestaciones, el vínculo y su semilla, la alegría y el abanico de vertientes que deambulan por ella.
Seamos capaces de reconstruir los cimientos derruidos por el desgano, la avaricia, la falta de respeto y los falsos comentarios. Seamos operarios de lo justo y de los instantes de nobleza.Ejecutando cada labor con la precisión del reloj que cuela su arena registrando el inexorable paso del tiempo. Tiempo que enmarca toda una serie de situaciones por las que transitamos con la prisa del momento que así lo requiere. El reloj del tiempo que marca un camino y que anuncia un final.
Un tiempo de pausas y de respiración profunda, de miradas sin rumbo, de caricias anunciadas por la urgencia del encuentro, del reducido espacio entre los cuerpos que provoca el acercamiento, distanciando olvidos, desengaños, reacciones compulsivas y malestares acumulados.
Caricias que se suceden con la urgencia de los afectos. Caricias que nos ilustran el alma con el arco iris intenso y astral de las pasiones desenfundadas por la prisa del gesto, por la demanda de la instancia, por la necesidad del impacto, por la mesura del encandilamiento.
Impacto, que no golpea pero sí, que deja huella. Huella que se evidencia por la profundidad del acontecimiento que se aletarga y continúa…que calla y no se desespera…que se acentúa por momentos y que por momentos se sumerge en pronunciados declives por los cuales derrapamos sin pretender contención alguna. Sin sorpresas, con todas las ganas y todas las fuerzas agotadas y reducidas al mínimo nivel de arrepentimiento.
“Descubriendo Palabras”
...sembrando gestos nobles y fecundos por los caminos del alma...