Desde el silencio del cerebro, deja que hable tu intuición
Goso (maestro Zen) dijo: Si te encuentras por la calle con un hombre que ha llevado a término su Camino, no lo saludes con palabras ni con silencio. Dime, ¿cómo lo saludarás?
KÕUN, Yamada (1993): Barrera sin puerta, Zendo Betania.
Desarrollar la intuición para comprender en un sentido amplio lo que nos rodea, lo que sucede, lo que sentimos y sienten los demás requiere silencio interior y un nivel alto de vibración de la conciencia. Y esto, a su vez, entre otras cosas, exige práctica y apertura para escuchar y ver desde otra perspectiva.
Pero, ¿qué debemos practicar? Imagina un recipiente de cristal con agua y arena agitadas. No podrás ver la transparencia del agua. Deja reposar la arena en el fondo y verás el agua clara. Ahora, traslada este símil a la forma de operar del cerebro; los pensamientos son la arena, que nos permiten escuchar nuestro interior, o no, dependiendo de su actividad (agitación o reposo).
Desde la quietud y la conciencia de tus pensamientos en la meditación, como desde la expresión artística puedes desarrollar tu capacidad intuitiva. Cada vía puede proporcionarte un recorrido diferente. También puedes optar por hacer los dos caminos de manera complementaria.
La neurociencia ha comprobado científicamente cómo la meditación produce cambios en los circuitos cerebrales desde los cuales se puede acceder a otro tipo de conciencia.
Por otro lado, a la creatividad artística, que se ha estudiado desde diferentes enfoques, en infinidad de casos, también se accede desde un pensamiento sin filtros del razonamiento, desde un pensamiento lateral.
La intuición, del latín intuiti, podemos definirla como esa capacidad de comprender y conocer sin que medie el razonamiento; la chispa que se genera al conectarse información del inconsciente. Parece que en nuestro cerebro almacenamos mucha información y conocimientos de diverso tipo que no somos conscientes de ellos. Es posible que llamemos intuición a ese proceso por el que esos conocimientos se activan o emergen desde nuestro inconsciente a partir de algún tipo de activación cerebral.
Los maestros del Budismo Zen recurren al Kõan (problema que el maestro propone a sus discípulos sin una solución lógica), como instrumento, entre otros, para despertar esta capacidad de comprensión desde un estado de no mente (satori).
El Maestro Imperial llamó tres veces a su asistente, y las tres veces el asistente respondió. El maestro Imperial dijo: «Pensé que estaba solo de espaldas a ti, pero ahora veo que eres tú quien está solo de espaldas a mí.
KÕUN, Yamada (1993): Barrera sin puerta, Zendo Betania.
La creatividad en la expresión artística puede relacionarse al satori o a la intuición, pues en la mayoría de casos se da en oposición al razonamiento lógico. Este estado en el que emerge conocimiento inconsciente, en el que se asocian hechos inconexos aparentemente, en el que hay como un vacío de la mente y una iluminación lo han experimentado, además de personas que meditan y tienen un alto nivel vibratorio, artistas o grandes investigadores.
¿Podremos, si unimos el proceso de comprensión que surge desde la claridad de conciencia en la meditación y el de no razonamiento en el proceso de creatividad, clarificar, desde la intuición, lo paradójico de lo que desconocemos y tener en cuenta nuestra intuición para guiarnos?
Pensemos en esta frase de Matthieu Ricard (monje budista y neurobiólogo): La claridad de la presencia despierta permite liberarse de los lazos que nos atan al ego y al parloteo interior.
Ricard, Matthieu y Singer, Wolf (2018): Cerebro y Meditación, Kairós.