DESMONTANDO LA DEMONIZACIÓN DEL DIÉSEL

DESMONTANDO LA DEMONIZACIÓN DEL DIÉSEL

Recargar un vehículo eléctrico en “electrolinera” cuesta el triple que repostar un diésel.

El negocio de la recarga no es viable sin subvencionar la inversión en un 70%

Recargar un vehículo eléctrico con los cargadores que el Gobierno quiere instalar en las gasolineras cuesta el triple que repostar un vehículo de gasóleo para recorrer la misma distancia: viajar 100 kilómetros con un diésel exige desembolsar ocho euros -14 euros con un gasolina-, mientras que con un eléctrico cargado en una electrolinera el gasto se dispara a 24 euros para que el negocio sea viable y logre una rentabilidad del 6,5% anual. Al objeto de igualar el coste del diésel y de la recarga, la electrolinera debe tener reducciones de los costes eléctricos y laborales, además de recibir una subvención a la inversión inicial de casi el 70%, según un reciente informe de la Real Academia de Ingeniería supervisado por el propio secretario de Estado de Energía, José Domínguez, antes de ocupar el cargo.

Tal y como adelantó elEconomista, el borrador de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética establece que todas gasolineras con ventas superiores a cinco millones de litros de carburante al año estarán obligadas a instalar un punto de recarga para vehículos eléctricos de 22 kW en un plazo máximo de 27 meses desde su aprobación. La medida afecta directamente a unas 1.200 estaciones de servicio, a las que se añadirán un número aún desconocido en función de su cuota de mercado.

Para que la recarga sea tan barata como repostar diésel, la electrolinera debe tener tarifas eléctricas especiales

Ese coste, especifica el informe, resulta ser tres veces más elevado que su equivalente en gasóleo, de 0,4 euros por kWh, considerando que el litro de diésel cuesta 1,1 euros (ahora está en 1,35 euros). Introduciendo la distancia en los cálculos, el coste de recorrer 100 kilómetros con un vehículo de gasóleo que consuma siete litros exige desembolsar cerca de ocho euros, mientras que con el vehículo eléctrico recargado en la electrolinera, el desembolso se triplica hasta los 24 euros. Sería aún más elevado en un cargador con mayor potencia y mayor velocidad de carga.

Al final, para que la recarga sea tan barata como el repostaje de diésel, la electrolinera debe tener tarifas eléctricas especiales -quedar eximida del término de potencia-, trasladar a la Administración costes de personal -los asumirían los equipos municipales de alumbrado- y aún así tendría que cobrar una subvención del 67% del valor de la inversión inicial.

Si el coche eléctrico se carga con un punto doméstico -tarda de seis a ocho horas-, y con la tarifa eléctrica supervalle, el coste es 20 veces inferior que en la electrolinera, unos 0,012 euros por kilómetro.


FUENTES: EL ECONOMISTA, R.A.INGENIERÍIA, T. DÍAZ, D.G.M.

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