Despido: El tema prohibido que solo corresponde a RH.
En el mundo de la empresa privada, contrataciones y despidos son procesos "naturales", forman parte del "juego" entre empresa y trabajador. Por tanto, partimos de la base de que, en algún momento y por poco que nos guste, nuestro compañero o nosotros mismos, seremos protagonistas de uno de los momentos más desagradables de nuestra vida profesional, ese en el que Chicote te diría: ¡tomas tus cosas y vete!...
Cuando nos enfrentamos a esta situación (¡así!, sin anestesia) y dejando al margen temas legales y cuantías de indemnización, es probable que nos encontremos ante una situación kafkiana en la que de la noche a la mañana, pasemos de empleado competente en el que se confía plenamente a, ¡enemigo público nº1! de la empresa en la que trabajábamos hasta hoy, como si de una traumática ruptura de pareja se tratara.
En serio pensamos que, ¿tratar como un "apestado" a un trabajador despedido mejorará la negociación con él y tendrá un efecto positivo en la plantilla?. ¿Entonces...?
Mal hábito...
Ha llegado el día, como responsable de RRHH. debes cumplir la directriz marcada por el Director "X" y proceder al despido de un trabajador. Todo está preparado: carta de despido, cuantía propuesta, documentación, etc.
Descuelgas el teléfono, marcas la extensión de la persona en cuestión y le invitas a que se acerque a tu oficina para tratar un tema importante. Llega con cara desencajada y lo primero que hace es mirar la carpeta con su nombre que tienes sobre tu mesa, tú le invitas a sentarse frente a ti y comienza la demostración de falta de estilo:
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Cumplido el despido estándar, nos vamos de fin de semana, ¡que nos lo hemos ganado!.
Buen hábito...
El Director ha tomado una decisión y la comparte con RRHH. Una vez analizado el caso y llegados a la conclusión de que reubicar al trabajador no es posible, ambos acuerdan el despido y la forma de llevarlo a cabo.
El Director se acerca al miembro de su equipo y pide que le acompañe un momento. Trabajador y Director llegan a la sala donde no hay papel alguno ni representante de RRHH, se sientan y se expone la situación de una forma empática y sincera:
Una vez efectuado el despido, será difícil pasar página de inmediato (ni con un fin de semana por medio), así que tendremos que sobreponernos apoyándonos en el equipo y en la honestidad de nuestros actos.
Un despido supone un fracaso para el empresario y un duro golpe para el trabajador. Ambas partes tienen derecho a tomar sus propias decisiones, a defender sus posturas y a afrontar a su manera cualquier difícil situación. Así que, no olvidemos que: