Después de la tormenta, vuelve a salir el sol

Desde la semana pasada, estamos todos consternados con esa catástrofe que ha producido el agua.

Tanto el agua como el fuego, cuando acechan, nos sentimos impotentes para hacerles frente.

Ese agua tan necesaria para la salud de nuestro organismo, para nuestros campos que nos proveen de alimentos, para nuestra higiene personal, para mover maquinaria, para las presas, para poner en acción diversos elementos materiales, sin los cuales es imposible vivir o si se logra hacer, es en pésimas e insalubres condiciones.

No es necesario que mencione a que me estoy refiriendo ya que todos lo sabemos y ahora es el momento en el que la objetividad, permite hacer un breve balance de lo sucedido y se puede reflexionar sobre las durísimas imágenes, que hemos podido presenciar, una y otra vez.

En este momento es cuando la solidaridad de unos y otros sale a relucir, desde empresarios de importantes empresas que se ponen sus botas de agua y acuden al lugar del siniestro para ayudar y dar ejemplo, hasta quienes ofrecen su trabajo para retirar toneladas de barro, quienes prestan su trabajo, haciendo comida para alimentar a miles de personas y esto....no está sucediendo a millones de kilómetros, lo tenemos a pocas horas de nuestros hogares y es ese momento en el que la ciudadanía aprecia y recoge lo que se le ofrece ya que sus familiares, sus hogares, sus trabajos, sus empresas se han visto gravemente afectados.

Leyendo los recortes de la prensa económica de hoy mismo, 5 de noviembre, veo titulares que indican que las ayudas se ofrecen, pero no se sabe cuando llegarán a su destino y la ayuda es muy urgente y aunque las entidades financieras y seguros de diversa índole ofrezcan sus servicios, recuerde que son empresas, como la suya o la mía y deben hacer frente a sus obligaciones pero su coste económico será insignificante si hablamos de unas pequeñas comisiones pero, por ejemplo, los intereses de prestamos hipotecarios, de financiación empresarial no van a desaparecer y continuarán estando vigentes y los prestatarios deberán continuar pagando lo que le han prestado o las obligaciones que tiene ya contraídas con la Administración Tributaria o la Seguridad Social ¿quien soportará los gastos de prestaciones por desempleo, cotizaciones de autónomos, cotizaciones del régimen general de la Seguridad Social de miles de trabajadores? ¿Y los costes de reponer las infraestructuras que son vitales para la comunicación de bienes, servicios y personas, por ejemplo, para acudir a centros sanitarios asistenciales donde pueden mitigar un dolor físico y moral que no se olvidará hasta que pase mucho tiempo, semanas, meses, incluso años?.

Como ya saben, no opino sobre política de un lado u otro, simplemente, y no es poco, dejo a su disposición estas líneas, para su reflexión en momentos complejos, muy complejos donde tras haber recordado las inundaciones de agosto de 1983 en la Comunidad Autónoma del País Vasco, veía cómo los tabiques de locales se derrumbaban y el agua corría cuatro pisos más abajo pero el agua llegaba, justo hasta la primera planta del edificio, mientras que la impotencia era terrible y el temor era muy latente pero los bomberos, camioneros, ertzainas y la policía en aviones del ejercito, con dos hélices, sobrevolaban una y otra vez a todos los que mirábamos al cielo y el agua que recorría nuestras calles de un pequeño pueblo que no alcanzaba los 20.000 habitantes pero, nos sentidos protegidos y acogidos por todos los vecinos y quienes gestionaban la situación.

Reflexión hacia los que llevamos el área de gestión de los negocios ya que seguro que nos hemos visto en situaciones difíciles en las que hemos tenido que gestionar para salir de momentos complicados.