Dinosaurios prehistóricos vs dinosaurios del siglo XXI
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Dinosaurios prehistóricos vs dinosaurios del siglo XXI

“Todo fracaso es la falta de adaptación, todo éxito es una adaptación exitosa” (Max McKeown)

Fueron la especie dominante en la tierra durante más de 100 millones de años. Sin embargo, un día hace 65 millones de años, un evento que aún está por aclararse científicamente (algunos hablan de un meteorito, otros hablan de una exagerada actividad volcánica), un prolongado “invierno volcánico” marchitó buena parte de la vegetación terrestre por la imposibilidad de llevar a cabo la fotosíntesis lo cual, seguido de un incremento de la temperatura terrestre como consecuencia de los gases de efecto invernadero derivados del meteorito – actividad volcánica,  causó la extinción masiva de más de la mitad de las especies vivientes en la tierra por aquel entonces. Y dentro de esas especies estaban los por entonces reyes de la tierra…los dinosaurios se habían extinguido y nuestro planeta había cambiado de manera irreversible.

Un hecho que para muchos pasa inadvertido es que al mismo tiempo hubo especies que sobrevivieron (por ejemplo, mamíferos, cocodrilos, salamandras, ranas, aves, serpientes, erizos, estrellas de mar y plantas capaces de sobrevivir en climas externos). Al parecer, la extinción de los dinosaurios no necesariamente se debe al meteorito o a los volcanes en sí, sino que mucho tuvo que ver su incapacidad de adaptarse.

Charles Darwin señaló en 1859 que “las especies que sobreviven no son las más fuertes ni las más inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”. Una dura lección para los dinosaurios (si cabe mencionarlo), pero también una enseñanza para las especies que habitan la tierra. Y eso incluye también a la raza humana.

A diario, el ser humano se ve ante el desafío de adaptarse ante algo. Van desde cosas tan simples como la nueva versión de un software o una app, hasta nuestros propios hábitos para evitar el incremento de la temperatura global y preservar la vida en el planeta. Parafraseando las reflexiones de Darwin, algunas personas, antes que intentar adaptarse y construir mejores versiones de sí mismos, actúan como auténticos dinosaurios del siglo XXI, tal vez importantes en el pasado, pero irrelevantes en el presente e incapaces de entender la idea de la adaptación.

Estas personas aman profundamente sus ideas y valores e intentan imponerlas a la fuerza, aunque dichas ideas y valores sean obsoletas y no agreguen valor de cara a solucionar los problemas y desafíos que la vida nos impone en la actualidad. En ocasiones, mediante tecnicismos o recurriendo al cuestionamiento o a la descalificación, intentan argumentar la validez de sus posiciones. El punto es que se han quedado congeladas en el tiempo y viven de acuerdo con los hábitos y estándares de mundos que ya no existen.

Desde el punto de vista laboral y productivo, constantemente en cambio, estas personas ven cada vez más reducido su campo de acción. Debido a su incapacidad o imposibilidad de adaptarse al mundo como es hoy en día (o de reinventarse, aunque a muchos no les guste el término) en poco tiempo dejan de ser atractivos para el mercado laboral y comienzan a sufrir por no conseguir trabajo o no poder pagar sus cuentas. El problema de fondo es que, en un mundo en el que el conocimiento y el trabajo mental son dos factores esenciales en la generación de riqueza, no renovaron y/o reciclaron sus conocimientos y habilidades tanto sociales como técnicas; dada la velocidad a la que el mundo se mueve en la actualidad, el conocimiento se hace obsoleto muy rápidamente y es un acto de supervivencia el estarlo renovando con frecuencia. ¿Qué tan rápido se mueve el mundo? Tan solo pensemos en el teléfono móvil que teníamos hace 10 años y lo que éramos capaces de hacer con él… o el beeper que la gente tenía hace 30 años y lo que se podía hacer con él.

La mejor manera de evitar caer en esta situación es mediante el desarrollo de hábitos que faciliten la adquisición de nuevos conocimientos y habilidades que nos permitan aprovechar las nuevas oportunidades que están surgiendo. Dichos hábitos deberían estar conectados con la vida diaria, al menos dedicando un tiempo al día para aprender y/o para la lectura, ya sea para ser mejor persona o para adquirir nuevos conocimientos que ayuden al desempeño en puestos de trabajo o emprendimientos. La educación como forma de vida es uno de los conceptos más liberadores de vacíos conceptuales, así como de miedos y creencias limitantes que puede tener el ser humano. Es una decisión personal que nos puede abrir el paso hacia la prosperidad. Y qué bien que se siente el haberlo logrado. 


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