¿DirCom o Hooligan?
Tu empresa es grande. O está en el punto de mira de los periodistas más de lo que te gustaría. Y, claro, hay presión. Intereses. Necesitas que hablen bien de tu empresa. Para eso eres el DirCom en el que muchos confían. Defiéndela. Defiéndelos. Con intensidad. Con tenacidad. Pero con mano izquierda. Mejor no traspasar unos límites. Entre DirCom o Hooligan, tenlo claro.
-Si idolatras, si te vuelves un fan, sueles decir cosas o tomar decisiones desde tu lado más pasional. Irracional. Será como lo que propondrías a tus amigos una noche de verano cuando os cierran el último bar.
-Claro que en las redes sociales vas a encontrar a mil y un haters. Personas que os dirán de todo… menos bonito. ¿Qué hacer? Suelta el móvil. No subas al ring en vano.
-Puedes hacer un trabajo impecable, con resultados más que reconocidos, sin aplaudir a rabiar ni saltar en un evento como si estuvieras en un concierto. Como si fuera ese grupo del que tienes un póster colgado en tu habitación.
-Conozco a un DirCom que ha trabajado ya con tres alcaldes consecutivos en el mismo ayuntamiento. De tres partidos diferentes. Y otro que ha “sobrevivido” a once entrenadores del mismo equipo de fútbol. Pregúntate por qué.
-Que no trabajes como un entusiasta hooligan te permitirá pronunciarte cuando tu empresa cometa errores. Cuando no compartas determinadas decisiones estratégicas. Cuando toque hacer autocrítica.
-Existen, sí. Presidentes, directores, CEOs, líderes que no buscan “palmeros”, sino que aprecian un perfil técnico y profesional pero no aguerrido. Porque no todo son guerras en la vida de la comunicación.
-Los periodistas no son el gremio más unido y corporativo del planeta. Pero si “atacas” a uno de ellos probablemente generarás el rechazo de la inmensa mayoría de sus compañeros.
-Es fácil tejer complicidades con aquellos periodistas que suelen dejar en buen lugar a tu empresa. El reto es hacerlo con los otros. Los que producen urticaria a algunos de los máximos responsables de tu empresa.
-Habrá altos cargos que un día te pedirán la cabeza de algún periodista. Que ya está bien de sus titulares o sus artículos que no dejan el nombre de la empresa en el lugar que deseáis. Te toca lidiar. Templar los ánimos. Interceder. Y no alinearte con los amantes de la guillotina. Recuerda con qué soñabas de pequeño.
-Esto no es un decálogo de doctrinas a seguir a pies juntillas. Pero si la vida te lleva a otro escenario… es mejor reencontrarte con compañeros periodistas a los que siempre respetaste como un buen DirCom. Y ellos te lo reconocerán. No volverás a ser uno de ellos… porque nunca dejaste de serlo.