Lección de liderazgo: ¿Qué es lo que toda mujer desea tener?

Lección de liderazgo: ¿Qué es lo que toda mujer desea tener?

En el día de ayer, mi mujer preguntó a nuestra hija Leonor de casi 4 años. ¿Donde está siempre Papá y Mamá? Esperando que la respuesta fuese en el corazón. Y para su sorpresa (y la mía), la respuesta fue "trabajando".

Al instante, quise compartir con todos vosotros un libro que me compré cuando ella nació: "Padres conscientes, hijos Felices" de Jon Kabat-Zinn. ¿Sabéis quien es? ¿Has oído hablar del Mindfulness o atención plena? A él le debemos la integración de las enseñanzas orientales (zen, budismo) con las de la ciencia occidental, creando la técnica del MSBR (Mindfulness Stress Based Reduction).

[Os dejo este cuento, dadle a "like" si os gusta y compartirlo con vuestra red. Os animo también a dejar un comentario respondiendo a: ¿Cual es la clave para ser un Directivo (o padre) consciente? La historia que os cuento a continuación, encierra la clave]

Reinar en Camelot se había vuelto demasiado complicado, pensaba Arturo. Estaba cansado de tanta mezquindad, especialmente desde que sir Gromer Somer fue expulsado de Camelot. Ese caso le había dejado asqueado. «¿Cómo es posible que una persona inteligente, compañero de cruzadas —pensaba— pueda dejarse llevar por ambiciones desmedidas que lleguen al punto de amenazar la estabilidad del reino que dice servir?» «Quizá me tomo las cosas de manera demasiado personal, como dice Merlín el mago —pensó Arturo—.

La mañana de otoño rebosaba de vida, los árboles daban ese ambiente multicolor al bosque con sus tonos rojos, amarillos y ocres entre los que resaltaban algunos abetos con su verde oscuro, casi negro. Entre todos ellos destacaba un magnífico venado de catorce puntas en el que Arturo puso enseguida sus ojos. Después de dar un amplio rodeo el rey disparó su ballesta, pero un súbito movimiento del animal hizo que la flecha se le clavara en el cuarto trasero y, asustado, saliera huyendo malherido.

—¡Rayos! —murmuró Arturo—, no puedo dejar que un animal así se escape herido.

Montó su caballo y empezó a seguir el rastro de sangre por el valle y luego una colina, hasta que, dos horas más tarde, Arturo vagamente sabía ya dónde estaba. Así y todo, siguió tras los restos de sangre del venado. Al rato, Arturo divisó un claro en la espesura donde los rayos del sol iluminaban a su pieza rendida en la hierba. «¡Por fin!», pensó, dejando su caballo, pero cuando Arturo se acercó al venado, se encontró con que no estaba solo: un enorme caballero en su armadura le miraba desafiante. Éste no era otro que sir Gromer Somer, precisamente a quien menos ganas tenía Arturo de ver.

—Arturo, ¿cómo tienes la osadía de venir a cazar a mis tierras? ¿Crees que, después de humillarme, puedes quitarme también mi caza? Sabes bien que este bosque no te pertenece.

—Gromer, te pido disculpas, no sabía dónde estaba, pero te puedo asegurar que ese venado lo alcancé hace dos horas en mi bosque y que lo vengo siguiendo para cobrar la pieza. No obstante, si crees que te pertenece, quédatelo, no voy a discutir por ello. —No es tan sencillo, tu historia no me convence y sabes bien que cazar en tierras ajenas se resuelve con la espada, así que déjate de excusas y pelea como un hombre.

Arturo no estaba con ánimos para luchar. Había salido del castillo para evitar los problemas y no portaba ninguna armadura. Además, sir Gromer era un individuo grande como un oso y estaba protegido con su coraza. Además, estaba furioso. Después de varios golpes de espada, Arturo cayó al suelo, Gromer le colocó la espada en el cuello y dijo mientras se levantaba la visera del yelmo:

—Como eres el rey, debo darte una oportunidad, si deseas aceptarla, o, si lo prefieres, acabo contigo ahora mismo.

—Acepto la oportunidad, Gromer —replicó Arturo pensando que volver a tomar la espada no le sería de mucha ayuda en combate tan desigual.

—Entonces ponte de pie y fíjate bien en lo que te digo, Arturo. Has de volver a este lugar al mediodía dentro de siete días y decirme qué es lo que toda mujer desea tener sobre todo lo demás que se le pueda dar. Una respuesta falsa, Arturo, será tu muerte, ya sea que llueva o brille el sol. Una respuesta verdadera será tu perdón por cazar en tierra ajena.

—De acuerdo, Gromer, aquí estaré —replicó Arturo, y recobrando su espada se dirigió hacia su caballo. «¿Qué es lo que toda mujer desea tener?, y supongo que debe de ser algo, claro», pensó Arturo. Sin embargo, no se le ocurría nada que resolviera el acertijo.

Tampoco sabía a quién pedir ayuda, ni podía volver a Camelot porque  eso trasladaría al reino el problema y podrían llegar a la guerra contra Gromer y su milicia, algo que quería evitar a toda costa. «Debo resolverlo por mí mismo —decidió—. Ya encontraré la forma.»

Así que Arturo empezó a caminar por valles y aldeas preguntando a toda persona que se encontraba en el camino qué es lo que más deseaba tener. Vestido de caza, le tomaban por algún noble forastero, y le respondían con amabilidad sin reconocerle. No obstante, las respuestas que Arturo iba anotando en su libreta distaban mucho de converger en una idea o cosa común, como él había esperado. Las más jóvenes pedían dinero, un marido, hijos, ropas nuevas, una casa o joyas; las mayores hablaban de salud, de ver casar a sus hijos, de tener comida para el invierno, ganado o conocer a sus nietos.

Así pasaron los días, y Arturo vio llegar el final del plazo sin tener certeza de haber dado con la respuesta. Mientras se acercaba cabizbajo al lugar convenido, oyó una voz femenina que le llamaba desde el bosque. —¡Arturo! ¡Rey Arturo! Giró la vista y al pie de un inmenso roble creyó ver una forma humana sentada encima de una roca negra, en un lugar muy sombrío. A medida que se acercaba distinguió una mujer de edad indefinida, vestida con harapos de color oscuro. Su pelo largo y sucio rodeaba una enorme nariz sobre una boca poblada de dientes negros y apiñados. Sin embargo, su voz era dulce y se expresaba con claridad y amabilidad.

—Arturo, mi rey, yo soy Ragnelle, la dama del bosque, y conozco la situación en la que os encontráis. Os he llamado porque puedo ayudaros, si vos me ayudáis a mí también. Arturo se quedó pasmado. «¿Quién puede ser esa mujer tan abominable y cómo puede saber la solución al acertijo? —pensó—.

¿Qué puede querer a cambio un ser tan miserable?» Pero como su situación era bastante desesperada y no tenía mucha confianza en sus averiguaciones hasta el momento, pensó que nada perdía por aceptar el trato.

—Magnífico, Ragnelle —contestó—, acepto vuestra ayuda y, si me resulta útil, os juro que os daré lo que pidáis, si está en mi mano.

—De acuerdo. Entonces, acercaos para que os diga la respuesta y partid a vuestra cita. A la vuelta ya os diré cuáles son mis deseos. Arturo pensó que era un buen trato. Desmontó y se acercó a ella venciendo la repulsión ante semejante dama abominable. La mujer le murmuró al oído unas palabras que inmediatamente cambiaron su semblante.

—¡Gracias! —replicó—, me parece muy sabia vuestra respuesta. Volveré enseguida, dama Ragnelle —dijo Arturo despidiéndose mientras montaba a su caballo y, con un trote más alegre, se encaminaba al claro del bosque.

Cuando sir Gromer, vestido con una imponente armadura negra, le vio llegar, le espetó: —¿Ya tienes la respuesta, Arturo, o es que vienes dispuesto a morir? —Creo que tengo la respuesta —dijo Arturo, y sacando su libreta añadió—: algunas dicen que tener hijos. —Tonterías. Muchas lo que tienen son demasiados hijos, no creo que quieran más, sólo les dan trabajo.

—Otras dicen que un marido. —Falso. Quienes no tienen marido quieren uno, pero cuando se casan, pronto se dan cuenta de que no valen tanto. Me defraudas, esperaba algo más inteligente de ti. —Entonces no te digo lo de dinero, joyas, casa o ropajes, ¿verdad? —Cierto. Tú sabes que en los castillos hay muchas mujeres que tienen eso y no lo valoran en absoluto, así que prepárate a morir. —No tan rápido, Gromer. En realidad no te he dado aún mi respuesta. —¿Y cuál es, que estoy perdiendo mi paciencia? —Lo que toda mujer desea tener por encima de cualquier cosa que se le pueda dar es ________________________.

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Sir Gromer se quedó de una pieza, juró y masculló con los dientes apretados, envainó la espada y, escupiendo al suelo, le dijo: —Espero que no nos veamos más, Arturo. Vete ahora y no vuelvas. De vuelta, Arturo paró ante el enorme roble a cuyo pie continuaba Ragnelle, quien le saludó alegrándose de verle sano y salvo. —Como podéis ver, vuestro consejo me ha sido de gran ayuda. Decidme ahora qué puedo hacer yo por vos. —No es difícil —contestó Ragnelle—. Quiero casarme con uno de vuestros caballeros y que se consume el matrimonio. —¡Pero eso es imposible! —replicó Arturo—. No sois noble y yo no puedo obligarles. —Jurasteis ayudarme, sois rey y podéis convencerles. Yo he cumplido mi parte —contestó Ragnelle.

Arturo se despidió montando en su caballo, mientras suspiraba de nuevo ante la insólita prueba que tenía delante .Ya en Camelot convocó la mesa redonda y explicó a los caballeros su aventura hasta llegar a la última parte, donde se quedó callado. —¿Entonces qué quiere esa bruja del bosque, rey Arturo? —dijo Lancelot, que era el más impaciente. —Que alguno de vosotros se case con ella —dijo Arturo mirando a la mesa con gesto dolorido. —¿Qué? —respondieron todos a la vez, y se hizo un gran silencio.

Al rato sir Gawain, el sobrino del rey y el más gentil de los caballeros, tomó la palabra y dijo:

—Mi rey, esa dama ha demostrado conocimiento y honestidad, ha dado su ayuda sin pedir antes una recompensa. Todos nosotros estamos en deuda con ella por haber salvado al rey y, así, la estabilidad del reino. Yo me casaré con ella.

—Sobrino, te agradezco el gesto, pero has de saber que es una mujer abominable. —Gracias, pero creo que hay algo extraordinario en su acto y es un honor para mí contribuir a que se cumpla vuestro juramento. Al disolverse la asamblea, se preparó la comitiva para acompañar a sir Gawain en su primera cita con Ragnelle.

Después de cabalgar un rato, llegaron al pie del roble, sir Gawain desmontó y, en presencia del rey, galantemente pidió la mano de Ragnelle. La dama, encantada, respondió con amabilidad con esa voz tan dulce que la naturaleza le había concedido, a pesar de su fealdad.

Así, ante la sorpresa de los presentes, sir Gawain la invitó a compartir montura y los prometidos volvieron al castillo seguidos de la incrédula comitiva. Ragnelle fue lavada, peinada y vestida de novia; sin embargo, su aspecto seguía siendo de lo más desagradable. Su palabra, en cambio, era inteligente y su voz, encantadora.

Una criatura extraordinariamente dotada para la conversación, pero con un aspecto horroroso. La boda transcurrió por los cauces habituales en estos actos y a mitad de la fiesta los nuevos esposos dejaron la sala para cumplir con la segunda parte del acuerdo. Al llegar a la alcoba, sir Gawain cedió el paso a su esposa, mientras esperaba en el vestidor mirando el fuego, sin muchas ganas de desvestirse, la verdad.

Entonces oyó esa voz deliciosa que le llamaba. —Sir Gawain, amado esposo, ¿no queréis ver a vuestra mujer en el lecho nupcial? Se acercó cortésmente y lo que contempló le pareció un milagro. Ragnelle era ahora una joven increíblemente bella, de nariz elegante sobre unos rojos y carnosos labios que rodeaban unos preciosos dientes blancos, de ojos verdes y un pelo castaño que caía elegante sobre unos hombros redondos de piel tostada que resaltaban sobre el blanco del camisón. Su cuerpo ahora era esbelto y bien formado, rebosante de salud y juventud. Una preciosidad de novia.

—¿Pero qué os ha ocurrido? —replicó mientras empezaba a desvestirse apresuradamente sin quitar la vista de su mujer.

—Éste que veis ahora es mi aspecto verdadero. Lo que habíais visto era el resultado de un hechizo que por celos me hizo mi hermana mayor, que es ahora lady Morton, esposa de sir Gromer Somer. Mi hermana dijo que si encontraba un caballero que se apiadara de mí, podría recuperar parcialmente mi aspecto y así ha sido.

—¡Magnífico! —replicó Gawain terminando de quitarse las botas.

—No tan rápido, querido: el hechizo no ha desaparecido. Por ello, antes de cogerme en vuestros brazos, debéis decidir, de una vez para siempre, si queréis verme así sólo para vuestros ojos, cuando se ponga el sol, mientras conservo mi anterior aspecto durante el día para el resto de la corte, como hasta ahora, o si, por el contrario, preferís que sea éste mi nuevo aspecto público, de día, aunque vos por la noche me volváis a ver fea y deformada.

Sir Gawain, que no era una persona impulsiva, le sonrió y se apartó del lecho para volver al fuego que crepitaba en la chimenea del vestidor, mientras meditaba su respuesta. Al rato volvió y mirándola a los ojos le dijo:

—Amada esposa, esta decisión que me proponéis es bien difícil, ya que cualquier alternativa tiene graves inconvenientes. Así que, teniendo en cuenta que vuestro aspecto atañe principalmente a vos, creo que debéis ser vos y no yo quien tome esa decisión.

Entonces Ragnelle saltó de la cama y lo abrazó con manos y piernas mientras se lo comía a besos llorando de alegría. Sir Gawain se quedó tan sorprendido que le preguntó qué había pasado. Ragnelle contestó radiante:

—Mi hermana aseguró que nunca encontraría un caballero que me dejara decidir por mí misma. Por eso, ahora acabáis de romper todo el hechizo: ¡seré así para siempre, de día y de noche, para vos y para todo el mundo! ¡Gracias por vuestra gentileza!

Y se volvió a celebrar la boda para que todo el reino pudiera contemplar la belleza de Ragnelle. Y durante su vida en Camelot, Ragnelle fue fuente de sabiduría, medió en disputas y fomentó la armonía, ganándose el cariño de todos, incluso de sir Gromer, que hizo las paces con Arturo.

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¿Quién soy y cuál es mi propósito?

"Cuando tenía 28 años, ejercía de consultor senior en PricewaterhousCoopers. De la noche a la mañana cambió mi vida: Sufrí una enfermedad crónica que hasta ese momento era desconocida para mi."

"La misma me provocó estar a punto de morir en dos ocasiones. Por suerte, logré salvarme gracias al equipo de Urgencias de cirugía de la Fundación Jimenez Díaz."

"Hemos tenido suerte. Si hubiésemos llegado un poco más tarde, lo más seguro es que le hubiésemos perdido". Responsable Cirugía Digestiva.

"Hasta los 35 años tuve recuperaciones largas con importantes decaídas que me llevaron de vuelta al hospital y a pausar mi carrera profesional.”Actualmente tengo 40 años, me consideran líder de pensamiento en el campo de la superación de la Enfermedad, empresario y CEO de una "startup-tecnológica", speaker motivacional, formador in-Company en liderazgo transformacional, amante del bienestar y la Felicidad.

He sido diagnosticado de Enfermedad Inflamatorio Intestinal a mis 28 años. En una de las operaciones tuvieron que extirparme el Colon para salvarme la vida y estoy muy agradecido a esa etapa de su vida porque me ha mostrado la fuerza interior que ya poseía y enseñado herramientas para transformar mi vida.

Mi propósito: "Quiero impactar en la vida de personas que han sido diagnosticadas de alguna enfermedad física o mental. No quiero que le den poder a ese diagnóstico. Quiero darles otra visión, con una experiencia práctica y los recursos que cambiarán sus vidas.

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"En esta conferencia online quiero contar mi historia, hacerme vulnerable y que eso ayude a muchas personas a seguir mi ejemplo. A liderar su enfermedad, su vida, y su carrera.
Raúl Vaquero

Filántropo • Miembro Club de Roma • Embajador Derechos Humanos • Caballero | Conectando agentes de cambio por la equidad de género

5 años

Respondiendo a la pregunta pienso que la clave para ser un directivo (y padre) consciente es entender que el ahora es único e irrepetible. Si postergamos las decisiones de ser más humanos con nuestros empleados, o el tiempo para disfrutar de nuestros hijos, nos daremos cuenta - muy a nuestro pesar - que lo valioso no era el trabajo, sino ese momento especial con nuestros empleados o nuestros hijos.

July Urrutia 🌟 Psicóloga y Mentora de Bienestar Organizacional

HR Influencer España 🇪🇸 2024 / 2023 | EQ Biz Consultant & Development Manager en Six Seconds España | Directora en Happy Management®️ Institute Perú y España | Autora: LÍDER 4.0, Liderazgo en tiempos convulsos 🌟

5 años

Estaba sumamente agradecida por la primera historia de tu relato, es cierto eso de lo que queremos las Mujeres. Sin embargo, al leer tu propia historia es que he quedado realmente conmovida. Mi gratitud con tu vulnerabilidad y propósito.

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