Dirigentes y atributos: ¿Qué perfil tiene cada uno?
En El poder de la conversación, Manuel Mora y Araujo señala que el papel de los partidos políticos como mediadores entre un candidato y los ciudadanos entró en declive. La simpatía y la lealtad partidaria como elementos casi exclusivos que explicaban el voto pertenecen a otras épocas. De esta manera, es la figura personal del candidato la que se fortaleza en una elección y es por eso que, según el sociólogo, la política pasa de centrarse alrededor del partido a alrededor de la persona. Y es así como se vuelve fundamental comprender qué piensa el votante. Cada ciudadano construye en su mente el perfil de cada candidato o dirigente a partir de factores condicionantes internos, de procesos comunicacionales y de la interacción con otras personas.
Intentando graficar y comprender cómo son percibidos los principales dirigentes políticos, la encuesta nacional de Poliarquía del mes de marzo indaga cuáles son los atributos con los que los asocian.
El mapa perceptual, realizado mediante análisis de correspondencias, que se presenta a continuación permite comprobar el perfil diferente asociado al Presidente y a la Vicepresidente. El primero es percibido como quien es capaz de generar consensos, un elemento que le permitió llegar a la presidencia unificando al peronismo detrás de la fórmula del Frente de Todos. Por el lado de Cristina Kirchner, la ubican en las antípodas en cuanto a su capacidad para vehiculizar acuerdos entre diferentes sectores. Y a su vez, consideran que es firme y cercana a la sociedad, dos atributos que también comparte con María Eugenia Vidal.
En segundo lugar, Horacio Rodríguez Larreta es definido como un dirigente confiable. Y en tercer lugar, como conclusión más importante es que hoy en día no se percibe a ningún dirigente que sea capaz de resolver la inflación y la inseguridad, dos de las problemáticas más importante que surgen de las encuestas a lo largo de los años.
Este espacio vacío puede ser interpretado de dos maneras: como un nicho de posicionamiento que podría ocupar cualquier dirigente, así diferenciarse del resto y capitalizar electoralmente este logro o como resignación de los argentinos: ambas problemáticas son tan estructurales que demandan una solución integral y frente a este panorama puede surgir el escepticismo. La dificultad para resolver ambas cuestiones es de tal magnitud que desconfían de que alguien pueda hacerlo.
Si la primera hipótesis fuera la correcta cualquier dirigente político debiera marcar su capacidad para resolver ambas cuestiones y así capitalizar electoralmente siendo la persona capaz de resolver dos de los problemas históricos que señalan los argentinos. No obstante, es muy probable que el argentino desconfíe de que alguien pueda hacerlo por más que algún dirigente intente persuadir de que sea capaz. En términos bíblicos, la sociedad quiere “ver para creer”: si algún gobierno lo logra, seguramente quede en el imaginario colectivo que lo identifique por décadas. Pero no antes.