¡Discutamos más!
No nos gustan los cambios. Nuestro cerebro opera más plácido en situaciones y escenarios conocidos. Predictibilidad, seguridad y automatización. Así te lavas los dientes sin reparar en ello, o manejas hacia el trabajo como con piloto automático. Qué aburrimiento.
Hasta que un día, como acto revolucionario desmelenado contra el sopor vital al que te obligas, decides probar una ruta nueva. Oh, amigo: cómo cambia ahí la cosa. De pronto la ciudad es hermosa; los restaurantes, nuevos. El sol brilla distinto y el camino, quién sabe por qué, te agrada. Te obligaste a romper una de tus rutinas y este solo hecho amplió tu mundo. La nueva ruta -descartada hasta hoy por ser más larga- resulta que está llena de flores. Menos mal que un buen día decidiste rebelarte contra ti mismo.
Algo muy parecido (aunque mucho peor en sus consecuencias) sucede en muchas compañías. Si a lo poco que nos gustan los cambios y lo mucho que nos tranquiliza perpetuar dinámicas (incluso cuando no son buenas para uno mismo) le sumas la complaciente y cómoda aversión al conflicto que el talento suele tener, podrías estar cortando desde la raíz todo brote de innovación. Es mucho más cómodo ser aceptado que ponerse uno a pensar y a cuestionar.
Sin embargo, es evidente, la innovación y la progresión nacen -en realidad- al cuestionar las ideas. Las rutinas. Los procesos. A pensar, sobre todo, en eso que 'siempre se ha hecho así'.
Este libro, The Art of Insubordination: How to Dissent and Defy Effectively, me ha hecho pensar en el debate y cuestionamiento de ideas y de status quos desde una perspectiva en la que creo mucho pero que nunca asocié a este asunto. Existe un consenso generalizado en que una cultura de innovación se sostiene en la participación, empoderamiento de los equipos, ambiente de confianza y tolerancia al error. Este libro habla en parte de incluir la insubordinación como proceso regular para someter a un test de stress voluntario a las ideas, proyectos y procesos de una compañía. Y me parece al tiempo brillante y evidente.
Que la insubordinación no sea una persona sino un proceso es una idea maravillosa. Aunque pueda suponer algún dolor cultural al principio, a todas luces es más rentable padecerlo, con todas sus consecuencias, que resignarnos a contar con una legión de ceporros.
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Sistematizar la crítica a ideas sacrosantas tiene además el efecto colateral benéfico de debilitar la espiral del silencio que casi siempre sobrevuela los debates relevantes. Exige mucho coraje ser la voz discordante en medio de un entorno en donde reina campante una opinión mayoritaria.
Ahora, hay que construir ejercicios de insubordinación que sean útiles y ayuden a las compañías a retarse a sí mismas. Esta obra propone el concepto de insubordinación con principios. Que sería algo así como cuestionar todo desde la posición de estar tratando de defender 'lo correcto' (esta idea la comparto, aunque leyendo el libro dan muchas ganas de cuestionar también este axioma).
El libro menciona un estudio que demuestra que contar con una figura dedicada y capacitada para hacer de insubordinado hace que se generen mejores ideas que, además, son mejor valoradas por clientes y expertos externos. Como aspecto negativo, esta figura genera más conflictos, desacuerdos y disputas. El reto aquí es aprender a participar deportivamente en estas discusiones. Fijando las normas y aceptando los ejercicios de provocación retórica como motor para pensar mejor.
Integrar la insubordinación en el ADN de la cultura de una compañía me parece muy transformador y práctico si lo que queremos tener es un talento que piense, que lea, que analice, que desafíe las convenciones y que sea capaz de arriesgar.
Otro recordatorio de que no es tan importante tener todas las respuestas como ser capaz de hacerse las preguntas adecuadas.
Consultor financiero en OVB Allfinanz España S.A.
2 años¡¡¡Crack!!!
Directora Asuntos Públicos
2 años¡¡Buenísimo, Jon Pérez Urbelz!! ¡Comparto 100% tus reflexiones y lo sabes! ¡Sigamos discutiendo!
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2 añosBuenísimo articulo y buenísimas reflexiones que comparto al 100% porque, nada impulsa mejor las ideas y la innovación en las empresas que los "disidentes positivos", aquellos que luchan contra el sesgo de grupo que nos convierte en un rebaño que ejecuta sin cuestionar. "Sistematizar la crítica a ideas sacrosantas tiene además el efecto colateral benéfico de debilitar la espiral del silencio que casi siempre sobrevuela los debates relevantes. Exige mucho coraje ser la voz discordante en medio de un entorno en donde reina campante una opinión mayoritaria" #ideas #disidentespositivos #valientes Jon Pérez Urbelz, claramente eres un gran disidente positivo 💡