Don de Gentes

De pequeño escuchaba a mi abuela decir que tal o cual persona tenía “don de gentes”. Confieso que la frase me acompañó mucho tiempo sin entender bien a qué hacía referencia.

Hasta que hace unos 30 años asistí a un seminario sobre cambio organizacional, en el que Carlos se empeñaba para que 25 profesionales y ejecutivos de Recursos Humanos reflexionáramos, antes de arribar a las conclusiones. La mayoría, urgida de hallar recetas rápidas, casi de "góndola", tenían la impresión de que “no se llevaban lo que habían ido a buscar”.

La curiosidad por la situación me acercó a Carlos, consultor-profesor de un pensamiento tan sofisticado como inagotable. A partir de allí surgió un nexo de respeto y mutua inspiración por muchos años. Descubrí que Carlos era simplemente así, tan profundo en sus conceptos como generoso en explicarlos, tan paciente en llevarnos a pensar como respetuoso de lo que pensáramos.

Carlos tenía una enorme capacidad de escucha, tanto de lo explícito como de lo implícito, tanto de las personas sencillas como de las más preparadas. Para él, que siempre celebró la vida, hasta las pequeñas tonterías de las personas tenían un sentido en ese mundo de interacciones que modelaba para proveernos soluciones ad hoc.

Prolífico escritor, profundo consultor de procesos complejos, y enemigo de “comoditizar” las soluciones de Recursos Humanos. Siempre exploraba de manera creativa esos espacios complejos que vinculan personas y organizaciones.

Nada hacía prever la partida silenciosa de Carlos Altschul, maestro y amigo. Ayer, en su sepelio rodeado de familia, amigos y colegas de Recursos Humanos, entendí lo profundo de su influencia en tantas personas.

A través de los 30 años de conocerlo, y confirmado por las palabras que le prodigaron en la despedida, comprendí con plena actualidad el sentido de aquello que escuchaba de mi abuela.  

Carlos Altschul se fue, pero nos dejó su Don de Gentes. No encuentro mejor expresión para definirlo.

Gracias Carlos!