Economía Naranja
A hoy, existen muchas dudas acerca del concepto, el significado, el alcance y todo lo que abarca la llamada “Economía Naranja” en el país. Y no es para menos, pues los mismos que promueven leyes y procesos referentes a ella no tienen idea del posible impacto que esto pueda tener en la economía del país. Es un paquete falso, decorado y exaltado en cada nombramiento, que hasta cuenta con un viceministerio dedicado a su desarrollo, pero que por dentro no tiene nada real y tangible hasta el momento. Mirémoslo de forma detallada.
La Economía Naranja se menciona por primera vez en octubre del 2013 como un libro que abarca temas de la economía creativa y la economía cultural: “La Economía Naranja: una oportunidad infinita”. Este libro fue lanzado en el BID y sus autores son Felipe Buitrago (actual viceministro naranja) e Iván Duque (actual presidente del país), quienes en ese momento eran consultores de la entidad (descargue el libro aquí). Este libro propone un modelo que reúne diferentes sectores económicos con un propósito específico: “la producción o reproducción, promoción, difusión o comercialización de bienes, servicios y actividades que tienen actividades culturales, artísticas o contenido patrimonial” (esto según la UNESCO). 244 páginas de análisis numéricos y datos numéricos que convencen a cualquiera del estado del arte actual de la cultura en el mundo. Hasta ahí todo suena bien pues, de hecho, es algo que hace falta en el país, y en el mundo como tal.
De hecho, la cultura, el arte y el patrimonio requieren de un impulso un poco más allá como sector económico, pues hoy en día es un sector subvalorado debido a que todo esto hace parte del día a día sin falta, además de manera masiva y generalizada. Es decir, la cultura influye en nosotros de manera directa y certera, pero es invisible, no la notamos y por ello no la consideramos prioritaria. Por esta razón, cualquier impulso a este sector se valora y se puede aplicar con el fin de resaltar los beneficios que ejerce en los receptores, los creadores y los portadores de cultura. Entonces, ¿dónde está el problema?
El problema comienza cuando se crea el concepto de “Industria Creativa”. El primer fallo es no saber delimitar de manera concreta qué es y cuáles son sus características. Por un lado, se habla de una industria que transforman ideas en bienes y servicios culturales o creativos. Este primer acercamiento tiene un gran lío porque un ejemplo de Duque se refirió a la startup Rappi como un ejemplo claro de Economía Naranja, y para muchos, Rappi no es un servicio cultural y tampoco creativo. Por otro lado, sus características apuntan a la innovación, pero el desconocimiento de sus creadores hace que esto sea cualquier cosa. Es decir, bajo estos parámetros, una pintura de un artista digitalizada y rentable ya hace parte de la Economía Naranja, y este ejemplo y nada es lo mismo puesto que esta acción sale por necesidad (si así fuera a pasar).
Otro problema que agudiza el tema son las cifras. Como todo en la presidencia actual, la Economía Naranja se vende como un flotador, como una opción de salvamento para la crisis general e incluso para la crisis específica debida al COVID-19. Sin embargo, como todo en la presidencia actual, el “flotador” se soporta en un sinfín de cifras inestables y/o convertidas en concepto al beneficio de la ley ya implementada. Pongamos un ejemplo, y así nos ubicamos un poco en estos hechos:
“Los resultados reflejan que en el 2018 la Economía Naranja aportó 28,4 billones de pesos al valor agregado de la economía nacional, lo que representa un 3,2 % del total en este indicador para el país.” Portal Rankia.co en su artículo del 14 de noviembre del 2019.
Esto suena maravilloso e imponente. Es un dato que anima a cualquiera y que se presenta en los informes de ministerios y de la misma presidencia a la ciudadanía y al mundo en general. Pero, ¿qué tan real es esto? La cifra puede ser cierta (lastimosamente no tenemos los medios para comprobarlo) pero el lío está en el engaño. Estos casi 30 billones de pesos se le atribuyen según los informes a la Economía Naranja, pero en realidad son el resultado del movimiento y la financiación que producen todas las actividades culturales del país sin excepción. De hecho, si incluyen casos como Rappi, que no son conceptualmente viables en este caso, la cifra no sería correcta. Este ejemplo nos permite ver que exista o no exista la Economía Naranja el valor agregado a la economía nacional se seguiría generando. De forma práctica, podría explicarse este fenómeno como cuando un compañero del colegio o de la universidad no hizo la tarea (Ministerio de Cultura y Presidencia) y le pide a otro compañero (Sector cultural) que le preste el trabajo para copiarlo. Le asegura, eso sí, que le cambiará algunas cosas para poder presentarlo. Entonces lo que se llama en el trabajo original como “Ganancias del sector cultural” se convierte en “valor agregado a la economía nacional” y mientras el título del trabajo es “Modelación del sector económico cultural” el que copia lo establece como “Economía Naranja”. No hay un valor agregado de la Economía Naranja al desarrollo del sector como tal, hasta ahora.
Ahora veamos otro lado del tema. En el 2.001, John Howkins define el concepto de la “Economía Creativa” es aquella que genera riqueza a partir de la propiedad intelectual como materia prima, agrupando las industrias creativas y culturales en el proceso. De aquí podemos sacar dos puntos conceptuales: “Riqueza” y “Propiedad Intelectual”.
La riqueza que se menciona en el concepto se refiere específicamente al dinero que se crea por las ideas. Y no está mal este enfoque, pero cuando este concepto se integra a la Economía Naranja es cuando se tergiversa y el enfoque se pierde. El mismo Howkins dijo “Para asegurarse de tener la idea correcta, tiene que satisfacerse a sí mismo y luego a lo que haya afuera en el mercado”, y en la Economía Naranja se habla de la adquisición de la riqueza, del establecimiento de ideas innovadoras y de sus beneficios económicos, pero nunca menciona el pequeño detalle de “satisfacerse a sí mismo”. Y, por si fuera poco, tampoco piensa en la satisfacción de la sociedad y el entorno más allá de la generación de recursos económicos para el creador de la idea y, por supuesto, para el gobierno mismo. Como todo en este gobierno actual, es un acto específico que enriquecerá a unos pocos, a costa de la misma sociedad, sus tradiciones, sus conocimientos ancestrales y sus expresiones artísticas, sin mencionar de ramas como el turismo que también pueden afectar lo ambiental si se descontrola y si sólo se enfoca en la parte económica. Pero es claro que ninguna de estas menciones ha sido una prioridad de Duque y de los planes del Ministerio de Cultura, por lo menos no en este gobierno.
Cuando se pregunta de frente a los creadores o a los que la impulsan y no dan con la respuesta a una inquietud se dice fácilmente que “el concepto está en formación”. Con esto también se demuestra que el modelo está cojo, que lo único que sabe es que el insumo que aprovechará es el talento y la creatividad de muchos, generando riquezas seguramente para unos pocos. En resumen, la Economía Naranja, hasta el momento, es un modelo que sigue perfectamente los intereses económicos de unos cuantos del gobierno y sus amigos, con las creaciones de artistas, investigadores y agentes de la cultura en general, que no aporta nada al sector económico como tal, pero que se vende con la parafernalia y la exaltación característica de cualquier pronunciamiento presidencial. Lastimosamente, a esto no se le ve una solución, y cada éxito de cualquier agente en nuestro sector cultural será asumida como un logro más de la “exitosa” Economía Naranja.
Éste es un primer análisis de la sección “¿Cuál se toma sumercé?” y la idea es dejarle dudas en la cabeza que le permitan tomar decisiones. En este caso:
- La cápsula azul le hará confiar en todo lo que la Economía Naranja le vende como éxito tapando los engaños y aprovechamientos del sector que están detrás.
- La cápsula roja le hará revisar un poco más a fondo todo lo que le están diciendo y le enseñará a no comer cuento de todo lo que se vende. Tal vez, sea el inicio para un camino en el cual lleguemos a defender nuestras creaciones, nuestros proyectos y nuestras ganancias de las grandes instituciones y corporaciones que al final se terminarán robando todo.
¿Cuál se toma sumercé?