“El arranque… y nos vamos”, un saludable ejercicio de la más genuina socarronería riojana

“El arranque… y nos vamos”, un saludable ejercicio de la más genuina socarronería riojana


Me ha resultado curioso, cuando no provocador, el cartel anunciador de una de las decenas de actividades protagonizadas por la enogastronomía en los pueblos de La Rioja durante esta Semana Santa. ¿En qué estaría pensando el creativo o los organizadores de la actividad con un titular que juega con el doble sentido de la palabra ‘arranque’? Dicho sea de paso, la actividad prevista para el viernes santo día 29 de marzo a las 13,00 horas (cata de 5 vinos -de otras tantas bodegas- más tres pinchos, al precio de 15 euros) se celebra en la localidad serrana de Brieva de Cameros, conocida por su vinculación a la ganadería trashumante y sin un palmo de viñedo.

En estos tiempos de tractoradas y protestas agrícolas, argumentadas en base a la falta de rentabilidad de cultivos como el viñedo, la palabra ‘arranque’ comenzó el pasado año a sobrevolar los viñedos europeos como una especie de amenaza fantasmal. Y por lo visto y oído a los participantes en las acciones de protesta, la idea del arranque -¡subvencionado, por supuesto!- parece ya instalada en cierto (o incierto) número de viticultores riojanos, hasta el punto de proclamar algunos su propósito de abandonar la actividad ante “lo insostenible de la situación económica a que se han visto abocados”. La otra ‘sostenibilidad’, la que marcaba la Agenda 2030, ha sido más fácil de obviar de un plumazo para que no suponga impedimento a la obtención de rentabilidad.

Así que lo de “el arranque… y nos vamos” del cartel bien podría haber tenido como finalidad la convocatoria de alguna de esas manifestaciones que, obviando los conductos oficiales de las organizaciones sindicales agrarias, han surgido de manera aparentemente ‘espontánea’ a través de las redes sociales en este agitado inicio de 2024. Dicho sea esto como pirueta dialéctica, en la línea de la más genuina y ancestral socarronería riojana, de la que el cartel se me asemeja un ejemplo inefable.

La cosa no tiene mayor trascendencia si en la lectura del cartel nos atenemos al otro significado de la palabra ‘arranque’, que se refiere a ‘tomar la última ronda’ en el peculiar argot de los hábitos y costumbre tradicionales de la región, entre los que aún sigue teniendo su peso el salir de vinos con la cuadrilla. Es precisamente la circunstancia en que me topé con el cartel, tras dar cuenta de unas raciones de la excelente casquería que ofrece el bar Milenario de Logroño, perfectamente acompañadas por el tinto joven de maceración carbónica Peña La Rosa de nuestra buena amiga Pilar Fernández Eguíluz, cosechera de Ábalos. Ya quedan pocas de aquellas ‘cuadrillas de chiquiteros’ que hacían la ronda diaria al mediodía y a la tarde por los bares de cada barrio capitalino y de cada pueblo riojano. Los turistas van tomando el relevo. Por cierto, el escenario de la cata y posterior actuación musical que anuncia el cartel tiene también ‘su punto’: la iglesia de Santa María de Barriuso, cuya fachada protagoniza la imagen gráfica del cartel junto a una gran copa de vino en movimiento (en estado de agitación, diría yo, como fiel reflejo del propio estado anímico de sus productores). Sin duda la convocatoria será un éxito, que lamento perderme por cuestión de agenda, no por falta de ganas de departir un rato con los organizadores.

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