El artículo que nunca quiesiera haber escrito.

Soy de esas personas que todo lo dan, vendrás a mi casa y no sabrás si hoy soy rico o pobre. Sacaré lo mejor de mí, podrá ser pollo o chuletas, pero te irás con la sensación de que Miguel Alemany te sirvió con humildad y amor, simplemente, viendo en su rostro la satisfacción de haberte recibido.

Te presentaré a mi familia, dejaré si fuera necesario mi propia cama para que descanses. Lavaré tus pies arrodillado ante ti, todo lo mío será tuyo. Mis conocimientos, experiencias, contactos y todo lo que me pidas estarán a tu servicio para apoyarte y ayudarte en lo que necesites. Es, simplemente, una forma de ser y pensar.

Mis amigos me lo devolverán con amor, lo percibo en su mirada, en sus abrazos. Muchos de ellos todos los días me escribirán, para saber de Alemany. Igual esa semana o ese mes no podremos vernos, pero estoy presente en sus pensamientos. Para mí, es más que suficiente.

Cada cierto tiempo aparecen seres oscuros, siniestros, narcisista, codiciosos y malvados que consiguen superar la barrera de mi experiencia. Por las circunstancias que sea y pese a los avisos y advertencias, no haré caso y pensaré: “que todo el mundo es bueno, su acción es la mala, solo deberá modificarla”. Los dejaré entrar en mi vida y como alimañas en un gallinero reventaran todo, se alimentarán hasta saciarse, su codicia les hará destruir, incluso lo que no necesitan.

Su mente está podrida por su codicia falaz e infame, no era la acción, la mala, simplemente estamos hablando de malas personas. Seres despreciables que abusan del débil hasta sangrarlo.

Cuando Pablo fue picado por la víbora en Hechos 28, la mano de él no se hinchó y el veneno no lo mató, pero el texto no dice que la picadura no le dolió.

¡Dios no promete librarte del dolor de la picadura, pero sí del efecto del veneno!

El error para ellos sería creer y actuar como si este conquistador fuera uno de esos débiles que mantienen presionado bajo sus sucios zapatos mientras se alimentan y emborrachan en buenos restaurantes con el dinero de sus hijos.

Dejaron a buenas personas que yo les presente con enormes deudas, no podré perdonármelo nunca (aunque consigan cobrarles). Manipularon y destruyeron a todo aquel que les puse delante. Personas que simplemente lo hicieron porque yo se lo pedí.

 La Pascua de los judíos estaba cerca, y Jesús subió a Jerusalén. En el templo encontró a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los que cambiaban dinero allí sentados. Y haciendo un látigo de cuerdas, echó a todos fuera del templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó las monedas de los que cambiaban el dinero y volcó las mesas. A los que vendían palomas les dijo: «Quiten esto de aquí; no hagan de la casa de Mi Padre una casa de comercio»

Cuando esto me sucede, cuando mis pensamientos se vuelven, siempre actuaré de la misma forma. Aplicaré aquello que deberás hacer cuando eres picado por una víbora. Unos tomarán un palo para buscarla y abatirla, el veneno correrá por sus venas hasta llegar al corazón y matarlo. La víbora habrá vencido. Otros, nos marcharemos para ser curados y recuperar fuerzas, sacar el veneno del cuerpo será el objetivo. Una vez recuperados, volveremos al lugar de la picadura con nuestras fuerzas intactas y con un palo haremos justicia, que no venganza.

Esta vez será por ellos que agarraré mi palo, por los débiles de los que abusáis y envenenáis con las artes de la peor de las serpientes. Estoy de vuelta más fuerte que nunca para terminar con ustedes. Miguel Alemany