EL ARTE DE EDUCAR EN EL SIGLO XXI
La escuela tiene que ser un lugar donde los niños adquieran habilidades que los enriquezcan como personas y donde se promueva el aprender a aprender. Como dijo Francesco Tonucci,: “La misión de la escuela ya no es enseñar cosas. Eso lo hace mejor la TV o Internet.”
Es fundamental que los educadores, hoy tengamos una visión creativa e integral de la educación, propiciando el trabajo en equipo como forma de que todos los niños encuentren su lugar, sean cual sean sus capacidades: lo importante es que sean consientes y valoren de lo que son capaces de realizar todos juntos y que sería imposible realizar en solitario.
Hoy no es tan importante para el niño, el aprendizaje de teorías, contenidos y modelos curriculares, sino que debemos apostar al desarrollo de mentes científicas, capaces de hacer un uso inteligente y creativo de los recursos que tienen a su alcance
Apostamos a una educación completa e integradora que busca despertar en los niños las ganas de aprender a aprender, a través de la reflexión y del establecimiento de conexiones, reconociendo con facilidad las relaciones existentes en el mundo que los rodea, combinando los conocimientos pertinentes con la inteligencia práctica y social, a la hora de resolver problemas reales por sí mismos o en grupo, adaptándose a situaciones nuevas con estrategias creativas.
El maestro competente, colaborador e investigador, observa y acompaña, posibilita al niño actuar, querer y pensar por sí mismo, ayudándolo a desarrollar confianza y disciplina interior. El papel del docente es escuchar al alumno, dejarlo que lleve la iniciativa y guiarlo de una manera productiva en un ambiente relajado y saludable
Las familias necesariamente deben funcionar como aliadas con la escuela, ya que su participación es vital: los padres tienen un rol activo implicándose en las experiencias de aprendizaje de sus hijos, buscando el justo equilibrio entre lo familiar y lo laboral para disponer de tiempo de calidad para sus hijos, apoyando al docente desde el respeto para asegurar el bienestar de los niños en el aula.
Hoy necesariamente necesitamos una visión multidimensional del alumno y su planteo consiste en ver al niño como una totalidad (física, mental, emocional, artística) que se integran y se complementan en contraposición a una visión fragmentaria que solamente prioriza la dimensión intelectual, como la escuela tradicional.
En definitiva, debemos de ir en búsqueda de una educación para la vida que contemple al niño como un todo y no solo como un cerebro incompleto en el que solo se apela al hemisferio izquierdo (el lógico, el analítico, el racional), en detrimento del hemisferio derecho (el intuitivo, el creativo, el imaginativo) en el entendido de que las habilidades más importantes son las que hacen al niño conocerse y sentirse feliz, bien consigo mismo y con los demás.
Cristina Iriondo
Maestra Directora de CEMUDI